Por Gloria Chávez Vásquez.
En su testamento, el magnate y pionero del periodismo investigativo Joseph Pulitzer (1847-1911) estipuló la creación de un premio que promoviera la excelencia entre los escritores que laboran en el mundo de la información. El ciudadano estadounidense. de origen húngaro, no previó que ese premio con su nombre se vería enlodado, repetidamente, por el fango de la mediocridad.
Originalmente, Pulitzer estableció trece premios: cuatro para el periodismo, la literatura, el teatro y la educación. Los mismos serian supervisados por una comisión de consulta y vigilancia con el poder de eliminar o añadir ciertos temas, siempre que resultara beneficioso para el público. La comisión tendría el derecho a declarar el premio desierto, si ninguna obra reunía los criterios de excelencia.
Los Pulitzer se concedieron por primera vez el 4 de junio de 1917, otorgados por la Universidad de Columbia en colaboración con el Patronazgo del Premio, en abril de cada año. En la actualidad las categorías ascienden a veintidós. En veinte de ellas, los ganadores reciben un certificado y 15.000 dólares en efectivo. El ganador del premio al servicio público a través del periodismo, obtiene una medalla de oro.
El premio a la Mejor Fotografía de Prensa se concede desde 1942 y, el de la Mejor Composición Musical, desde 1943. En 1970 y 1979 se establecieron los premios al Mejor Ensayo, Mejor Crítica y Mejor Ficción Literaria. El Premio al Periodismo (reportajes y fotografías) se concede exclusivamente a periódicos estadounidenses.
Aunque ha habido muchos aciertos en su historia, también se han suscitado controversias y escándalos debido a la errada o prejuiciada concesión del premio. La organización ha sido acusada de, entre otras cosas, favorecer a aquellos que apoyan los temas liberales o que se oponen a las causas conservadoras. Como en muchos otros premios, los administradores han pecado de discriminación y partidismo ideológico.
El respetado columnista L. Brent Bozell Jr. opina que el premio se ha convertido en un “legado liberal” aparte de un vehículo de propaganda de la izquierda. Eso le ha restado credibilidad al premio. En 2010 la ganadora del premio al mejor comentario, Kathleen Parker declaró: “Es solo porque machaco a los conservadores que se me reconoce”.
A esta mancha se añade la de subestimar el papel de la mujer al seleccionar candidatos. En 2012 los profesores de periodismo Yong Volz de la Universidad de Missouri y Francis Lee de la Universidad China en Hong Kong, presentaron el resultado de su investigación que apuntaba a la discriminación de la mujer a la hora de conceder el Pulitzer. El estudio revelaba que desde 1991 “solo se le ha concedido el premio a 27% de mujeres”. Los investigadores notaron que las ganadoras respondían a un perfil: educacion académica en las mejores universidades, provenían de áreas metropolitanas y trabajaban para publicaciones como el Washington Post o el New York Times. No ayudó para nada a la reputación del comité del Pulitzer, el hecho de que, en abril de 2018, su presidente, el escritor Junot Díaz, hubo de renunciar tras ser acusado de agresión sexual a una joven.
Los traspiés del Pulitzer
Quizás el Premio Pulitzer más criticado y el que produjo cientos de miles de peticiones para su revocación fue el que se concedió a Walter Duranty, editor del New York Times en Moscú, en 1932. El periodista recibió el Premio por una serie de reportajes, elogiando al régimen comunista y negando la hambruna en la URSS. A pesar de las numerosas protestas, los organizadores de entonces se negaron a revocar el premio. La controversia resurgió a comienzos de 1990, cuando la Junta del Pulitzer se negó a considerar su anulación. En 2003 el comité del PP alargó su renuencia a rescatar el Pulitzer, declarando más bien una fe ciega en que los artículos examinados para otorgar el premio a Duranty, no contenían evidencia alguna de un “engaño deliberado” para blanquear los abusos del régimen soviético.
Otra petición de revocación ocurrió en 1946 cuando se le otorgó el premio al ruso-americano William L. Laurence, quien negaba en sus artículos periodísticos. los efectos radiactivos en la población japonesa, a raíz de los bombardeos en Hiroshima y Nagasaki.
Pero sin en ocasiones los administradores del Pulitzer han posado de ciegos y sordomudos, en otras han sobresalido por su tendencia a la censura de tópicos incómodos. En 1941 cuando la junta debatía si darle o no el premio a Ernest Hemingway por su libro Por Quien doblan las campanas Los administradores alegaron su alto contenido sexual para no dárselo. Hemingway tuvo que esperar doce años, cuando se reconoció su mérito por El Viejo y el Mar (1953).
