Cultura/Educación

K. Chesterton: Príncipe de la paradoja

Por Gloria Chávez Vásquez.

 

La virtud humana por excelencia es la sensatez,

que nos hace saber estar ante la vida y el mundo.  

GKC

 

El personaje más famoso del escritor británico G.K. Chesterton es el Padre Brown, un amable sacerdote católico, cuya astucia psicológica lo convierte en un formidable detective. Su filosofía es la de que, tanto en el mundo real o de ficción, ni la existencia personal ni la colectiva están resueltas. Son un conjunto de misterios que hay que desentrañar.

Esta es la clave de la literatura de GKC la cual se caracteriza por sus paradojas: comienza sus escritos con una afirmación en apariencia normal, pero luego hace ver que las cosas no son lo que parecen y con frecuencia se dicen sin pensar. El escritor se apoya en un argumento que en latín se conoce como reductio ad absurdum (reducción al absurdo).

Un ejemplo de ese absurdo cotidiano está ilustrado en su novela, El hombre que fue jueves (1908) una alegoría sobre el mal y el libre albedrío. En ella un investigador se infiltra en una sociedad anarquista para descubrir con sorpresa, que está enteramente formada por espías infiltrados, incluido su mismo presidente.

En su Autobiografía, Gilbert Keith Chesterton (1874-1936) recuerda, con poco entusiasmo, el sistema educativo de su tiempo. Su temprana experiencia lo llevó a descubrir que la razón es tan solo uno de los instrumentos del aprendizaje, pues también contamos con el arte, la imaginación, el misticismo y la experiencia de la vida. Desafortunadamente, el mundo moderno solo confía en la razón, y de ahí el comportamientos o ideas poco racionales en nuestra sociedad actual.

Su escepticismo ante la relatividad del Mal, lo llevó a interesarse por el espiritismo, la teosofía y el ocultismo. Dentro del grupo de lo que él llamó “juegos con el demonio”, era el único que creía en la existencia de Satanás: “… Bajé al fondo, …para descubrir al diablo y reconocerlo”.

Después de un periodo de autodescubrimiento, emergió como el teórico optimista que abandonó la universidad para trabajar como editor literario en varios periódicos. En 1901 contrajo matrimonio con Frances Blogg, quien lo ayudó a entender el cristianismo y con quien compartió la fe y su búsqueda de respuestas, hasta el final de sus días.

Como apologista y para sustentar sus creencias, se adentró en los escritos patrísticos y escribió el ensayo ¿Por qué creo en el cristianismo? Rebatiendo a la idea del superhombre planteada por Nietzsche: Soy una nueva especie… Soy el superhombre. He abandonado la piedad y la justicia. A lo cual responde Chesterton: Sin duda eres nuevo, pero no estás cerca de ser un hombre perfecto, porque este ya ha estado en la mente de Dios.

Chesterton mantuvo correspondencia con el dramaturgo inglés, Maurice Baring, y los sacerdotes John O’Connor y Ronald Knox (ambos conversos), quienes lo ayudaron en su transición hacia a la fe católica. Su conversión en 1922 causó gran revuelo, pero su mentalidad abierta le ayudó a sortear todas las barreras.

El asunto para él era muy claro: Estaba entre la luz y las sombras y debía elegir de qué lado estaba. Fue el padre O’Connor quien le demostró que conocía el bien tal como G.K. lo concebía, pero además el sacerdote conocía la maldad escuchando los pecados a través de la confesión.

Chesterton ha sido etiquetado como conservador porque destaca los valores tradicionales. Pero su método es esencialmente moderno y original. Durante su juventud estableció el ideal para una vida más humana. Pronto se dio cuenta de que estas condiciones ya existían en el cristianismo, la llave que le permitiría abrir la cerradura del misterio de la vida, porque es una religión que enseña a encajar las distintas piezas de lo profano con lo sagrado.

No queremos una Iglesia que se adapte a los tiempos, ya que el ser humano sigue siendo el mismo y necesita que lo guíen. No queremos una religión que tenga razón cuando nosotros tenemos razón. Lo que queremos es una religión que tenga razón cuando nosotros estamos equivocados.

