Cultura/Educación

Willi Münzenberg y lo inevitable de ser progresista

Por Alfredo Fernández.

¿Se ha preguntado usted por qué tan pocas personas admiten públicamente su desacuerdo con las ideas progresistas? Si usted es joven tal vez se haya preguntado o, posiblemente, se preguntará alguna vez. ¿Por qué las universidades – sobre todos las públicas- están repletas de estudiantes con ideales de izquierda? ¿De igual modo, sospecho en algún momento se ha preguntado por qué para la mayoría de los artistas es casi una obligación ser progre? Recuerdo, que en las pasadas elecciones de los EUA los medios de información tradicionales no pudieron entender cómo fue que D. Trump ganó la presidencia de ese país, cuando la Sr. H. Clinton lideraba todas las encuestas, muestra indiscutible que muchos de los votantes de Trump experimentaron temor, aún ante investigaciones anónimas, de revelar su verdadera intención de voto.

Es probable que usted tenga la idea concebida de que así son las cosas, a lo mejor y hasta cree que siempre ocurrieron de esta manera, pues créame que no. No siempre fue así, lo que desde la revolución francesa se conoció como izquierda –hoy progresistas-; dígase colectivistas, liberales, veganos, ambientalistas, comunidad LGBT…, etc., resulta que desde hace algún tiempo son los buenos, y, obvio, la derecha; un reservorio de conservadores partidarios del capitalismo más despiadado, mojigato, repleto de odio y, por consiguiente, representante de todo el mal existente en la tierra.

Puede que usted lo desconozca, pero lo anterior responde a una construcción, pues no siempre fue así, al menos hasta comienzo de los años veinte del siglo pasado, en donde el Sr. Willi Münzenberg, alemán, elegido jefe de propaganda de la Komintern (III Internacional Comunista) movilizó todo su genialidad publicitaria en la elaboración de semejante constructo, o buena parte de él, pues muchos de las etiquetas actuales: ambientalismo, veganismo, ideología de género, etc., que hoy engrosan la agenda progresista no siempre lo fueron. Al contrario, como se podrá recordar, la comunidad LGBT…, por citar un ejemplo, tuvo en los comunistas a sus mayores enemigos, hasta hace poco. La creación de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) en Cuba, durante los años sesentas no me dejaran mentir.

Las ideas colectivistas del comunismo no calaban en occidente, al menos con la inevitabilidad que Marx lo vaticinaba en el Capital, solo lo hicieron un poco, labor de Lenín por medio, en el entramado político alemán de comienzo de los años veinte, donde el partido comunista si llegaría a tener determinada relevancia entre los trabajadores, más en esos años, si bien hubo partidos comunistas en buena parte de Europa y EUA, ninguno llegaría a alcanzar una gran importancia.

Willi Münzenberg, talentoso, lleno de rabia, y sediento de acción, fue presentado a Trosky como un genio del encubrimiento y la ocultación, con un talento nunca antes visto en el arte de atravesar fronteras portando información encubierta, e incluso, hasta personas, de ser necesario. No había paso fronterizo en Europa que se le resistiera. Trosky se lo presentó a Lenín como hoy se hace con un joven genio de la computación. De facto, el líder bolchevique se dio cuenta de que Münzenberg le sería de gran ayuda para su proyecto.

Enorme sería la labor de este Zar de la publicidad, unos años después, en 1921, durante la campaña que organizara para acabar con la hambruna rusa, no sólo logró palear la gravedad de la economía de aquel país, sino que al unísono comenzó el proceso de presentar a la URSS a Occidente como un país de intereses nobles con un proyecto político creador de ciudadanos felices y, sobre todo, libres.

La misión encomendada por Lenín fue cumplida con un éxito abrumador, Münzenberg supo sumar a su campaña publicitaria, a favor del comunismo en la URSS, primero, y en La Guerra Civil Española después, a los intelectuales de todo el mundo, sobre todo, a los de la vanguardia europea y norteamericana; Saul Bellow, E. Hemingway, J. Dos Passos, P. Picasso, F. García Lorca, etc. Por ejemplo, la trascendencia del cine de Serguei Eseinten en occidente se debe, en buena parte a su labor publicitaria, creando cines clubes en universidades, sobre todo, para falsear a Occidente la verdadera realidad de la Rusia comunista.

La revista alemana AIZ, de los años veinte y treinta, fue un atalaya de la propaganda comunista en esos años. Münzenberg, junto al artista dadá John Heartifield, creó el fotomontaje, dotando al periodismo gráfico de una visualidad irresistible al lector de la época. Luego, en 1932, con el incendio del inmueble sede de la Reichstag, encontraría en el antifascismo los argumentos necesarios para presentar al comunismo como todo lo opuesto al nazismo, y, de paso, como la única solución posible a los problemas de la humanidad.

