Sociedad

¿Quién es Ailer? (1ra Parte). «La pobreza es un grito»

Ailer González Mena por Ray Luna

Por Ray Luna.

Ailer González Mena no es una esnobista; al contrario, es una de las pocas personas —interesadas en el arte y la cultura— dentro de la otrora oposición cubana con quien se puede tener una conversación profunda sin caer en cursilerías ni banalidades egocéntricas. 

“¡Pasajero detente!” Esta que te traigo no es infladora de sandeces, sino una mujer infinita que sabe platicar amenamente y cuyos puntos de vista no pueden ser otra cosa que suspicaces y hondos. Una criatura indomable.

Esta primera entrega trata de tres temas fundamentales: la familia, los valores de la tradición y la educación.

Espero, lector mío, que disfrutes leyendo esta conversa como lo hice yo en su momento. 

Ray Luna.

Podrías contarnos ¿dónde, cuándo, cómo y por qué naciste?

¿Por qué naciste??…jajaa ¡Está buena esa!

¡Ajá! Bueno, Severo Sarduy decía que la biografía de uno empieza antes del nacimiento. Creo que es cierto ¿o no?

¡Seguro! ¿Son esas dos preguntas?

Pero tómalo con calma y no te me pongas literaria. Sé tú misma, sin censura ¿ok?

Cero literatura, como si estuviera hablándote por Whatsapp, que es en definitiva lo que será.

¡Yup!

Nací en Santiago de Cuba, mi madre muchos años después de yo insistirle porque necesitaba hora y día de mi nacimiento para que un amigo me hiciera mi carta astral, recordó que fue al amanecer de un Domingo 12 de Agosto de 1973 bajo el signo de Leo y en el horóscopo chino el año del Buey (por cierto, he leído que el 2021 también es el año del Buey). Me gusta decir —como un lindo detalle— que el ginecólogo que hizo el parto a mi madre “casualmente” se llama Bienvenido. Creo que aún vive, lo conocí personalmente alguna vez, me saludó con cariñosa familiaridad; imagino que acostumbrado a ver vueltos hombres y mujeres a tantos y tantos bebés traídos por él. ¿Por qué nací? Supongo que estaba “ya en punta” en alguna lista del misterio divino que al mismo tiempo juntó a mis padres en noviembre del 72 para que justo 9 meses después llegara yo al matrimonio de un joven médico guantanamero, recién graduado y una enfermera santiaguera.

¿Alguna razón en particular para nombrarte Ailer? Por cierto, ¿es una palabra llana o aguda?

Es un nombre poco común y difícil de pronunciar por lo que casi siempre me llaman de todas las maneras parecidas posibles. No sé su origen aunque suena alemán; tampoco creo que tenga un significado. Estando mi mamá embarazada conoció allá en Filipinas (Guantánamo) a una prima hermana de mi papá que al poco tiempo se iría de Cuba, escapando del castrismo, que llevaba ese nombre y a mi mamá le gustó. Esa prima tocaya que vive en New Jersey fue quien prácticamente nos sostuvo durante el período especial y pude conocerla finalmente y estar en su casa hace algunos años, es muy anticomunista por lo que nos llevamos muy bien, mi papá siempre le dice: “Las Ailer son tremendas”. Es una palabra llana con la fuerza de pronunciación en la A, pero mi papá cuando me habla en tono de jarana me dice Ailér.

¿Tus padres viven en Santiago? ¿Son de allí originalmente?

Sí, allí viven. Mi madre nació en Santiago de Cuba, mi padre en una zona de Guantánamo llamada Filipinas que luego el castrismo nombró municipio Niceto Pérez aunque mi papá y su familia siempre continuaron llamándola así, Filipinas.

Entonces, ¿tú creciste en Santiago? Cuéntame un poco cómo es crecer en Santiago.

