EDITO

Vozpópuli: Febrero del 36

Por Jesús Cacho/Vozpópuli.

Estoy en La Sexta y aquí están todos convencidos de que se va”, me decía Gabriel Sanz, miembro de esta casa, en la tarde del viernes. Casi a la misma hora, otras fuentes me aseguraban que estaba en Moncloa encerrado con su mujer y sus hijas, lamiendo las heridas de una grave crisis matrimonial. La imprudencia de Begoña, que ha puesto en grave riesgo su presidencia, estaría a punto de romper también su matrimonio. En Moncloa ya saben que es mucho el material que queda por salir, después de que la señora haya cantado la gallina ante el gabinete de crisis sobre sus andanzas empresariales desde 2018 a esta parte. Fuentes muy fiables me cuentan que el miércoles (dura sesión de control del Gobierno a la oposición) tuvo lugar a primera hora “un pollo muy fuerte entre Pedro y Begoña. Ese día él escribe la carta a solas porque Begoña se ha ido pitando a casa de sus padres tras la monumental bronca”. Insiste Sanz: “A mí me llega que ya el miércoles quería irse, y es el núcleo duro el que le pide tiempo para preparar al PSOE”. El parlamento alborotado de MarisúMontero en el Comite Federal de ayer ha sido también interpretado por los arúspices como una evidencia de que la decisión está tomada. Dos partes: una primera de entrañables palabras para el presidente y su señora que sonaron a despedida, y una segunda convertida en discurso programático de lo hecho y lo por hacer, que más pareció una presentación de candidatura que otra cosa.

La decisión de quedarse o irse, la que sea, está tomada el mismo miércoles, desde el momento mismo en que da a luz esa lamentable carta-trampa mal redactada, impropia del presidente de una democracia europea. Sabemos lo que se ha publicado, pero sospechamos que existen cosas mucho más graves que sólo él conoce. Asuntos que poco o nada tienen que ver, según mi información, con el caso Pegasus. Israel tiene cosas más importantes de las que ocuparse ahora mismo; para Israel no ha llegado la hora de dar su merecido a este “impotente enamorado” (“soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer que vive con impotencia…”) que se ha alineado en el bando de los asesinos de Hamás del 7 de octubre, gente que todavía tiene en su poder a ciento y pico rehenes. El drama de Sánchez, en lista de espera del Gobierno Netanyahu, es Begoña, la deslumbrante corrupción de Begoña, el escándalo de una mujer que ha estado haciendo business sin reparar en que su marido era el presidente del Gobierno. Corrupción suficiente para matar a cualquier político, sin necesidad de añadir la de su hermano, el afamado compositor de óperas, o la de los Koldos, Ábalos y demás familia. En un dirigente democrático, la dimisión era obligada el mismo día que se supo de las andanzas de la doña con Javier Hidalgo, que terminaron en el salvamento de Air Europa rubricado por el propio Sánchez en Consejo de Ministros. Yo te pago tu sueldo en el Instituto de Empresa a cambio de que tu marido rescate con dinero público mi empresa quebrada. Do ut des. No hay político que resista semejante trato mafioso, ni siquiera en un país tan moralmente esquilmado como España…

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