En el ensayo ¿Por qué soy católico? escribe sobre la Iglesia de Roma: “No existe ningún otro caso de una institución que haya enseñado a pensar inteligentemente y con constancia durante más de dos mil años. Su historia cubre casi todas las experiencias, y sobre todo, casi todos los errores. En el proceso ha trazado un mapa en el que todos los callejones sin salida y los malos caminos están claramente demarcados, y no vale la pena cambiarlos por la mejor de las evidencias que es la de aquellos que los han recorrido”. La Iglesia católica contiene, además, un mapa de la mente, que se parece mucho a un laberinto, pero que en realidad es una guía para el laberinto, que ha sido compilada por el conocimiento. Incluso considerándolo como conocimiento humano, no tiene paralelo en la historia de la humanidad.

Los argumentos de Chesterton están basados en la razón, la experiencia, la historia, y la sensatez —ante el desquiciado mundo moderno— por el que siente compasión, se envuelve en su transformación a través de sus escritos. Su admiración por la vida es genuina. El mundo es real a pesar de sus contradicciones; es esencialmente bueno y hermoso, y por tanto hay que alegrarse por ello y estar agradecidos.

Chesterton repudia el sentimentalismo porque los excesos obnubilan la razón. El individuo necesita una visión clara y completa de la vida. Su ideal es el del ser común y corriente,​ no el modelo que proponen las falsas ideologías o los pseudointelectuales. El ser humano anda siempre en busca de un hogar: algunos lo tienen muy claro, pero otros buscan sin éxito, durante toda su vida. Además, cada uno tiene que resolver su misterio, como lo hizo él a los 22 años. Los seres humanos tenemos la libertad. Dios no nos ha dado los colores en el lienzo, sino en la paleta, para elegir nuestras ideas y configurar nuestra vida.

GKC es maestro de la paradoja, porque utiliza magistralmente ese recurso de la exposición; tanto su método como su estilo es analizar a fondo, para detectar los errores en los argumentos y comportamientos, que oscurecen la sensatez.

Chesterton legó al universo literario unos 80 libros, cientos de poemas, casi 200 cuentos e innumerables artículos, ensayos y obras menores. Al comienzo de su carrera se dio a conocer con sus artículos periodísticos, y su primera novela El Napoleón de Notting Hill (1904). A esta le siguieron libros de crítica, como Dickens (1906) y G.B. Shaw (1909). Tras una obra titulada Herejes (1905), Chesterton publicó Ortodoxia (1908), que refleja la historia de su evolución espiritual. Su filosofía apologética se refleja en La Esfera y la Cruz (1910).

Su crítica social la definió en ¿Qué está mal en el mundo? (1910). En 1912 compuso La Balada del Caballo Blanco, poema épico sobre el rey Alfredo el Grande y su defensa del reino de Wessex contra los daneses. El hombre eterno (1925) su libro más trascendental, versa sobre la Historia del mundo. La primera parte trata sobre la humanidad hasta el año 0 y la segunda desde ese año en adelante. Fue una reacción al de H. G. Wells sobre la Historia de la Humanidad y tuvo gran influencia en escritores como C.S. Lewis y Evelyn Waugh.

Chesterton escribió medio centenar de relatos con su protagonista el Padre Brown. El personaje es definitivamente su alter ego, en quien GKC volcó todas sus actitudes, creencias y complacencias. Publicados (1910-1935) en revistas británicas y estadounidenses, y traducidos a numerosos idiomas, han sido recopilados en cinco libros (El candor del Padre Brown, La sagacidad del Padre Brown, La incredulidad del Padre Brown, El secreto del Padre Brown y El escándalo del padre Brown). En la pantalla ha sido adaptado sucesivamente por Edward Sedgwick (1934), Robert Hamer (1954), la BBC (1974) y protagonizado por Alec Guinness, Kenneth More y más recientemente en 2013 con Mark Williams.

El pensamiento de Chesterton ha cobrado especial importancia en el mundo hispano, dada la aparición de muchas de sus obras traducidas al español. Su estilo, apoyado en la paradoja y la parábola o relato simbólico, nos acerca a su contemporáneo Franz Kafka, como confirma su admirador, el escritor argentino Jorge Luis Borges.

 

Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista, educadora, reside en Estados Unidos.

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