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Proyecto Veritas: En las fauces del lobo

NATIONAL HARBOR, MD – FEBRUARY 28: James O’Keefe, an American conservative political activist and founder of Project Veritas, meets with supporters during the Conservative Political Action Conference 2020 (CPAC) hosted by the American Conservative Union on February 28, 2020 in National Harbor, MD. (Photo by Samuel Corum/Getty Images)

Por Gloria Chávez Vásquez.

 

Cuando la corrupción permea a la sociedad de manera irreversible, y los inspectores dedicados a detectarla también han sido infectados; cuando la mordida es la norma, los sobornos son un hecho, y los servicios ya no lo son, sino más bien un peligro para la ciudadanía, ¿qué hace un periodista que busca la verdad de los hechos en tiempos de crisis y ante una prensa mercenaria? La respuesta es muy sencilla: Algunos comienzan a operar como detectives, o policías encubiertos, o en casos extremos como los espías.

En su libro ¡Extra, extra! Muckrakers, orígenes del periodismo de denuncia, el editor y traductor Vicente Campos, cuenta que, en 1906, el entonces presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt se refería a los periodistas investigativos como a “jardineros que limpian con un rastrillo (rake), el estiércol, (muck,) sin mirar al cielo, lo elevado, lo bueno de la sociedad”. Era un nuevo estilo de periodismo que apelaba a la denuncia, las tácticas de guerra, el ataque kamikaze. El escritor y periodista, Upton Sinclair, era uno de ellos.

El muckraker es un individuo que no comulga con nadie, no teme al poder y no se doblega. En la actualidad, James O’Keefe, el fundador de Proyecto Veritas es uno de los más controversiales; temido y odiado por los radicales de izquierda, ese odio se acrecienta cada vez que O´Keefe logra denunciar la corrupción.

Las plataformas sociales lo bloquean. Los medios y los políticos se burlan, le ponen trampas, gastan recursos y dinero para ridiculizarlo, para desprestigiar la misión de su proyecto. Le acusan de ser un activista conservador de tendencias antigubernamentales; un Michael Moore de la derecha. El New York Times dice que O’Keefe “caricaturiza a sus enemigos, llevándolos a escenarios extremos”. Comentaristas de derecha califican sus tácticas de “acorralamiento y falta de ética”. Las escuelas de periodismo dicen que “no es periodismo, sino guerrilla”. Y los analistas concluyen que O’Keefe “es la respuesta de la derecha a los problemáticos híbridos de la izquierda como el Rolling Stone que pone en sus portadas a personajes infames como el terrorista de la década de los 60, Abbie Hoffman”.

O’Keefe está de acuerdo en que el suyo es periodismo de guerrilla, con elementos teatrales, como cuando se disfrazó de Osama Bin Laden y cruzó, ida y vuelta, la frontera con México, para probar que no había seguridad y un terrorista podía entrar y salir de EE.UU. sin problema. Pero sus acciones han ido más allá, denunciando las torcidas agendas políticas y obligando a las deficientes agencias privadas y gubernamentales a revisar y enderezar la manera como administran y entrenan personal para servir al público. Proyecto Veritas ha investigado las uniones de maestros, cuestionando la razón por la cual protegen a abusadores físicos y sexuales, infiltrados en el sistema educativo y la razón por la cual el Departamento de Educación sigue pagándoles sueldos y pensiones. Asimismo, PV ha hurgado en el sistema de salud para denunciar el abuso criminal de usuarios a Medicaid y Medicare.

Conservative political activist James O’Keefe speaks during the annual Conservative Political Action Conference (CPAC) in National Harbor, Maryland, on March 1, 2019. (Photo by MANDEL NGAN / AFP) (Photo by MANDEL NGAN/AFP via Getty Images)

En sus operaciones gana unas y pierde otras, pero nada lo detiene. Se considera un radical progresista que quiere cambiar las cosas, no conservarlas. La investigación de James O’Keefe se mueve de manera encubierta porque de manera directa nada lograría. Project Veritas, como reza su objetivo, “investiga y denuncia la corrupción, la deshonestidad, el auto beneficio, el desperdicio, el fraude y otras formas de mala conducta tanto en las instituciones públicas como privadas con el fin de lograr una sociedad más trasparente y ética”. Su logística es la de los tiempos de guerra, en donde soldados y civiles asumen papeles para infiltrar las organizaciones y obtener así información. Pero sus numerosos críticos, incluyendo los de derecha, dicen que los suyo es montaje, porque edita y selecciona, aunque O’Keefe asegura que la acción es en tiempo real y los únicos cambios son los necesarios para la calidad de la presentación. Las imágenes son innegables.