Creo que fui creciendo más en mi mente que en un lugar geográfico determinado, encerrada por horas en mi cuarto, leyendo cuanto libro caía en mis manos, incentivada por mi papá que al recogerme en la escuela solía llevarme a una librería cercana, me soltaba en ella para que yo sola escogiera mis libros, todavía recuerdo el olor de ese espacio, los libros antes olían diferente, ¿verdad? ya no… Yo diría más bien que crecí en sitios específicos que me marcaron, fundamental entre ellos la casa de mis abuelos maternos (Mima y Papi), especie de finquita familiar sostenida por mi abuelo hasta sus últimos días de vida; había sembrados de lechuga y cilantro, matas de mangos, aguacate, frutabomba, un almendro que tapizaba de hojas el patio. Los primos llenábamos cacharros de carapachos de almendras secas para machacarlas hasta llegar a la almendrilla roja que luego comíamos con azúcar prieta. Allí éramos salvajes y despreocupados.
También mis 6 años de primaria en el Cuartel Moncada, llamado Centro Escolar 26 de Julio, un correccional educativo en el que nunca me sentí a gusto, y que hoy sé que me hizo, de una manera inconsciente y silente, aborrecer la uniformidad, la obediencia y la colectividad de ese sistema.
Pasé mucho tiempo también en el hospital donde trabajaban mis padres, de niña me enfermaba mucho de amigdalitis, cuando eso sucedía mis padres me llevaban con ellos para el trabajo, allí me familiaricé con la enfermedad, con el lenguaje médico, me les perdía y deambulaba sola entre pasillos, todos me conocían y me dejaban hacer. Un día llegué a entrar al “cuarto de las papas”. Anatomía patológica, decía el letrero y eso de Pato… me llamó la atención, empujé y avancé calladamente, había un muerto encima de una camilla, me descubrieron y me sacaron de allí entre regaños…siempre fui medio solitaria, mi mamá tempranamente me inoculó un infantil individualismo con su férreo carácter: no andes en grupitos, no cuentes tus cosas, no pidas lo que no es tuyo, cero metezón en casa de nadie…
Crecer en Santiago para mi no tuvo nada de especial, o distintivo, de allí conservo determinadas palabras que a cada rato me salen y sorprenden; y eso que algunos de mis amigos llaman la “picuencia” y guapería santiagueras, aunque la conga no se me da bien.
Santiago de Cuba es una ciudad de gente reactiva, mestiza, es agreste, estrecha y sofocante, con ella no me llevo muy bien aunque al mismo tiempo no la reniego, como si fuera un amor que no fue.

Me sucede un poco lo mismo con Santa Clara, mi ciudad natal. Siempre andaba mataperreando por ahí. Mis amigos y yo íbamos a ver los muertos en formol y después a jugar en el colchón de judo de la escuela de medicina cuando aún era un campus abierto. Sin embargo, creo que Las Villas tiene una idiosincrasia propia. ¿Tú crees que pasa lo mismo con Oriente? Aparte de ese acento, que yo encuentro muy bonito, por cierto.

Yo creo que sí, no soy una estudiosa del tema (bueno, no soy una estudiosa de casi nada) apenas una sensora: percibo cadencias, gestualidades, sabores, maneras de cocinar diferentes… Creo que los orientales son más pendencieros y primarios en sus maneras, menos hipócritas. El mestizaje y la negritud es fuerte por lo que hay más rudeza también. Creo, incluso, que dentro de Oriente cada zona tiene sus propias particularidades. De hecho, no todos los orientales “cantamos” igual. Con el desplazamiento de los orientales hacia el occidente de Cuba, buscando vías de sobrevivencia, ya apenas quedan habaneros puros y lo mismo sucede en Santiago yo percibía en mis últimas idas allá que ha variado algo el fenotipo santiaguero, se ven más personas con características indígenas, eso antes solo lo veía en Baracoa, imagino que hay un desplazamiento también de la montaña al llano, no lo sé… y está también como parte de esa idiosincracia oriental lo religioso con un componente muy africano, mucha influencia del vudú, de niña siempre escuchaba los bembés. Y la conga, que para mí es un continuo llamado a lo ancestral, en esa zona, no suena igual a ninguna parte en Cuba. No se toca igual. Pero como te decía no sé explicarte los porqués, apenas mis sensaciones…

¿Se despierta rápido a la vida espiritual en Santiago? En tus años de adolescencia percibías tensión entre esos dos mundos: el material (impuesto por la educación) y espiritual (que se respira en la familia y una ciudad con bastantes templos), quiero decir.

