EDITO

Proclama ¡Viva Cuba independiente!

Por Antonio Maceo.

Compatriotas:

En nuestra desgraciada patria ha sonado nuevamente el grito de ¡Libertad! Ha llegado el momento oportuno de que hagamos conocer al mundo entero que el cubano sabe morir por la redención de su patria; ya no hay nada que esperar: nuestro glorioso pabellón ondea en los campos de batalla y a su alrededor debemos todos de agruparnos para conquistar y defender nuestra independencia.
Jóvenes que no os ocupáis de vuestro porvenir; tened presente que nuestros enemigos ocupan hoy los puestos que mañana debéis desempeñar, porque tenéis derecho a ello, y porque os encontráis en mejores condiciones para regir el porvenir de nuestra patria; corred pues presurosos a ocupar el puesto que os está señalado en el valiente ejército que la ha de redimir.

Y tu, pueblo, que has sufrido las vejaciones, el oprobio, la insolencia y la iniquidad, que no has contado con derechos, que te han negado todo, que estás excluido de tomar participación en lo que al hombre libre le corresponde, ¿qué hacéis ahora?, ¿qué esperáis? Arrójate sobre tus usurpadores y marcha a los campos a conquistar tus derechos.

Españoles: A vosotros no os es desconocido el inicuo proceder de vuestro gobierno que os agobia con enormes contribuciones, y que os tiene igual al esclavo que trabaja para su dueño, haced efectivas vuestras simpatías por nuestra causa, y podréis contar que, además de respetarse vuestras vidas y haciendas, obtendréis los beneficios de un pueblo libre; pero si así no lo hacéis, la responsabilidad será vuestra.

Cubanos que contáis con riquezas, amparaos con la bandera de la libertad que es la que os corresponde; pues si preferís lo contrario, no contéis con que ella garantiza vuestros intereses.

¡Esclavos! El tirano os ha negado la libertad y os condena al martirio. El hombre negro es tan libre como el blanco: la maldad del opresor os tiene sufriendo las crueldades de vuestros amos. El látigo que aún cruje sobre vuestras espaldas lo sufrís porque estáis engañados; recordad que vuestros compañeros que pelearon en la pasada guerra, conquistaron su libertad porque los cubría la bandera de Cuba, que es la de todos los cubanos; agrupaos, pues, bajo de ella, y obtendréis libertad y derecho, y haréis luego causa común con los que hoy quieren redimiros de la degradante situación en que os encontráis.

¡Compañeros de la pasada guerra! Vosotros que por espacio de diez años habéis hecho resonar vuestro nombre más allá de los mares ¿qué esperáis al lado del tirano? Lanzáos al campo del honor a conquistar de nuevo la libertad que tantos sacrificios os ha costado: alIí tendréis derechos, nombre, reputación y os encontraréis luego honrados con el postizo nombre de cubanos que lleváis; allí está la gloria del que combate contra la vejaminosa tutela que nos prodiga el gobierno de España: si lo hacéis, pronto me tendréis a vuestro lado para conquistar gloria y honor en el campo de batalla. Vosotros sabéis que las armas que redimen a un pueblo de la opresión, hacen grandes a los hombres y a las nacionalidades; corred presurosos, vosotros que sabéis que el peligro es nada cuando se aprecia la honra y la dignidad del hombre.

¡Cubanos emigrados! Los reveses de nuestros principios me tienen con vosotros, y ese acontecimiento desgraciado que me ha hecho conocer vuestros importantes servicios; y hoy os aconsejo que si queréis poner más alto esa reputación de patriotas eminentes que habéis conseguido, cruzad el mar, que allí es donde hoy y mañana, debe congregarse vuestros esfuerzos por la independencia del país que os vio nacer; corred pronto para que coronéis vuestra obra.
Con el corazón lleno de fé y de valor lancémonos machete en mano sobre el tirano que quiere empeorar nuestra condición, armémonos de resolución y digamos a nuestros padres, mujeres e hijos que se armen para expulsar a los que quieren nuestro exterminio, a los sicarios de la tiranía; que recordando la época de los carniceros Dulce, Valmaseda, Boot, Cañizares y otros de igual índole, nada que se haga puede compararse con los hechos de aquellos asesinos, a quienes debemos perseguir sin tregua ni descanso hasta arrojarlos para siempre de nuestro suelo; no haya compasión para esos seres que han venido al mundo para tormento de la humanidad, a fin de que podamos decir: ¡tenemos patria!

Antonio Maceo
Kingston, 5 de septiembre de 1879.

Antonio Maceo
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