O’Keefe tiene 37 años y es graduado en filosofía (2002) de Rutgers University donde escribió una columna de opinión para el periódico estudiantil The Daily Targum y fundó el Rutgers Centurion, un periódico estudiantil conservador, con una beca del Leadership Institute, donde luego trabajó con el especialista en medios, Ben Westmore, su mentor. Es autor de dos libros: Breakthrough: Our Guerrilla War to Expose Fraud and Save Democracy (2013) y American Pravda: My Fight for Truth in the Era of Fake News (2018).

Sus actividades han sido ampliamente cubiertas por los medios debido a sus importantes revelaciones. Entre las más notables, está la denuncia a Planned Parenthood (2006) tras la cual se investigaron las prácticas ilegales de la agencia a nivel nacional. La investigación (2009) a Acorn (la Asociación de Organizadores Comunitarios donde trabajó Barack Obama) que llevó al cierre de la entidad, y cancelación de contratos gubernamentales. Las filmaciones dieron a conocer el uso de fondos millonarios y las triquiñuelas de las agencias para atraer a hispanos y afroamericanos a sus redes, los unos mediante el aborto y los otros manipulando sus votos. Los reportes oficiales, sin embargo, determinaron que no hubo ilegalidades en sus casos y se limitan a aceptar que “las malas prácticas de administración contribuían a acciones poco profesionales de los empleados de bajo nivel”.

En ocasiones, O’Keefe se ha visto obligado a pedir excusas, pagar multas, horas de servicio comunitario y soportar las reacciones histéricas y burlas de los políticos que han escapado de la cárcel gracias su inmunidad política y partidista. Como en el caso de [Mary] Landrieu (2010) la representante demócrata de New Orleans, que no contestó las llamadas de sus votantes durante las elecciones del 2012. O’Keefe quiso obtener información, posando como técnico de la compañía de teléfono y en cambio se le acusó a él y a tres colaboradores, de tratar de sabotear las oficinas. Pero en las elecciones de 2012, la congresista perdió su puesto.

En el caso de National Public Radio, el escándalo se produjo antes de las vistas públicas sobre NPR en el congreso en marzo del 2011. La denuncia cuestionaba la manera como la empresa levantaba fondos y los comentarios de un ejecutivo tachando de “racistas” a los miembros del Tea Party y a los republicanos de “fundamentalistas, ni siquiera cristianos,” ante unos donantes islámicos potenciales que dijeron estar afiliados con el Muslim Brotherhood. En realidad eran miembros de PV que estaban grabando.  A regañadientes de la prensa y los políticos, por lo menos tres ejecutivos de NPR debieron renunciar.

En 2017 Proyecto Veritas demostró el desequilibrio partidista que existe en los medios de comunicación, en la serie titulada “American Pravda”. Un productor de CNN, John Bonifield, aseguraba en el filme que la cobertura de CNN sobre la investigación de Rusia era “pura basura” y un intento para aumentar la teleaudiencia. En la segunda parte Van Jones, presentador de CNN, decía que lo de Rusia era un nothingburguer. A pesar de que Jones quiso cubrirse diciendo que se trataba de una operación de la campaña de Trump en concierto con Rusia y que OKeefe había editado el video para sacar de contexto sus comentarios, el daño estaba hecho.

Pero las declaraciones más evidentes aparecieron en un tercer video. En el filme, Jimmy Carr, productor asociado de CNN se daba gusto profiriendo insultos contra Donald Trump. Según Carr, el presidente estaba “loco de remate”. Aseguraba que todo el mundo sabía que era “un payaso” y que no estaba cualificado para su cargo. Decía además que a Trump no le interesaba el pueblo estadounidense; que ni siquiera era republicano, y que había adoptado el partido porque sabía que era como podía ganar. “El no cree en nada de lo que cree la gente.” Como si esto fuera poco, afirmaba que los votantes eran “estúpidos” y que la consejera del presidente, Kellyanne Conway, era una mujer “horrible” y “parecía que la habían golpeado con una pala”. Con los videos de CNN, el caso del partidismo fanático de los medios quedaba ampliamente demostrado.