Creo que lo espiritual en Santiago se asume con más folclor y menos liturgia, percibo que lo más rápido del despertar espiritual es la influencia del Cobre. La Virgen de la Caridad, siento que esta es la primera y más directa referencia que se adquiere desde la infancia para los santiagueros. En todos los procesos familiares está presente La Virgen de la Caridad, es obligada la visita al santuario, las peticiones, el pago de promesas, su imagen en los hogares, las piedritas del Cobre como amuleto. A pesar de existir otros templos e iglesias, creo que es el Santuario del Cobre el lugar más visitado por los santiagueros, a pesar de estar más alejado de la ciudad.

Mena y González son apellidos muy castizos ¿alguna idea de dónde viene tu linaje? Por otro lado, eres una abuela muy joven, ¿fuiste una adolescente precoz? Háblame un poco de esa etapa tan tumultuosa y bonita de la vida, por favor.

Adolescente precoz?…jaja..esto se está poniendo bueno.

¿Linaje?… isleño, de Canarias, España.
Siempre he sido bastante atrevida por lo que tuve la “osadía” de parir joven y me alegra ser una abuela joven. La rebeldía, la intuición y un cierto dejarme llevar me ha permitido colocarme en circunstancias curiosas, vivo cada etapa con intensidad, aún soy una adolescente precoz, solo espero no salir embarazada otra vez, mi nieta se turbaría mucho jajaaa

Todos los chamacos de mi barrio eran hijos de padres divorciados. Fuimos hombres criados por mujeres. Eso tiene consecuencias en los años formativos. Tú creciste con tus padres ¿crees que los valores familiares son un elemento importante? ¿Crees que eso forma parte de tu personalidad?

Mis padres conforman un matrimonio estable y armonioso, de total entrega y sacrificio por sus hijos y generaron eso mismo en nosotros. Para mi hermano y para mí, esa familia cercana es fundamental e intentamos retribuir lo mejor que podemos toda esa dedicación, nuestros padres e hijos son prioridad. La educación en los valores éticos y morales que te inyecta la familia es inolvidable e insustituible. Por supuesto que mi personalidad está compuesta por esos valores con los que me amoldaron, luego ya están otras características heredadas o adquiridas y desarrolladas a través de este aprendizaje que es vivir

¿Qué valores crees haber adquirido en los años de la secundaria y la época preuniversitaria? Fueron, supongo, años fundamentales. Dicen que son los años en los que se forja no solo la personalidad sino las grandes amistades ¿no crees?

En primer lugar la desobediencia, la rebeldía. La lealtad, jamás chivatear o delatar a alguien —que es una de las aberraciones que alienta la ideología socialista—, es decir, la decencia. No envidiar; siempre me admira la gente capaz, creativa, talentosa, y lo celebro. Criterio propio, en esos años aun cuando formaba parte de algún grupo siempre mantuve mi propia opinión, mi individualidad, no me dejo influir ni manipular fácilmente. El sentido del humor, sarcástica… la satería…me gustaba mucho compartir con los varones y escuchar sus historias, los chismecitos de niñas y cuestiones femeninas me interesaban menos jajaja… Sí, aún conservo par de amigos de esa época; imagínate, han pasado más de 20 años y es gustoso que te digan: “tú siempre fuiste así”.

Sobre las amistades y la amistad he estado reflexiva en los últimos tiempos, ¿quiénes son los verdaderos amigos? He vivido mucha deslealtad en estos tiempos, mucho desagradecimiento, mi incursión dentro de la oposición, creo, me ha puesto de frente a cuestionar quiénes son los amigos de verdad. Al final elijo como amigos eternos a mis padres y a mi hija y a algunos pocos que han demostrado su amor y su incondicionalidad. Aunque soy algo “juyuya” estoy siempre abierta a los nuevos amigos; sé que voy por un camino y algunos no nos hemos encontrado…

Es curioso que menciones lo de la ideología. Justo ahora estoy escribiendo un texto sobre el realismo socialista en Molinos de viento, una obra de teatro que no aborda los problemas reales, valga la redundancia, que el sistema educativo cubano padecía en los 80 y, supongo, persisten hoy. El realismo socialista cubano no aborda el acoso de tipo homosexual, la pedofilia, el voyeurismo, ni la delación o el adoctrinado y el chantaje político, el chantaje sexual y el emocional en las “becas”. Desde que estudié la secundaria comencé a despertar a las ideologías (o a la política, como dice la gente). ¿Estuviste becada? ¿Disfrutaste la escuela al campo? ¿Cómo se despierta una jovencita santiaguera un día y dice “vivo bajo una tiranía”? (Que conste que no quería entrar, aún, en la cuestión de la política ni cómo afecta tu vida.)

