Por Yves Roucauté/Atlántico.
Ha llegado el momento de poner fin a la falsificación de la historia orquestada después de la guerra, en particular por la figura del “intelectual de izquierda” que imagina fascistas en todas partes, sin poder ver la verdad en sus ojos.
¿“ No al fascismo ”? Acepto, pero sonriendo un poco, porque el fascismo, obviamente, no está donde la gente dice que está. Frente a la organización de la violencia, frente al antisemitismo, frente a este deseo revolucionario de destruir el orden desarrollado por La Francia Insumisa y sus aliados verdes, frente a su silencio cuando degüellan a niños judíos, destripan a mujeres embarazadas, cocinan a bebés, violan a niñas por Hamás… y cuando vemos a los socialistas, reformistas y socialdemócratas de piel de conejo corriendo con ellos, los difíciles, no pensar en el Tartufo de Molière: ” Encubrir este fascismo y este antisemitismo que no puedo ver, por tal objeto, las hermosas almas socialistas resultan heridas ”. Un espectáculo ciertamente curioso, porque, antes de la guerra, ningún demócrata ignoraba que el fascismo y el nacionalsocialismo nacían de la izquierda socialista revolucionaria, y no de la extrema derecha monárquica y conservadora. Y que están asociados a un nuevo tipo de antisemitismo, revolucionario y destructivo, infinitamente más radical que el de la extrema derecha conservadora. Pero tal vez el espectáculo ofrecido indique que ha llegado el momento de poner fin a la falsificación de la historia orquestada después de la guerra hasta este engaño del ” asunto Dreyfus ” mediante el cual se impuso la figura del ” intelectual de izquierda “, dador de lecciones morales. , que imagina fascistas por todas partes, por no ver el rayo en su ojo…
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