Cultura/Educación

Serie Los Castrati: ¿Quiénes fueron los más famosos? Sus vidas (8)

Por Víctor Rodríguez.

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Gaetano Guadagni nació en Lodi, Lombardía, el 16 de febrero de 1728. Se unió a la Capilla de San Antonio en Padua en 1746. Ese mismo año hizo su debut operístico en Venecia, lo que no gustó a las autoridades eclesiásticas y fue despedido dos años más tarde, en 1748. Reapareció en Londres como miembro de la compañía de Giovanni Francesco Crosa. Al parecer no tenía el entrenamiento típico de los castrati, razón por la cual fue descrito por el crítico musical Charles Burney como “un cantante salvaje y poco delicado”, cuando llegó a Inglaterra. A pesar de esta opinión de Burney, Guadagni entró en los círculos musicales de Londres. También adquirió cierta reputación por sus actividades sexuales, lo cual era bastante común entre los castrati.

Haendel reescribió tres arias de su “Messiah”, para adaptarlas a su voz de mezzosoprano, particularmente el aria “But who may abide”, que fue adaptada a la técnica de “canto de bravura” de los castrati que él ya tenía para esas fechas. Tomó parte en la reposición del oratorio “Samson”, para el que Haendel arregló el personaje que había sido compuesto originalmente para una mujer (Susannah Cibber), así como en “Judas Maccabeus”, y “Esther”. Estrenó el papel de Didymus en el oratorio “Theodora”. Mientras “El Mesías” le había dado la oportunidad de explayar su canto virtuoso, este último papel le permitió demostrar su capacidad para hacer gala de su “fil di voce”, según Charles Burney. Durante su residencia en Londres llegó a ser más conocido por sus interpretaciones en inglés, que en italiano.

En 1755 fue contratado por el actor y dramaturgo David Garrick (1717-1779), para cantar en la ópera inglesa “The Fairies” (Las Hadas), de John Christopher Smith (1712-1795). Según Burney, el actor inglés tuvo mucho gusto en formarlo interpretativamente. Por esta época su voz es descrita por Burney como “llena y entonada”.

Triunfó grandemente en Italia en los años que van de 1756 a 1761. Fue muy admirado por su canto y por sus dotes actorales, pero tuvo problemas con bastante frecuencia con los empresarios, quienes le acusaban de incumplir sus deberes, probablemente refiriéndose a que no era muy pródigo con el público porque nunca quería repetir las arias, ni se inclinaba durante los aplausos. Esto se debía a que intentaba mantener una unidad dramática ininterrumpida durante la representación, lo cual le hizo el intérprete ideal para el “Orfeo ed Eurídice” de Gluck, estrenado en Viena el 5 de octubre de 1762. Esta ópera marcó el inicio de la reforma de la ópera seria propuesta por Gluck.

Cantó otras óperas reformistas: el rol de Orestes en la “Ifigenia en Tauride” (1763) de Tommaso Traetta (1727-1779), y el rol titular en el “Telemaco” (1765) de Gluck. Continuó cantando óperas con libretos de Metastasio (Pietro Antonio Doménico Metastasio, 1698-1782), de compositores como Nicoló Jommelli (1714-1774), Florian Leopold Gassmann (1729-1774), y del propio Christoph Willibald Gluck (1714-1787). En 1767, su estilo de canto más simple, expresivo, y menos florido que el de sus contemporáneos, no era muy popular entre los melómanos.

En verano de 1769 hizo su última visita a Londres, donde se embrolló en problemas financieros con su empresario, el Honorable George Hobart, director del King’s Theatre quien contrarió a Guadagni contratando a una cantante que era su amante, en vez de a su hermana. Dejó la compañía y tomó parte en unas representaciones no autorizadas del “Artaserse” de Mattia Vento, en la Carlisle House, patrocinadas por la excantante Theresa Cornelys. Por estas funciones fue multado con 50 libras esterlinas y amenazado con prisión, además de azotes. Sus representaciones en Londres, durante la temporada de 1770-1771 incluyeron una versión pasticcio del “Orfeo” de Gluck, con adiciones musicales de Johann Christian Bach (1735-1782), Pietro Alessandro Guglielmi (1728-1804), y un aria arreglada por él mismo.

Rendido de admiración por la mecenas, compositora, pintora, y escritora alemana María Antonia de Bavaria, Duquesa Viuda Electora de Sajonia (1724-1780), la siguió hasta Múnich. Allí Charles Burney lo volvió a encontrar y reportó, fascinado, su habilidad para cantar con afinación perfecta, “su entonación en los duetos con el castrato, (más tarde convertido en compositor, pianista, maestro de canto, y empresario de conciertos) Venanzio Rauzzini (1746-1810), era perfecta”. Cantó otras versiones de “Orfeo y Eurídice”, una de Antonio Tozzi (1736-1812) en 1775, y otra de Ferdinando Bertoni (1725-1813) en 1776.

Se retiró en Padua, donde se convirtió en una institución y se hizo famoso por su generosidad. Durante su carrera había amasado una inmensa fortuna que le permitió construirse una espléndida casa en la ciudad. Se reincorporó a la capilla de la iglesia de San Antonio en 1768, y se mantuvo en ella hasta su muerte, con un salario anual de 100 ducados. Burney reporta que “solo se le llamaba para las cuatro principales festividades”. Su último papel operístico fue el titular en “Deucalione e Pirra” (1781), de Antonio Calegari (1757-1828). Hacia el final de su vida le gustaba interpretar “Orfeo” tras bambalinas, con la acción representada con marionetas.

Entre 1785 y 1787 sufrió un derrame cerebral que le imposibilitó el habla durante un tiempo. Su vuelta al canto fue para una ocasión cargada de emoción en que interpretó una misa, por devoción, sin cobrar por hacerlo, apenas 8 meses después del derrame. Cantó el “Agnus Dei”, para gran admiración del público que lo aplaudió efusivamente.

Falleció el 11 de noviembre de 1792 a la edad de 67 años.

(Continuará…)

Víctor Fernández es escenógrafo y director de escena, historiador de la ópera, y galerista.

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