Nunca estuve becada, mi secundaria y Pre fueron urbanos, por suerte. Pero sí tuve que ir a la escuela al campo 45 días durante los tres años de pre, no tengo ninguna nostalgia de la escuela al campo, la detesté. De hecho cuando le tocó a mi hija me negué rotundamente y no fue.
Tengo un espíritu medio solitario, ensimismado, evito las multitudes y las grupalidades, la escuela al campo, otra de las aberraciones del castrismo, además de obligar al trabajo esclavo a menores de edad, es una agresión a tu intimidad, ponerte de golpe a convivir, a compartir albergues, literas y baños con personas desconocidas para mi fue muy violento; recuerdo tener que bañarme en aquellos cuartuchos de cemento, sin techo ni puertas y se sentaban en frente otras muchachas que te miraban con indiscreción mientras terminabas, yo siempre les decía que esperaran afuera.
En mi primera escuela al campo, en 10mo grado organicé una pequeña insubordinación, por lo abusivo de la jornada, llevaba la voz cantante, les dije de todo a la jefa de campamento, me hicieron un consejo disciplinario, me amenazaron con “mancharme el expediente”, una de las profesoras me llamaba “abogada de manigua”. Teníamos que trabajar de lunes a viernes y muchas veces sábado para sobrecumplir o en “saludo” a no sé que fecha. El depié a las 5 am, lavarse la cara y la boca bajo la neblina, el desayuno: una mezcla caliente llamada chorote (creo era harina cocinada con algo de leche que mejorábamos echándole leche condensada o chocolate de los pertrechos personales que cada quien llevaba y que los padres reponían cada domingo en sus visitas). También daban unos pedazos de pan que sabían a leña. Antes de salir hacían un matutino donde nombraban a los incumplidores, allí me paraban todas las mañanas, imagina que diariamente cada estudiante debía recoger dos latas de café, creo que cada lata serían 50 libras más o menos, yo apenas lograba recoger diariamente un morral que hacía media lata. Es difícil recoger café en la montaña, las hormigas de las matas de café te encienden, echas granos y granos y aquello no se llena. Comenzábamos a subir la montaña sobre las 7 y 30 de la mañana, te imaginas aquellos macizos del III Frente Oriental, había que subir bien alto, era muy fatigoso, a cada rato descansar porque falta el aire, a veces pasábamos casi dos horas subiendo por aquellos trillos conducidos por un guía, un guajiro que indicaba la zona que debíamos “limpiar” de café. Era, además, peligroso; hubo varios accidentes, si pisabas un matorral en falso y no lograbas agarrarte de algún gajo, podías caer al vacío, otras veces rodábamos loma abajo dando vueltas; lo que más dolía es que se botara el café recogido, el morral colgado a la cintura a medida que se llena pesa un montón y provoca unos dolores en la espalda que te doblan. Regresábamos al campamento sobre las 3 de la tarde, muertos de hambre y extenuados, las piernas duelen mucho los primeros días y te tiemblan al bajar la loma, luego te vas acostumbrando. Si nos agarraba un aguacero allá arriba, daban la voz de “Saliendo”, ahí era una fiesta porque paraban la jornada y nos bajaban de la montaña, llegábamos con fango hasta en la nariz.

Algo que quizás parezca neurótico era la mala impresión que me daban las maletas de madera que se usaban para la escuela al campo, les pintabas por fuera con pintura y letras grandes, tu nombre y apellidos, el grado y el nombre del campamento que te tocaba; las maletas las transportaban en una rastra muy larga, parecían ataúdes. Años después cuando visité Auschwitz y vi detrás de unas vitrinas inmensas cientos de maletas muy similares con los nombres de los prisioneros escritos por fuera, comprendí mi raro malestar, era la “estética” de los campos de concentración.