El próximo objetivo de PV era demostrar frente a las cámaras, la discriminación del Washington Post contra conservadores y republicanos. Desafortunadamente su táctica colapsó debido al error de una de las colaboradoras, que involuntariamente reveló detalles en las plataformas antes de la conclusión de la operación. El WP y otras publicaciones como la revista New York, aprovecharon el faux pas para ridiculizar a O’Keefe y acusarlo de querer dañar su reputación. La revista National Review, de tono conservador, calificó el revés como un “autogol”. Otros simpatizantes, menos generosos, dijeron que O’Keefe se había vuelto descuidado debido a que, en una llamada a un directivo del periódico, había dejado abierta la línea telefónica después de concluida la conversación.

Su más reciente batalla, Project Veritas Vs. New York Times dio como resultado la activación de su demanda por difamación en contra del periódico. La demanda se originó con los ataques contra la investigación que realizaba PV sobre la “cosecha” ilegal de votos en Minnesota en el ciclo de elecciones del 2020. Esa práctica requiere que los “cosechadores” vayan a ancianatos y lugares donde se concentran personas vulnerables a dictar como votar y recoger las boletas de votación.  El New York Times no tardó en desmentirlo. La corte confirmó que PV había demostrado “que el NYT actuó con malicia y conocimiento sabiendo que los artículos eran falsos” y por tanto tenía derecho a demandar.

A fines de 2016, O’Keefe capturó en su video “Rigging the Elections” las declaraciones de Scott Foval, operador nacional de campo de “Americanos Unidos por un Cambio” en el que hablaba de “plantar” agitadores, incluyendo enfermos mentales pagados, en las manifestaciones a favor de Donald Trump. Admitía además que, por más de 50 años, “hemos estado transportando gente en bus” para lidiar con los “malditos cabrones” y “no vamos a parar ahora”. Foval hablaba sobre las consecuencias legales del fraude electoral: “Digamos, en teoría, si una investigación a gran escala alegara fraude en las elecciones de ese modo, ¿quién carajo puede probarlo?”

Aun cuando la entonces presidente del partido demócrata, Donna Brazile, defendió a Foval diciendo que el video omitía detalles, lo cierto es que Scott Foval fue despedido por Americans United for Change después de que salió el primer video de la serie. O’Keefe había presentado pruebas de que la American United for Change estaba recibiendo dinero del extranjero, pero las cortes alegaron que la fundación tiene licencia para aceptar esas contribuciones. Aun así, AUC devolvió el dinero después de que se hizo público el documental.

Tras las elecciones presidenciales de 2016, O’Keefe presentó una querella ante la FEC (Federal Election Comission), por conspiración criminal, contra la campaña de Hillary Clinton, el partido demócrata y tres grupos de izquierda. Pero como muchos otros antes que él, se encontró con la muralla de fuego. En junio del 2017, La firma Creamer y Democrat Partners demandaron al Proyecto Veritas por $1 millón de dólares, acusando a la organización de mentir y violar la ley para ganar acceso a información confidencial de la firma. La inmunidad de la maquinaria de Hillary Clinton quedó sellada hace unos días, cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos, negó a Judicial Watch su demanda para obtener los correos electrónicos de la exsecretaria de estado en la administración Obama.

La gestión de Proyecto Veritas y su fundador J. O’keefe, no es nada fácil, teniendo en cuenta que se enfrenta a un Goliat de fuerzas extremas y con recursos ilimitados. Otros menos afortunados (y la lista es larga) han perdido la vida en ello. Su única opción, aparte de aumentar el número de seguidores que lo apoyen económicamente, es refinar su logística y apertrecharse legalmente. PV cuenta con valiosos colaboradores; los ciudadanos que luchan contra la corrupción gubernamental y el sentimiento contra la represión van en aumento. Aun así, es necesario reconocer que esa corrupción lo permea todo. Solo un cambio de conciencia nacional, que va pasando de lo gradual a lo revolucionario puede salvar al país de ser devorado por el hoyo negro de la ideología y política salvajes.

 

3 Comments

  1. Muy buena biografia para muchos cubanos que no lo conocen es un tipo duro que no se frena delante de la verdad, como cuando publicò los audios del CEO de la CNN donde daba ordenes a sus periodistas de como escribir las mentiras acerca de los republicanos y en especial de Trump, O’Keefe al igual que Tom Fitton de Judicial Watch son de los pocos que se baten por la libertad de expresion y sobretodo por la verdad,recomiendo a todos antes de leer los periodicuchos de izquierda, darse una vuelta que descubriran muchas verdades escondidas por los medios .

  2. Pingback: Proyecto Veritas: En las fauces del lobo – – Zoé Valdés

  3. Heidys Yepe

    Excelente Gloria Chaves-Vazquez! Gracias por darnos a conocer a estos periodistas, héroes modernos.

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