Relato Mundial

De Córdoba a Trinidad

Imagen Pixabay

Por Ulises F. Prieto.

En Córdoba, en un puente sobre el Guadalquivir, me acordé que nunca visité Trinidad. Esa ciudad resistente a las faldas del Escambray.  Tal vez debería decir que nunca la he visitado. Trinidad fue fundada por el adelantado Diego Velázquez. Tengo la duda de si le llamamos adelantado por ser el fundador de tantas ciudades cubanas, o porque fue el primer Diego Velázquez. En un patio cordobés con flores,  fuente y platos en las paredes, ahora devenido en Restaurante, improvisamos un chiste aletargado de sobremesa:

-¿De dónde es Maimónides?

-De aquí.

-¿De dónde es Averroes?

– De aquí.

-¿De dónde es Santo Tomás?

– De aquí, no.

Tras una combinación de vino de la Ribera del Duero,  café, y una puesta espantando la canícula, nos devolvimos hacia la Trinidad.

Vivimos tiempos de Heráclito. Se sobrevalora  el cambio. Hemos vuelto a decir que las cosas no son porque siempre están dejando de ser. Un río nunca es un mismo río, por lo tanto ni siquiera es un río. Un hombre tampoco es hombre si quiere ser una mujer y una mujer puede ser un hombre o tal vez todo lo contrario, si es que la palabra “contrario” tiene algún sentido. Cada cual es lo que quiere y a esa actitud antirealista, en vez de llamarle anomia, aún le dicen Libertad. Género, número, locura o cordura, vigilia o sueño. Todo es un espectro. Nada está definido. Si es que  las palabras “Todo” o “Nada” tienen sentido. Se niegan las esencias para derrumbar las murallas de los conceptos que nos encorseta dentro de la Realidad. Sin embargo, cuando ya casi palpamos la Libertad absoluta, llega la tiranía. La tiranía del relativismo.

Escuchamos que el Yo no existe. Así declaran, henchidos de Ego, los neurocientíficos. El Yo es una mera ilusión, generado por una inconfesada deidad interior que llamamos subconsciente. Nuestro cerebro nos dirige, pero  mi cerebro, según ellos, no soy yo. Hace más de un siglo que las distinciones entre las especies animales no son nítidas. Es el darvinismo. Un hombre no es más que un mono. Incluso eso de ser hombre, tan sólo refiere a un mero tránsito entre dos tipos de simios. Es decir, el Hombre no existe. Yo no existo. Nos vemos los unos a los otros, mi carne y mis órganos existen, pero yo no. La razón es que me miran como a una máquina. Es decir, no me reconocen mi Libertad. El Yo no es otra cosa que tu Libertad, tu Dignidad. Así ellos intentado ampliar la libertad, incluso sobre la Naturaleza misma,  disuelven del lenguaje las esencias, pero al quitar las esencias eliminan la esencia del hombre, la esencia de ti. La Libertad.

Como casi todo, este tiempo ya lo vivieron los griegos. El relativismo y la anomia trae confusión. La confusión es un instrumento para someter a las personas. Cuando los hombres no se pueden entender medra la desconfianza entre ellos, el miedo, por supuesto también el hambre. Al final la solución resulta ser la tiranía. Ante Heráclito, los de Parménides se adhirieron a la rigidez. No queremos más confusión. Las cosas son lo que son, y lo contrario es una estafa. Nada cambia porque cambiar es dejar de ser, y no se puede ser y no ser a la vez. Dejar de Estar habrían dicho si los griegos hablaran español. Obviamente, si negáramos el cambio también estaríamos negando la Libertad. Cuando hablamos de Libertad es porque algo puedes cambiar. Tal vez a los cubanos no se nos ha dado aún eso de conocer la tiranía del relativismo, pero de lo que sí sabemos es de la perpetua tiranía de lo perpetuo. Es en el cambio, pero no en la anomia, donde el hombre puede ser y estar.

Platón, disfrazado de Sócrates, conversó entonces con Parménides. No llegaron a ningún acuerdo. Con su magistral habilidad narrativa dejó que Parménides  expusiera su visión incompresible del no cambio, y luego expuso la suya totalmente compresible. El Diálogo termina de forma abrupta, como dejando al lector escoger a su conveniencia. Es una técnica de marketing. Te muestro mi producto y el de la competencia, pero el mío lo enseño de modo más llamativo. Luego te digo que puedes escoger libremente. Parece que no hay manipulación porque todo está ante tus ojos. Los que escriben saben que ningún final es abierto. A lo sumo, un final puede ser sugerente. Platón, ese enorme escritor.

Platón no negaba las esencias pero las trasladó a un mundo fuera de dónde ocurren los cambios. Así las cosas de aquí son por participación de aquellas ideas fijas. Pueden estar y a la vez cambiar. Luego Aristóteles advirtió que la potencialidad de ser algo es también una manera de serlo. Así el cambio y la esencia pueden existir a la vez. Pero claro, debía haber una causa única de todas las esencias y por tanto de todas las cosas. Maimónides, Averroes, y Santo Tomás interpretaron a Dios en esa causa sin causa previa. Dios era la esencia de todas las esencias, la quinta esencia. Perfección de las perfecciones.

Para aceptar a la vez la esencia y el cambio, la razón nos obliga a admitir a un Dios único e indivisible, causa de todas las perfecciones, y por tanto perfecto. Pero si Dios contiene todas las perfecciones, entonces posee propiedades, y las propiedades contradicen la unicidad o la indivisibilidad. Si Dios posee la perfección del amor, es porque ama, y amar es una relación. Debe haber alguien a quien ese Dios único, ame, incluso antes de la Creación, y además ese amor pleno también es Dios. Así llegamos a otra contradicción: Dios es único, pero a la vez son tres. Dos que se aman y el amor.  Estábamos evitando la locura de un mundo sin esencias, o un mundo sin cambios, y llegamos a otro contradiós. Sabemos que Uno no es Tres, pero aceptar este absurdo no va contra nuestra Libertad y nos permite ser dignos. Ser y Estar como hombres sobre la Tierra y bajo el Cielo.

Pagamos  nuestra cuenta y salimos a caminar los colores de Córdoba. Juderías sin judíos, un templo pagano que se hizo iglesia, una iglesia que se hizo mezquita, una mezquita que ascendió a Catedral. Así el verde estoico del Escambray debe descender a una Ciudad. No lo he visitado aún.

-¿De dónde es Séneca?

-De aquí también.

Ulises F. Prieto es Profesor de Matemáticas y escritor.

3 Comments

  1. Aplausos!!!
    Gracias. Bien escrito y bien pensado.

  2. Justo A Ruiz

    excelente

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*