¡Guao!!! Es como si estuviera hablándole al espejo. A mí no parece hiperbólica la comparación. Mucha gente no lo sabe pero en Aushwitz había hasta un equipo de fútbol soccer, lo que lo hace mucho más diabólico. 

¿Cómo se despierta una jovencita santiaguera un día y dice “vivo bajo una tiranía? Mientras eres niño sabes que vives en un lugar que no es digamos confortable, que hay carencias materiales, escuchas de otros países donde hay de todo, esos juguetes soñados, las confituras, el chicle, que te regalaran un chicle era casi un acto de magia, un suceso inolvidable …. por otra parte, percibes actitudes raras en los adultos, hablan bajo sobre determinados temas, fingen estar bien o de acuerdo pero sabes que no es así, te previenen todo el tiempo, de no repetir lo que se habla en casa, hay como un algo invisible, intangible; ya de grande comprendes que eso invisible que cubre todo, es el miedo.
Sinceramente a pesar de tener un espíritu rebelde en mi juventud temprana me era ajena la política, sabía que vivía en un país de mierda, que quienes gobernaban eran unos sinvergüenzas, y unos vivebien. Pero lo supe más por intuición que por conciencia ideológica, jamás me interesó pertenecer a la Unión de Jóvenes Comunistas, en esa temprana adolescencia me guiaba por una lógica elemental, no me gustaban los bien portados del aula, eran normalmente guatacones, obedientes, sin gracia, delatores y para colmo querían “ser de la juventud”, esa era mi brújula jajaja…
En provincia se vivía más cerrado, en aquellos tiempos ir a La Habana, era como viajar a otro país, las diferencias siempre fueron muy notables entre Oriente y La Habana, incluso en materia de bienestar. Por tanto, también en Oriente la información era escasa, la influencia de Estados Unidos muy remota, y apenas nula, que supiera yo, cualquier tipo de disidencia u oposición.
Así que creo que mi despertar vino una vez más por la lectura; tenía un amigo que era una biblioteca andante,  su padre (un comentarista deportivo) se había quedado en una gira en Estados Unidos, él detestaba el comunismo, detestaba Cuba y su sistema, esperaba que su padre lo sacara y nunca pudo irse. Este amigo, tristemente fallecido hace par de años, fue quien comenzó a prestarme libros “prohibidos”, uno de ellos fue La Nada Cotidiana, de Zoé Valdés. Leí Informe contra mi mismo, de Lichi Diego; otros de Reinaldo Arenas y así se te va tejiendo otro estado de conciencia. Te dices: “yo sabía, yo sabía”, te vuelves más crítico, más contestón y audaz. Tu espíritu libre comienza a desamordazarse.
No me desperté un día y dije vivo bajo una tiranía, fue un proceso, sin saberlo, de búsqueda de esa verdad.
Creo que todavía mucha gente en Cuba no asimila o acepta que vive bajo una tiranía criminal; quizás solo quienes han tenido experiencias directas o de sus familiares, de violaciones, crímenes y atropellos pueden sentirlo y odiarla con fuerza. Yo, para mi suerte —porque es una suerte enfrentar y conocer el Mal— las he tenido. Para ellos ningún perdón, ningún olvido.

Es interesante lo que dices porque no eres la primera persona que conozco que vincula, no el despertar, sino la certificación de sus sospechas en la literatura prohibida y tengo un problema con eso. Pero… en fin, ¿tú crees que es fundamental leer este tipo de literatura para reafirmar lo que ya has sospechado toda tu vida? Porque fíjate que mi experiencia fue totalmente diferente. A mí lo primero que me confirmó el descalabro fue la arquitectura de mi ciudad natal. Sin ayuda de absolutamente nadie descubrí que toda la infraestructura de la ciudad, los edificios y el arte monumental provenían de mucho antes del “triunfo” revolucionario. Empecé a notar la decadencia. Ok, esto es lo que estoy diciendo ¿qué tanto se vale decir “¡ay! yo no sabía, estaba ciego” cuando la evidencia está por todas partes? Francamente, me cuesta entender a mucha gente en ese sentido. Admito que tengo mis resquemores. 

¿Cuántos grados de ceguera crees existen hoy en día en este sentido?