Entre los errores enfrentados por el Pulitzer, está el de los plagios o el de las no autorías. En 1957, el libro presentado por el senador John F Kennedy Perfiles de Coraje, recibió el premio en Biografía. El periodista Drew Pearson dijo entonces durante una entrevista: John F. Kennedy es el único hombre en la historia, que ha ganado un Pulitzer por un libro que le escribieron. La cadena ABC se retractó porque el padre de Kennedy amenazó con demandarlos. Pero, en su libro Jack: Las luchas de John F. Kennedy el historiador y biógrafo, Herbert Parmet reveló que el verdadero autor del libro fue Ted Sorensen. El mismo Sorensen lo admitió en su autobiografía (2008).
En varias ocasiones, el comité del Pulitzer ha cedido a presiones de alto calibre. En 1962 el premio a la biografía de W.A. Swanberg sobre el magnate de las publicaciones William Randolph Hearst, fue revocado porque el tema, no era un “ejemplo eminente del arte del biógrafo como lo dicta la definición del premio”. Hay que recordar que, en vida de los dos titanes del periodismo americano, Hearst y Pulitzer fueron rivales formidables. Esa animosidad parece ser el legado de la familia Hearst.
Uno de los escándalos más sonados tuvo lugar en 1977 cuando Alex Haley, autor de Raíces, la Saga de Una Familia Americana, fue acusado de plagio. Harold Courlander, antropólogo y novelista, denunció que Raíces era una copia de su novela El Africano (1967). Margaret Walker se quejó de que Haley había copiado segmentos de su novela Jubilee (1966). Ambos demandaron y Courlander recibió una compensación de $650.000 (equivalente a $2.7 millones en 2021) y una admisión de Haley de que en verdad, ciertos pasajes habían sido copiados. La demanda de Walker no fue aceptada en corte porque el juez no encontró similitud en las novelas.
En 1981 el premio al mejor reportaje le fue revocado a Janet Cooke, periodista del Washington Post, después de que una investigación demostró que había fabricado su historia “El Mundo de Jimmy,” el perfil de un niño de ocho años adicto a la heroína.
Entre los factores a tener en cuenta para otorgar un premio, está el juicio y la inteligencia de los miembros del jurado. En 1994 la testarudez de uno de los 19 miembros de la Junta impidió que se diera el premio Pulitzer en Historia, a tres libros nominados porque los consideró “defectuosos”. Caso Cerrado de Gerald Posner; Crimen y Castigo en la Historia Americana de Lawrence Friedman y William Faulkner y la Historia del Sur de Joel Williamson, no solo se convirtieron en bestsellers, sino que una larga lista de académicos y escritores criticaron el fallo.
El conflicto de interés más reciente y con el que lidia el comité organizador, tiene que ver con el premio al Mejor Reportaje 2018. El premio se concedió al Washington Post y al New York Times por historias basadas en información que resultó ser una patraña inventada por burócratas de izquierda y demócratas que apoyaban a Hillary Clinton para la presidencia en 2016.
Según las _ahora controversiales_ palabras del presidente de la Universidad de Columbia el día de la premiación, los periodistas del NYT y el WP estaban siendo honrados con el premio por “su incansable cobertura y reportajes en el interés del público que avanzó dramáticamente el entendimiento de la nación de la interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016 y su conexión con la campaña de Trump”.
Pero las investigaciones sobre la supuesta colusión, que duraron más de dos años, solo demostraron que el dossier de desinformación había sido preparado por un ex empleado del FBI y pagado por la campaña de H. Clinton para desprestigiar al entonces candidato conservador, Donald Trump. Según la denuncia que precedió a la demanda por difamación, presentada ante la corte, Trump alertó a Marjorie Miller la administradora de la organización, explicándole la razón por la que se debía anular esos premios, “pero la junta se plantó en su decisión para aplaudir las noticias basadas en un fraude”.
El novelista Alexander Theroux es uno de los muchos intelectuales que concluye que el Pulitzer es “un premio eminentemente político, que ha entregado premios a algunos de los más grandes fraudes y tontos por igual.” Como en otras ocasiones, la actitud de la administración del Pulitzer solo sirvió para consolidar y dejar al desnudo el hecho de que el otrora prestigioso galardón ha sido convertido en un instrumento más de la maquinaria política de izquierda.
Gloria Chávez Vásquez, escritora, periodista y educadora, reside en Estados Unidos.