Por Lucimey Lima Pérez.
Aunque la última clasificación de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, APA, ofreció cambios considerables en la concepción de estos trastornos, los cuales sí fueron introducidos en el manual (DSM-5), las categorías se conservaron al menos por el momento sin la necesidad de nombrar el grupo. Los criterios para el diagnóstico del trastorno límite de la personalidad (TLP) o “borderline” se mantienen. Este término fue introducido en 1938 por Adolph Stern en EE.UU. La mayoría de los trastornos de personalidad fueron descubiertos en Europa. El concepto indica que la alteración se encuentra en una frontera entre lo psicótico y lo neurótico. Fundamentalmente se caracteriza por inestabilidad emocional, desorganización del yo, frecuente tendencia hacia pensamientos suicidas o auto-daño, agresividad física y emocional, dificultad en el control de impulsos, además de conductas abusivas hacia otros. Algunas personas con TLP provienen de familias estables, sin embargo, la inestabilidad en las relaciones, el abandono, el abuso, las privaciones afectivas, entre otros factores, promueven el desarrollo del TLP. Esto podría indicar un factor de fuerza preventiva, pero lo grave es que puede ocurrir en cadena, con historias transgeneracionales de disfunciones o de características parentales de difícil detección/corrección y generalmente de tardía intervención.
La prevalencia (casos totales en un período de tiempo) es del 0.7% en la población general de la mayoría de los países. En la atención médica primaria se ha reportado entre el 4 y el 6%, mientras que en los centros de cuidados en salud mental puede llegar hasta el 50%. De manera que no se trata de un trastorno despreciable en términos epidemiológicos y mucho menos en cuanto a sus repercusiones.
Los factores psicosociales basados en múltiples estudios familiares han identificado historia de depresión mayor, trastorno bipolar, y abuso de sustancias lícitas o ilícitas en miembros de la familia. Otros elementos incluyen relaciones intrafamiliares conflictivas, una madre distante o sobreprotectora, y un padre ausente aun en su presencia física inaccesible. Además, existen evidencias sustentadas de abusos físicos, sexuales y/o emocionales, así como en el sentimiento de apego que obstaculiza el proceso de individualización hacia la vida de adulto. Concierne sobremanera que aunque conozcamos tanto sobre el TLP, del cual existen más estudios que sobre ningún otro, no se haya podido realizar una prevención adecuada y eficiente, ni una intervención a tiempo. Existen, además, otros factores documentados por estudios de investigadores consolidados que señalan elementos genéticos, neuroquímicos y neuroeléctricos.
¿Cuál es el tratamiento? Si bien algunos casos leves ceden espontáneamente, muchos otros deben recibir tratamiento farmacológico debido a la asociación con depresión, estrés post-traumático, trastornos de la alimentación y riesgo suicida. Claramente que las intervenciones psicoterapéuticas son imprescindibles, para lo cual se han empleado varias aproximaciones y escuelas, cito dos: la terapia cognitiva-conductual y la terapia sistémica, sin exclusión de otras líneas de trabajo. Me permito una viñeta real.
Los que hemos trabajado con personas que califican para TLP sabemos que es un tremendo reto, pero también sabemos que podemos hacer mucho con la constancia terapéutica.
Los Smith. Se trata de cinco hermanos entre 18 y 8 años, Luis (18), Inés (16), María (14), Ernesto y José (8), mellizos. Los padres ambos alcohólicos, la madre además consumía una gama de drogas ilícitas, incluso durante los embarazos. Las adicciones que desarrolló complicaron su salud y falleció cuando el hijo mayor tenía 14 años. El padre trató lo que pudo mientras la madre vivía, aunque él también estaba involucrado, y luego intentó después de la muerte de la madre. El padre no lo manejó por poco tiempo y los cinco fueron asignados legalmente al cuidado de los abuelos paternos. Los abuelos son mayores, el padre es el hijo menor, y ambos trabajan aún en un pequeño negocio familiar. Los he atendido y están exhaustos. Describo: Luis, ha intentado el suicidio en varias oportunidades, los métodos son relevantes para la evaluación, para él fundamentalmente han sido cortes venosos profundos, suena fuerte, pero son realidades. Durante la psicoterapia Luis muestra actitud de víctima, de ser objeto de burla en el colegio y por parte de su hermana María, y sobre su “incapacidad” para trabajar, la cual no es tal y vive a costa de sus abuelos y de ayuda financiera por parte de una institución benéfica. Su actitud es sumisa y colaboradora, se “nutre” de hurgar en los bolsillos de los abuelos. Inés es “neutra” aparentemente, sin embargo, logró mudarse con una tía que la ha acogido sanamente. María es descalificadora, agresiva, molesta continuamente a sus hermanos, se burla, diagnostica a todos y a cada uno con un trastorno mental, agrede físicamente a la abuela, ella es la víctima, es desafiante, se siente “poderosa” y es muy débil. Los dos menores no han sido atendidos, no han asistido porque no viven cerca, y me pregunto, cuánto se puede hacer por ellos hoy. Como podemos observar es muy complejo, cada uno de los hijos tiene una conducta particular y única que solo tiene en común los traumas, pero no el vínculo de grupo. Trabajo en esto, el bienestar…
El abordaje psicoterapéutico del TLP debe ser individualizado, es tan complejo que abarca conductas no inesperadas, pero muchas veces impredecibles.
Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica.
Gracias siempre por sus articulos, tan necesarios.
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