Si bien la quema del Reichstag en 1932, al parecer producto del accionar individual de un militante comunista perturbado mental, Hitler la aprovechaba a su favor para criminalizar y luego perseguir a los comunistas. Münzenberg, lo sabría aprovechar mejor, desde Londres, lograba hacer un contra juicio en donde convenció a la opinión pública mundial que el incendio del parlamento alemán había sido producto de una conspiración de Hitler y el Partido Nacional Socialista. Las pruebas fabricadas por Münzenberg serían copiladas en “El libro marrón”. Con esta jugada publicitaria magistral el comunismo no solo lograba criminalizar al nazismo de manera internacional, como un gran enemigo de los trabajadores y de la humanidad, sino que encontraba de una vez y por todas a su enemigo habitual, el nacismo, al tiempo que presentaba al comunismo como la mejor de las alternativas posibles para combatirlo. Simultáneamente, Münzenberg, consolidaba una red de espionaje que iba Cambridge a Hollywood, pasando por Francia y la España de La Guerra Civil.

Unos años antes, en 1925, Münzenberg introdujo unos de los frentes de su grupo de trabajo, al cual los soviéticos irónicamente llamaban “El trust Münzenberg”, en los EUA para defender el caso Sacco-Vanzetti, dos anarquistas italianos acusados de robar el dinero de la paga de los trabajadores en la empresa donde trabajaban y, luego, matar al custodio de la misma, tenían sentencia de muerte. El caso, si bien debió ser un evento judicial ordinario en los EUA, fue elevado por el propagandista a rango de escándalo internacional.

La orden de Moscú era cambiar, como fuera, ante la opinión pública internacional, la percepción de que los EUA eran el país de las posibilidades y de los sueños posibles, para hacerlo quedar ante el mundo como un lugar xenófobo y hostil a los inmigrantes. Luego, por intermedio de la guionista Dorothy Parker, conseguiría algo fundamental para la propaganda de las ideas progresistas en América, fundar La Liga Anti-Nazi de Hollywood, embrión de la corrección política que hoy permanece enquistada en esa institución.

Münzenberg, fue uno de los artífices de que el totalitarismo se constituyera en el monstruo que ha llegado a ser. Para 1933, en uno de sus últimos viajes a Moscú, pudo constatar con sus propios ojos, como eran tratados los purgados que trabajaban en las obras del Canal de Moscú, donde fallecían alrededor de mil personas diarias, más el publicista regresó a Europa y no solo encubrió los hechos, sino que también le vendió a Occidente la idea de que semejante obra era muestra del poderío constructivo de una comunidad socialista. Por esos mismos años, exiliados soviéticos en Paris, intentaron denunciar la situación de la URSS ante el mundo libre, pero no encontraron eco entre la intelectualidad e incluso fueron llevados a juicio, donde casi van presos por difamación. La mano de Münzenberg estaba detrás.

Las purgas de Stalin de1936 llegarían hasta él, su cuñada fue desterrada a la Siberia al tiempo que su esposo era fusilado, temeroso de ser la próxima víctima de la familia, Münzenberg no regresó a la URSS. La bestia a la cual había alimentado con desvelo, ahora procuraba devorarlo. A partir de 1936, se convirtió en antistalinista y continuó siendo antifascista hasta su muerte

Su vida corría peligro, vivía con sede en Paris, donde era buscado por la Gestapo alemana, la NVKD soviética y los servicios de inteligencia franceses. Perseguido por todos, fue a dar a una prisión en Francia en 1940. Allí, durante el armisticio del 14 de junio de ese mismo año se fugó convidado por otro preso con el que trabo amistad, al parecer, un espía de Stalín. Cinco meses después unos cazadores encontraban un cadáver putrefacto con una soga al cuello en un bosque de Montagne, Todo parece indicar que Münzenberg fue asesinado por su “amigo” de prisión.

Con los años este hombre cayó al olvido, recordado por su entonces empleado, el escritor devenido anticomunista Arthur Koesler, en el libro “El escritor invisible”, Münzenberg pasará a la historia como el publicista más exitoso de todos los tiempos, mucho más exitoso que el nacional socialista alemán Joseph Goebbels, al cual la ideología nazi que publicitó, apenas unos años después, fue criminalizada con odio cerval en todos los países del mundo. En lo cual, por cierto, Münzenberg fue un elemento fundamental.

Sin embargo, el comunismo y sus ideologías afines, con muchas más muertes a cuestas que el fascismo, con campos de concentración igual de crueles y con la economía de cada país en que se ha instalado devastada, no está criminalizado. Para nada, éste, hoy muta en sus eufemismos de Progresismo o Socialismo del siglo XXI, y está más impregnado que nunca en espacios emblemáticos de la cultura occidental como; Hollywood, las universidades, los medios de comunicación, las redes sociales, ect.

Hoy vive más que nunca, tan fácil de asociar con la realidad de estos días, que basta con apenas escribir la “e” por “o” en “todes” o “querides”, o la “x” de “niñxs” de del lenguaje inclusivo. Vive, también, en las campañas mediáticas de desinformación sobre lo que ocurre en Cuba y Venezuela. Vive, incluso, entre los miembros de los colectivos Antifa que vandalizan monumentos y negocios en los Estados Unidos, a fin de asestarle un duro golpe al capitalismo. Sobre cada uno de estos ejemplos, cuelga un hilo invisible que, de alguna manera, va hasta las manos del publicista Münzenberg.

Algo que confirma, con creces, que este señor fue, a no dudar, el mejor publicista de la historia de la humanidad.

Alfredo Fernández es ensayista y escritor.

 

 

 

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One Comment

  1. Rodolfo

    Excelente!!!!

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