No, no tienes que leer ese tipo de literatura, es más ni siquiera tienes que leer para confirmar lo que sospechas, como dice el refrán el que busca encuentra y lo que se sabe no se pregunta; pero sí creo que determinada literatura genera movimientos en las mentes inquietas. Santiago no es una ciudad arquitectónicamente interesante, así que los estragos se notan más en las personas, el envejecimiento prematuro, las pieles resentidas por el castigo del sol en el via crucis de recolectar comida, la mala alimentación, la mirada de la gente, perdida, desesperanzada, el alcoholismo… esas son “confirmaciones”, “evidencias”.  La pobreza es un grito.

Lo que me lleva de vuelta a preguntarte sobre la familia ¿cómo percibiste estas divisiones desde pequeña?

La familia de mi padre emigró y hubo cierto distanciamiento geográfico pero se mantuvo el afecto, nunca escuché a mi padre hablar con molestia de su familia, ni creo que del otro lado existiera tampoco resquemor. De Estados Unidos llegaban noticias pocas, fotos a veces. Recuerda también que había una prohibición de hablar con los familiares que se habían ido para Estados Unidos. Mi padre por el contrario con mucho cariño y nostalgia siempre hablaba de sus tíos, los hermanos de su padre, mi abuelo, que fue el único que se quedó y de sus primos y su niñez y juventud con ellos en Filipinas antes de que marcharan al exilio.

Cuéntame ¿cómo te fue en la educación superior? Me parece que es una etapa en donde las contradicciones sociales se nos manifiestan con mucha mayor claridad. ¿Qué estudiaste, cómo fue que llegaste al teatro?

En esa etapa yo no tenía muchas contradicciones mi mundo era muy etéreo; al terminar el Pre no me llegó la carrera que quería (Lengua y Literatura inglesa), ofrecieron apenas 2 ó 3 plazas. En realidad hice un mal llenado de la solicitud y coloqué pedagógico en segunda opción, en vez de en la última para asegurarme de no quedarme sin carrera y casi que me lo regalaron; no me gustaba pero en ese entonces si sacabas mas de 4.5 al terminar primer año podías cambiarte para la carrera que quisieras. Eso hice y terminé con 4.7; cuando hacía trámites para el cambio a Lengua y Literatura inglesa entonces bajaron del Ministro que solamente podrías cambiarte después del segundo año, y eso me desalentó, comencé el segundo año pero salí embarazada. Te estoy hablando de los años 1992/93… me fue insostenible seguir con mi panza, que crecía desmesuradamente. Además de la escasez de comida, no había transporte, lo dejé. Luego tuve a la niña; estuve un año y algo con ella en casa y después me presenté en las pruebas de aptitud de la Academia de Artes Plásticas (émula de San Alejandro pero en Santiago de Cuba). Allí me gradué en pintura, diseño gráfico, el teatro llegó muchos años después ya viviendo en La Habana, allá por los 2000.

Háblame un poco de la maternidad en tiempos de crisis. ¿Qué piensas ahora, con el paso del tiempo? ¿Crees que la reproducción es parte de la realización personal? En lo particular, creo que es lo único que realmente tiene trascendencia en mi vida. Pero ese soy yo ¿qué tal tú? ¿Crees que a pesar de todo la gente debería seguir adelante, casarse tener hijos? Te digo esto porque mencionaste Auschwitz. El totalitarismo es un exterminio lento si te pones a pensarlo. ¿No crees que reproducirse pudiera ser un acto de resistencia?

Como mujer, pienso que ser madre nos completa, sin eso, por más que existan otras realizaciones…. Ahora se intenta imponer desde lo más retrógrado del izquierdismo y el feminismo la visión de mujeres supuestamente “empoderadas” porque deciden no parir. Infelices, no hay nada más poderoso y más fuerte que una madre.
El misterio de la creación es un don que nos fue otorgado y debemos venerarlo.
Sí, hay que hacerlo, a pesar de todo, casarse, tener hijos, construir una familia sin eso no tenemos nada, ni como individuos ni como sociedad, la vida genera vida, hay que afincar los valores, las tradiciones en esa fortaleza remota que es la familia. Para mí reproducirse bajo un régimen totalitario como el castrista más que un acto de resistencia es un acto de esperanza.

