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OC. Manuel Marzel: adiós al enfant terrible del cine cubano

Por Opinión Cubana.

Manuel Marzel, cineasta inclasificable y voz singular del cine cubano experimental, falleció este martes en Valencia, España, a los 57 años. Según confirmó a DIARIO DE CUBA el realizador José Luis Aparicio, la causa fue un infarto fulminante. “Estamos todos en shock y devastados”, añadió.

Nacido en Santiago de Cuba en 1967, Marzel formó parte de una generación que empujó los límites del lenguaje audiovisual en la isla, pero lo hizo desde una estética que se rehusó a plegarse a modas, narrativas o directrices ideológicas. Su cine no fue disidencia explícita, pero sí libertad radical. Sus cortos —surrealistas, absurdos, a veces crípticos, siempre personales— se ubicaron en los márgenes del relato oficial y terminaron siendo borrados del imaginario cultural cubano por años.

Manuel Marcel Rodas estudió Diseño Gráfico en el Instituto Superior de Diseño Industrial (ISDI) en La Habana y fue parte del Cineclub Sigma, donde realizó sus primeros cortometrajes. Posteriormente, ingresó a la Escuela Internacional de Cine y TV de San Antonio de los Baños, donde se graduó en Dirección. A los 23 años obtuvo el premio Coral con A Norman McLaren (1990), su primer corto, que le abrió espacio como una voz emergente con una estética inusual: cercana al cine experimental, al collage audiovisual y a un humor que rozaba el dadaísmo.

Durante su paso por el ICAIC, entre 1994 y 1997, filmó Chao Sarah y el documental La ballena es buena, y diseñó carteles de cine, algunos en colaboración con el artista y amigo Eduardo Marín. Fue también autor de anuncios televisivos del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano. Su único mediometraje producido por el Instituto fue Marzel… a Spinetta (1994), un tributo libre al músico argentino.

Marzel no pertenecía a escuelas ni buscaba formar parte de ninguna corriente. Su obra parece guiada por un impulso lúdico e irreverente. En sus cortos se mezclan referencias visuales, montaje no lineal, intervención directa sobre la imagen y un tono imprevisible que desarma cualquier expectativa. Su cine no tiene protagonistas clásicos ni conclusiones morales: se mueve en otra lógica…

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