Por Pedro Cornelio von Eyken.
En casi 38 años de carrera diplomática hasta mayo de 2021, en que me retiré, tuve cinco destinos en el exterior: Hamburgo, Bonn, La Habana, Helsinki y Puerto Príncipe. Vivía en Alemania cuando cayó el Muro de Berlín en 1989 y podría haber escrito sobre ese momento histórico. Pero fue el estado de Cuba entre 2006 y 2009, cuando residí en La Habana, el tema que elegí para mi tesis doctoral en ciencias políticas. La defendí el 27 de abril ante el tribunal universitario. Se titula La Revolución Cubana 50 años después. Impacto de los factores externos e internos en la situación económica y social de Cuba en 2009. Puede hallarse en el sitio Academia.edu. Su objetivo es analizar las razones internas y externas de la grave situación de la que fui testigo durante mis tres años en la isla, cuando experimenté los coletazos de la peor crisis económica y social de la historia cubana, el llamado “período especial en tiempos de paz”. Recorrí el país de punta a punta y la Isla de la Juventud. Hablé con la gente. Ya fuera de Cuba, años después, hice entrevistas a exiliados hace poco tiempo.
Mi hipótesis de trabajo es que los factores exógenos –el embargo estadounidense y la implosión soviética de 1991– condicionaron severamente esa situación pero lo determinante fueron las causas internas, es decir, las decisiones económicas erróneas y contradictorias de Fidel y Raúl Castro durante cincuenta años. En una apretada síntesis mencionaré por qué considero que el tema es original y lo más relevante de la tesis.
Me pregunté por las razones económicas de la agobiante situación de los cubanos en esos años, luego de las mutantes promesas de la Revolución. ¿Por qué mutantes? En su alegato La historia me absolverá de 1953, en el Manifiesto de la Sierra Maestra escrito con Felipe Pazos y Raúl Chibás de 1957 y en sus primeras declaraciones a comienzos de 1959, Fidel Castro hablaba de elecciones, justicia social, reforma agraria, disminución del desempleo, alfabetización y salud para todos. Pero desde el comienzo muchos advertían la deriva comunista que se iba imprimiendo al sistema. En febrero de 1960 visitó Cuba el vice primer ministro soviético Anastas Mikoyan, que suscribió varios acuerdos que preanunciaban una relación estratégica con la URSS. Meses después, el 2 de septiembre, Fidel Castro pronunció en la Plaza de la Revolución un discurso conocido como Primera Declaración de La Habana, en respuesta a la VII Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de la OEA que condenó la interferencia de la URSS y China Popular en el hemisferio occidental. Fue una declaración de abierta hostilidad hacia Estados Unidos, que se prolongó por más de cinco décadas. Finalmente, en abril y diciembre de 1961, Castro reconoció el carácter socialista de la revolución y su adscripción al marxismo-leninismo, lo que produjo un giro de 180 grados en sus promesas originales y un sistema que no registraba antecedentes. Los cubanos votaron libremente por última vez, entre varias opciones, en noviembre de 1958.
Según el discurso oficial, todas las desgracias del país se deben al “bloqueo” estadounidense dispuesto por el presidente Kennedy en febrero de 1962, agravado con los años. Casi no se dice que las primeras sanciones decididas por el presidente Dwight Eisenhower en 1960 (la reducción y la eliminación de la cuota de azúcar cubano), se debieron a las expropiaciones de activos estadounidenses sin indemnización a partir de la reforma agraria de 1959, a las que se fueron sumando centrales azucareros, servicios públicos y otras empresas. Tampoco se suele recordar que en diciembre de 1958 la mayoría de las tierras y empresas privadas eran propiedad de cubanos, no de estadounidenses, o que los índices de desarrollo de Cuba, en especial en La Habana, eran muy superiores a la mayoría de los países de la región.
Es cierto que, con el tiempo, a partir del embargo dispuesto en 1962, las sanciones fueron adquiriendo intencionalidad política: derrocar a Fidel Castro y/o modificar la situación de los derechos individuales. En plena Guerra Fría, EE.UU. no podía tolerar un régimen comunista a 90 millas de sus costas y eso lo llevó a cometer errores, como involucrar al sistema interamericano para sancionar a Cuba y reforzar el embargo con leyes que incluyeran efectos extraterritoriales en perjuicio de terceros países, como la ley Torricelli de 1992 y la Helms-Burton de 1996, que merecieron una severa reprobación internacional.
Pero también es cierto que desde 1959 Fidel Castro emprendió la obsesiva tarea de hacer de Estados Unidos el gran enemigo, empleando para ello toda forma de provocación, desde las expropiaciones hasta el fomento de las guerrillas latinoamericanas y su involucramiento en las guerras de independencia de Africa, sobre todo en Angola, llevando en su cruzada a cientos de miles de cubanos a pelear en otro continente una guerra que no era suya.
Originalidad: decir que el fracaso económico de la Revolución y la grave crisis emergente obedeció a las decisiones económicas de la Revolución durante 50 años constituye un rasgo de originalidad respecto de la mayoría de los estudios sobre la grave crisis, basadas en la influencia de factores externos. Esta toma de posición de un diplomático latinoamericano que vivió en Cuba y procede del país del Che Guevara no me generará muchos amigos. Pero como decía Aristóteles, “soy amigo de Platón pero más amigo de la verdad”.
Incluyo en la bibliografía (30 páginas) fuentes primarias como los discursos y artículos de Fidel y Raúl Castro entre 1959 y 2009, los documentos del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba de 1975, los fundamentos de la orden ejecutiva 3447 de John Kennedy del 3 de febrero de 1962, que dispone el embargo, un intercambio de memorandos entre Kennedy y sus colaboradores inmediatos antes de dicho decreto y la extensa entrevista de Ignacio Ramonet a Fidel Castro, plasmada en el libro Cien horas con Fidel (2008).
Las numerosas fuentes secundarias incluyen libros de referencia de historiadores e intelectuales como el británico Hugh Thomas (Cuba, la lucha por la libertad, 1974); el norteamericano Tad Szulc (Fidel, un retrato crítico, 1987, la mejor biografía del líder cubano) y los cubanos exiliados Jaime Suchlicki (Breve historia de Cuba, 2006) y Zoé Valdés (La ficción Fidel, 2008). Para la economía la lista es extensa. Hay profesores cubanos exiliados como Carmelo Mesa Lago –cuyos ocho ciclos económicos entre 1959 y 2009 son medulares en mi trabajo– y sus compatriotas Jorge Domínguez, Jorge Pérez López, Mauricio de Miranda Parrondo, Oscar Espinosa Chepe y Omar Everleny Pérez Villanueva. Fue indispensable el aporte del agrónomo francés René Dumont (¿Es Cuba socialista?, 1970). Socialista él mismo, fue contratado por Fidel Castro para asesorarlo sobre temas agrícolas y ganaderos y viajó a Cuba en 1960, 1963 y 1969. Fue muy crítico de Castro al ver que sus consejos no eran tomados en cuenta, como cuando alertaba que se disponían medidas superadas en la propia URSS, como la colectivización en lugar de las cooperativas. Cuba cambió el latifundio privado por uno público y los resultados están hoy a la vista: miles de hectáreas sin producir.
También cito a académicos cubanos revolucionarios y acríticos como los de la compilación Cuban Economist on the Cuban Economy (2013) del estadounidense Al Campbell. Un autor cubano residente, Guillermo Jiménez Soler, escribió Las empresas de Cuba, 1958 (2004) y Los propietarios de Cuba, 1958 (2007), que muestran que antes de la Revolución eran mayoría los propietarios cubanos, no los norteamericanos. También escribió el artículo El nivel de vida de los cubanos antes de la Revolución (1998), donde reconoce como “las dos caras de la luna” el distinto nivel de vida antes de 1959 entre los elevados índices de desarrollo de La Habana y la postergación del interior. Entre los extranjeros acríticos incluyo el iraní Salim Lamrani y los norteamericanos Leo Huberman, Paul Sweezy y Waldo Frank. Un sobrino de éste, Marc Frank, a quien yo consultaba con frecuencia, reside en Cuba como corresponsal de Reuters y escribió Cuban revelations. Behind the scenes in Havana (2013).
La tesis pasa revista al contexto de la Guerra Fría e incluye referencias a las relaciones de Cuba con Estados Unidos y la Unión Soviética, la invasión de Playa Girón, la crisis de los misiles y las guerras de Fidel Castro en Africa. En el ámbito interno analizo, entre otros objetivos absurdos, la fallida “cosecha de los diez millones” de toneladas de azúcar de 1970.
Para terminar, un capítulo fundamental analiza la diferencia de resultados entre Cuba y Vietnam, dos países marxistas-leninistas que siguieron caminos diferentes en materia económica con la implosión soviética. Utilizo los siete factores de diferenciación política de la norteamericana Julie Marie Bunk, que muestran la superioridad de Vietnam basada en la flexibilidad, el pragmatismo y la adaptación del Doi Moi (renovación) desde 1986, frente al rígido dirigismo cubano que permaneció impasible frente a la implosión soviética. Esos siete factores son: a) el grado de dependencia económica durante la Guerra Fría; b) la reacción al colapso del imperio soviético; c) el grado de coherencia en la formulación de políticas; d) las características de los liderazgos; e) la naturaleza de la tradición cultural; f) la naturaleza y sustancia de las relaciones regionales; y g) el grado de compromiso de las reformas económicas a largo plazo.[1] Vietnam hizo las cosas bien. Clinton derogó el embargo comercial a Vietnam en 1994 y Obama el de armas en 2016. Vietnam ha venido creciendo a altas tasas y disminuido la pobreza. Cuba, ya se sabe. Un país tomó decisiones económicas pensando en su gente, sin abandonar su sistema político. El otro sólo temió perder el poder.
[1] BUNK, Julie Marie (1996), Marxism and the Market: Vietnam and Cuba in Transition. En: Cuba in Transition, ASCE, pp. 234-243
Pedro Cornelio von Eyken es Doctor en Ciencias Políticas. Ex diplomático argentino.
[1] BUNK, Julie Marie (1996), Marxism and the Market: Vietnam and Cuba in Transition. En: Cuba in Transition, ASCE, pp. 234-243
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No encuentro su trabajo: “La Revolución Cubana 50 años después. Impacto de los factores externos e internos en la situación económica y social de Cuba en 2009”. ¿Podría facilitarme un enlace? Muchas gracias, por su artículo.
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