Tienes razón, se resiste porque aún hay esperanza. Fuiste una madre joven ¿pensabas así en aquellos días? Lo pregunto porque hablas como si desde joven tuvieras ya estas ideas. Por otro lado, ¿siempre tuviste interés en las artes plásticas, además de la literatura y las lenguas, o acaso era la única opción disponible?

Sí, las cosas se fueron dando, sucedió; salí embarazada y quise tenerlo a pesar de que interrumpía una etapa importante para potenciar otras cuestiones. También tuve siempre el apoyo absoluto de mis padres, de mi mamá y eso fue fundamental. Aunque parí en pleno período especial y fue duro, duro en extremo; hervir decenas de pañales cada día con carbón porque no había gas fue traumatizante y sí, en algún momento pensé “nunca vuelvo a parir mientras no viva en un país donde tenga pañales desechables” … luego cuando nació mi nieta le tenía un almacén de pañales desechables a mi hija, se me volvió una obsesión… los compraba cada vez que podía y realmente esos primeros meses fueron muy cómodos gracias a eso, mi hija no tenía que perder la piel como me tocó a mi lavando e hirviendo pañales. Pero nunca he rechazado la familia como visión y eje, por el contrario, quizás porque heredé eso, viví en una familia funcional y feliz , a mis padres nunca los vi pelearse ni gritarse y prácticamente se desvivían por nosotros, y eso sin lugar a duda genera una estabilidad emocional y un apego a esas costumbres y tradiciones. Las visitas a los abuelos cada domingo, el celebrar los cumpleaños juntos, el fin de año sin faltar, la gran fiesta de toda la familia, creo que sí, que una familia funcional y amorosa genera hombres de bien.

Sí, criar a un ser humano es de miedo, es una responsabilidad superior, desde lo que le das de comer hasta lo que le enseñas, no duermes despreocupado nunca más, es algo muy serio; yo parí joven y sinceramente no estaba preparada del todo para el reto, pero se va haciendo lo que mejor que se puede, creo que todavía no lo sé hacer muy bien, ufffff es lo más difícil…

Sí, siempre he tenido inclinación por las artes, por la literatura, la historia, me gustaba mucho de niña el Mundo Antiguo cuando en 5to grado dimos Egipto Mesopotamia, quería estudiar arqueología, aunque soy más bien antisocial me gusta también comunicar y enlazar personas, soy pésima en las matemáticas, literalmente, un cero a la izquierda. Quería estudiar lengua y literatura inglesa porque era lo más cercano a mi ideal, lo otro hubiera sido hacer pruebas del Instituto Superior de Arte y eso era algo muy difícil en mis tiempos para Santiago de Cuba, además de que la idea de estar becada nunca me ha gustado. Realmente las “carreras” en Cuba son muy básicas y aburridas.

Pinté un poco también, hice una exposición personal en la Alianza francesa en Santiago. Luego la vida me llevó por otros senderos, La Habana, el teatro playback, la “oposición”  y yo, como te he dicho, siempre me presto para dejarme llevar por ella.

Ray Luna es filólogo y bloguero reaccionario. Ailer González Mena es Jefe de Redacción de ZoePost.

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9 Comments

  1. Pingback: ¿Quién es Ailer? (1ra Parte). «La pobreza es un grito» – – Zoé Valdés

  2. Brava Ailer , muy buena esta entrevista que ha hecho si que muchos te conozcan mas y mejor Gracias

  3. Ulises Fidalgo

    Qué interesante! Can’t wait for the next one

  4. Ludmila Romero

    Me encanta…es como estar conversando con alguien que conozco y descubrir que se muy poco de ella… jolie redécouverte de mon amie.

  5. Moraima Betancourt

    Linda entrevista!👏. Enhorabuena amiga, me faltaban muchas cosas por saber de ti y da gusto ver como nos parecemos en la vida que pudimos hacer o llevar, sobre todo en la niñez y adolescencia hay puntos comunes como la familia, la formación, el sentido de la amistad y lealtad y otros valores. Eso sí, eres más valiente y arriesgada, por eso te admiro y mucho!. ¡Abrazotes!!

  6. Walfrido Hau

    Tiene mucho, mucho más para dar….

  7. Muy buena entrevista, muy interesante, gracias a los dos

  8. Carlos

    Genial

  9. Que linda entrevista Ailer, hay mucha paz y madurez. Felicidades!

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