Política

Carta abierta a Pablo Casado

Pablo Casado

Por Alejandro Campoy.

Señor Casado:

Usted jamás será presidente del gobierno de España. Puede ser que aún consiga salvar su puesto dentro del Partido Popular, esa parece ser la solución que pretenden dar a la actual crisis, salvarle a usted y sacrificar como chivo expiatorio al Señor García Egea. Por supuesto, esto no es ninguna solución ni resuelve en absoluto la presente crisis. La cuestión es que usted ha perdido definitivamente y sin posibilidad alguna de recuperarla la confianza de algunos millones de votantes, entre los que me cuento. Jamás votaremos ninguna candidatura encabezada por usted, jamás, le doy mi palabra. Por consiguiente, usted jamás será presidente del gobierno, esto es un hecho.

Ante esto, usted puede optar por una retirada digna, facilitando el paso a alguien en su partido que sí tenga alguna opción de derrotar a Pedro Sánchez en las urnas y rindiendo de este modo un buen servicio a su país, o puede agarrarse a su sillón y seguir presidiendo un partido residual que ya no tendrá más papel que el de facilitar gobiernos de otros partidos que ya serán mayoritarios por encima del Partido Popular, sea el PSOE o sea Vox. Tal vez pueda llegar usted a ser vicepresidente del Gobierno con Don Pedro Sánchez, ese quizás sea su mejor futuro político a día de hoy.

Y las razones por las que esto es así son muy claras y evidentes: usted se ha movido por celos, por envidia, usted ha traicionado no sólo una amistad sino a una compañera de su propio partido, acusándola de corrupción a partir de rumores proporcionados por el señor Sánchez, rumores sin pruebas y dinamitando, como acostumbra la izquierda, cualquier tipo de presunción de inocencia; compañera que propinó a Sánchez la mayor humillación en las urnas que haya tenido nunca y que es su mejor activo electoral; desde entonces Sánchez sólo se mueve por la revancha y el odio y usted le ha secundado porque le mueven las mismas razones, la revancha y el odio que les produce verse superados por una persona normal pero honesta, no muy brillante pero sincera, que desde el minuto uno se ha dedicado exclusivamente a buscar lo mejor para los ciudadanos con su aciertos y sus errores, pero en la que los votantes han visto simplemente a uno de ellos, a alguien que no es el habitual político profesional que se dedica al arte de representar teatralmente comedias en un hemiciclo engolándose mucho y exhibiendo su capacidad o incapacidad oratoria, como si eso fuera lo que resuelve los problemas reales, sino a alguien cercano y ocupado en las situaciones del día a día de las personas.

Usted y sus secuaces se han comportado como auténticos miserables, y eso ya no tiene vuelta atrás. Lo que han perdido es ya irrecuperable. Por esta razón usted jamás será presidente del gobierno. Cualquier intento de solución que pase por mantenerle a usted en su actual cargo no será más que una farsa, una patraña que no conduce a nada y que sólo servirá para perpetuar al actual gobierno por varias legislaturas más en el poder, con lo que ustedes causarán un grave perjuicio al conjunto del país. Usted debe desaparecer, pero no lo hará, porque usted ya ha demostrado, al igual que el actual inquilino de la Moncloa, que los intereses de los españoles no le importan en absoluto, que lo único que le mueve son sus propios intereses y su escalada al poder.

Se lo repito por última vez esperando que lo asuma: jamás será nada, usted ya está políticamente muerto para siempre. Los votos que ya tiene perdidos y que no va a recuperar jamás se lo demostrarán si está usted por completo incapacitado para poder ver la realidad de los hechos. Su partido lo está en grado sumo, no saben a donde van ni por qué ni cómo, y sólo son capaces de entretenerse con muletillas simplonas que evitan tener que pensar del estilo de “los trapos sucios se lavan en casa”, “que buena oratoria tiene”, “hay que hacer política para adultos” y todas esas basurillas de andar por casa que andan soltando. Era mucho más simple: hay que ser honestos, leales y con una mínima ética como para ser capaz de defender unos principios y unas ideas por encima de los propios intereses. Por supuesto no hace falta ni que le diga que ese presunto y falso caso de corrupción ni existe ni va a tener el más mínimo recorrido jurídico.

Es una utopía pretender que en lugar de enredarse en discusiones internas dentro de su partido entre “barones”, cargos orgánicos y militantes, todos ellos podridos de intereses personales, escucharan por una vez a los ciudadanos y a los votantes. Ya, las quimeras de siempre. Como siguen siendo incapaces de hacerlo, cuando tengan que contar votos entonces sí se preguntarán que es lo que ha pasado, que no es ni más ni menos que lo que tiene aquí escrito negro sobre blanco.

Alejandro Campoy es español. Profesor de Historia en la Enseñanza Secundaria.

One Comment

  1. Miriam Morales Soriano

    Si tiene un poco de vergüenza debe renunciar al igual que Pablo Iglesias y desaparecer.

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