Por Lucimey Lima Pérez.
Agresión y violencia son términos que se usan indistintamente, sin embargo, existen diferencias sustanciales entre ambas. La violencia implica acción, el uso de la fuerza, la producción de daño físico o material a otra persona. La agresión es endógena, interna, es un enojo malsano que se expresa en sentimientos, pensamientos y conductas, más que nada por la palabra, pero también por gestos y actitudes. Barraza (2008) señala que la agresividad se distingue por ataque, provocación y ofensa, como defensa a la propia vulnerabilidad, luego el que ataca es débil. La violencia incluye brusquedad, fuerza e impulsividad.
La Organización Mundial de la Salud señala que 1/3 mujeres (35%) experimentan violencia por parte de su pareja. Esta situación puede presentarse en hombres, pero en menor cuantía. Un tema largo de abordar con raíces profundamente históricas y aspectos biológicos. Por otro lado, la agresión no es fácil de medir y muchas veces pasa desapercibida hasta por la persona afectada que cree ¨merecer¨ o que es ¨normal¨ el trato inadecuado y dañino. Las consecuencias son de muy variada índole, de nuevo un tema muy amplio.
Las relaciones de pareja a corto plazo exigen una construcción cuidadosa y perseverante, en la cual el conocimiento mutuo es crucial para el futuro. Cuando se trata de relaciones a largo plazo, el trabajo de mantenimiento exige tolerancia y comprensión. Los desacuerdos son ineludibles, pero provechosos si se mantienen a nivel de una discusión equitativa y no de una pelea a gritos.
La pareja ha sido considerada por varios grupos, individuos y tendencias como una mesa de tres patas. La concepción del Dr. Salischiker consiste en: 1) Amor, 2) Confianza y 3) Convivencia. En mi trabajo como Psicoterapeuta de individuos, parejas y familias, desarrollo la mesa de las tres patas como sigue, 1) Afecto: compromiso, comunicación, respeto, tolerancia, comprensión, apoyo; 2) Sexualidad: satisfacción mutua, conocimiento recíproco, sinceridad; 3) Finanzas: planes comunes, claridad en la economía, consenso, equidad.
De acuerdo con un estudio sobre ¨agresión relacional¨ en Brigham Young University (2017) ocurren dos modalidades. Una llamada ¨abolición del amor¨ caracterizada por silencio, ignorar al otro, desdeñarlo, minimizarlo. La otra ¨sabotaje social¨ que consiste en hablar de los problemas en la pareja con otras personas, uso de descalificaciones, comentarios de minusvalía, lo cual desacredita a la persona afectada.
Todos estos elementos nos permiten abrir vías de discusión sobre el sufrimiento por menoscabo y abuso que puede suceder y dejar huella. Una explicación anecdótica en base a la práctica consiste en la visión de la pareja como una o un competidor/ra, esto es, por lo general el hombre no acepta el éxito de la mujer y por ende la ¨castiga¨, la maltrata y la humilla. Las consecuencias son devastadoras, tales como: baja autoestima, sentimientos de culpa, estrés post-traumático, afectación de los hijos, entre tantas otras.
Existen dos grandes peligros:
1) La anulación del otro y la primacía del que abusa.
2) La separación y el trauma resultado del maltrato.
Es tan grave que la atención de estos casos puede considerarse una urgencia, ya que oportunamente pueden evitarse secuelas emocionales de envergadura.
Viñeta clínica. F (esposa, educación superior) y H (esposo, negociante exitoso) llevan diez años casados, los primeros tiempos, alrededor de cuatro años, son descritos como placenteros y armónicos, a pesar de provenir de culturas diferentes el acoplamiento ocurrió. H no asistió a consulta. F y H tienen dos hijos, varón cinco y hembra tres años. F es una mujer de mucho temple, extrovertida, sociable. H es un hombre de familia pudiente, introvertido, crítico, socialmente selectivo. En los últimos cinco años la relación se ha caracterizado por descalificaciones de H hacia F, inicialmente ella trató de ¨corregir¨, cambiar ciertas conductas que no eran aceptadas por el esposo. El comenzó a ser cada vez más crítico y negligente, no la tomaba en cuenta, y la hacía sentir siempre en menos. Cada vez se fue alejando más de la familia, trabajo todo el día y amigos cada noche. De manera que F estaba cada vez más sola con los niños y sentía mucha rabia, lo cual expresaba sin respuesta alguna. Cuando F consulta está ya agotada y si bien trató de mantener la relación no tenía de donde asirse. La separación sucedió y F trata de recuperar su Yo herido. Probablemente tome tiempo, pero ella tiene claro lo que desea, qué quiere modificar y qué quiere mantener, sus objetivos y metas están bien definidos. La psicoterapia guiará su propio cambio autónomo, qué hicieron con ella y qué ha hecho ella. Como el proceso de cambio es un aprendizaje tomará cierto tiempo que se irá determinando a medida que se realicen evaluaciones de sus avances ante una nueva vida. F acaba de saber que H tiene relaciones con una amiga de ellos y eso fue una sorpresa. Mucho por hilar, pero grandes esperanzas.
Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica.