EDITO

Sánchez, el gran traidor

Por Rosa Díez.

 

A pesar de su crueldad, a pesar de los más de 857 crímenes que cometieron, a pesar de las miles de familias huérfanas de sus seres queridos arrebatados por la barbarie y la impiedad, a pesar de los miles de hogares destrozados, a pesar de los sueños rotos de miles de ciudadanos a quienes les arrebataron el futuro, a pesar de los centenares de miles de vascos a los que expulsaron de su tierra… ETA no consiguió destruir la democracia.

A pesar de que aún hoy existen más de 350 crímenes de ETA sin juzgar, ETA no consiguió que ni una sola de sus víctimas reclamara venganza.

A pesar de la persecución a la que sometió a los constitucionalistas, a los uniformados, a los periodistas, a los profesores, a los jueces, a los padres de familia que vivían con sus hijos en las casas cuartel, a los funcionarios de prisiones, a los concejales, a los diputados, a los representantes de las instituciones del Estado… ETA no consiguió doblegar a los ciudadanos libres

A pesar del silencio y/o complicidad de los nacionalistas vascos, ETA no consiguió ahormar a una sociedad plural  y mestiza como es la vasca, no consiguió que dejáramos de luchar.

A pesar del silencio y/o complicidad de la jerarquía eclesiástica vasca, ETA no consiguió doblegar a una mayoría de vascos libres que un día tomaron las calles para  gritar “Libertad”.

A pesar de los largos años de silencio de las instancias europeas, a pesar de los santuarios de ETA en Francia y en Bélgica, los demócratas españoles no nos dimos por vencidos hasta que  Europa entera comprendió que aunque el terrorismo era un drama para los españoles era un problema de todos los europeos. Y que no queríamos solidaridad, sino acción común frente a ETA. Y lo logramos.

Y cuando ya contábamos con la complicidad activa de todas las instituciones y países de Europa, cuando el trabajo de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad y la cooperación internacional ya había dado sus frutos, cuando los ciudadanos ya habíamos salido a la calle para reivindicar nuestras instituciones democráticas, para enfrentarnos a ETA y a todos su cómplices por acción u omisión… llegó Zapatero y convirtió a ETA en interlocutor político del gobierno de España.

Y ahí empezó todo. Ahí, con la primera gran traición del PSOE empezó ETA a ganar una batalla que había perdido mientras regaba de sangre inocente las calles de España.

Y después, cuando creíamos que lo habíamos visto todo, que la infamia y la indignidad del PSOE no podían ser superadas, que el PSOE no podían caer más bajo, llegó Pedro Sánchez. Y rompió todos los puentes entre demócratas; y cavó un foso entre españoles; y se saltó todas las líneas rojas que ni siquiera Zapatero se había atrevido a romper. Y pactó con los enemigos de la democracia, con los que habían querido destruirla asesinando a ciudadanos inocentes que hacían de escudos para defenderla. Y llamó “valientes y patriotas” a los representantes y defensores de los criminales, a quienes les organizan homenajes, a quienes  llamaban “valientes” y “patriotas” a los asesinos cuando disparaban un tiro en la nuca a un inocente o ponían un coche bomba que mataba hombres, mujeres y niños mientras dormían en sus camas o hacían la compra en un supermercado. Los terroristas de ETA no pudieron destruir la democracia asesinando inocentes. Pero ahora ya tienen a Sánchez de su lado, ya tienen al PSOE en el lado oscuro.

Vivimos un proceso involucionista que se está gestando y poniendo en marcha desde la Moncloa. No necesitan sangre para destruir la democracia: tienen el Boletín Oficial del Estado. Pero, por si acaso, se aprestan a reformar el Código Penal y a liquidar la independencia de la Justicia: no vaya a ser que haya algún juez que les siente en el banquillo cuando, finalmente, perpetren el golpe contra el orden constitucional.

Lo que me pregunto, aunque quizá es retórico a estas alturas, es si no queda nadie decente en ese partido socialista que otrora fue un partido defensor de la democracia y las libertades. Porque nadie podrá decir mañana que no sabía lo que estaba ocurriendo, que no olió el humo, que no vio el incendio… ¿Acaso los afiliados del PSOE no comprenden que Sánchez lo ha manchado con la sangre de los inocentes asesinados por los “héroes” de aquellos a los que él llama “valientes y patriotas”?

Hay que organizar la resistencia. A pesar el PSOE… o precisamente por eso, por lo que está haciendo el PSOE.

 

Rosa María Díez González (nacida el 27 de mayo de 1952) es una política española de Unión, Progreso y Democracia , diputada de la UPyD en el Congreso de los Diputados de 2008 a 2016. Obra reciente: La demolición: La gran traición de Sánchez a la democracia

 

 

3 Comments

  1. Pingback: Sánchez, el gran traidor. Por Rosa Díez – Zoé Valdés

  2. Sussan González

    Un lujo tener a Rosa y Zoé. Gracias Zoepost.

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*