Cultura/Educación

Los pícaros que nos unen: una carcajada entre España e Italia

Por Carlos Manuel Estefanía.

En 1987, el maestro del cine italiano Mario Monicelli nos regaló I Picari, una deliciosa coproducción entre Italia y España que, más allá de la pantalla, se convierte en una declaración cultural. ¿Qué tiene de especial esta comedia? Que une, como pocas veces se ha hecho, dos tradiciones literarias hermanas: la picaresca española y la comedia popular italiana. El resultado: una carcajada compartida que revela lo mucho que se parecen nuestras penas… y también nuestras tretas para sobrevivirlas.

Pícaros de ida y vuelta

I Picari nos transporta a una España del siglo XVI que, curiosamente, tiene mucho de Italia. Ahí nos topamos con dos figuras emblemáticas de la literatura picaresca: Lazarillo de Tormes y Guzmán de Alfarache, encarnados con maestría por Enrico Montesano y Giancarlo Giannini. Se conocen como galeotes, víctimas de delitos menores en una sociedad podrida desde la raíz. Pero en lugar de lamentarse, escapan y se lanzan a una aventura donde la mentira, el disfraz y el engaño son las mejores armas para sobrevivir.

El filme no adapta una sola novela, sino que se nutre del Lazarillo, Guzmán de Alfarache, El Buscón de Quevedo y hasta de Rinconete y Cortadillo. Pero no se trata de una copia literal. Monicelli y sus guionistas —Benvenuti, De Bernardi y Cecchi D’Amico— crean un collage libre y burlón, lleno de episodios memorables, diálogos afilados y personajes que son espejo de una humanidad astuta, derrotada… y entrañable.

Risa amarga, crítica afilada

Lo más poderoso de I Picari no es solo su humor —que abunda y desarma— sino la crítica social que lo atraviesa. Con una fotografía precisa de Tonino Delli Colli y la música de Giancarlo Chiaramello (con ecos del gran Lucio Dalla), la película pinta un mundo grotesco, desigual y cruel, donde el hambre no perdona y el poder se ejerce con sadismo. Pero todo esto lo muestra sin solemnidad: como en las mejores tragedias cómicas, la risa es nuestra única defensa.

Cada episodio revela una verdad incómoda: que la pobreza no es solo falta de recursos, sino una condena social; que el poder corrompe sin redención; que las normas morales suelen servir a quienes ya están arriba. Es un desfile de figuras miserables y ridículas, tan actuales como históricas, tan nuestras como universales.

Cuando España e Italia se ríen juntas

Lo maravilloso de esta película es que logra un auténtico mestizaje cultural. El pícaro, ese sobreviviente sin gloria pero con talento para el engaño, nació en España, pero encuentra en Italia una segunda patria. La commedia dell’arte, Pulcinella, los bufones napolitanos… todos ellos se cruzan con el Lazarillo y Guzmán como si hubieran sido vecinos de toda la vida.

El resultado es una fusión brillante de dos formas de mirar el mundo: con escepticismo, con ternura por los derrotados y con humor como último refugio. La película no solo es una joya para cinéfilos e historiadores literarios, sino un puente entre dos pueblos del Mediterráneo que han sabido reírse, incluso, de sus desgracias.

Don Quijote y el pícaro: hermanos en el desencanto

Uno de los momentos más simbólicos del film ocurre cuando los protagonistas se topan con un caballero en armadura, claramente una referencia a Don Quijote. El gesto no es casual. Monicelli nos recuerda que el soñador idealista y el pícaro desengañado son, en el fondo, hermanos. Dos estrategias distintas —y complementarias— de enfrentarse a un mundo injusto.

El caballero lucha por ideales, aunque estén pasados de moda. El pícaro, por el contrario, sobrevive como puede, sin creer en nada más que en su propio ingenio. Ambos fracasan, pero ambos resisten. Y ahí está la lección: no hace falta ganar para tener dignidad. Basta con seguir en pie… o con seguir riendo.

Ni héroes ni redimidos: solo humanos

En I Picari, nadie se salva. Los protagonistas no se convierten en hombres mejores. No cambian. No aprenden. Y eso, lejos de decepcionar, conmueve. Porque en su fracaso constante, en su torpeza repetida, hay una humanidad que trasciende cualquier moraleja. No hay redención, pero sí hay vida. Y mientras haya vida, habrá engaños, tretas y, por qué no, carcajadas.

La película termina como empieza: con una estafa, una huida y una risa desesperada. Monicelli no busca enseñar una lección, sino ofrecernos un espejo. Y lo que vemos en él es incómodo pero liberador: tal vez la única forma real de libertad sea la de quienes ya no tienen nada que perder… y deciden seguir riendo.

Ficha Técnica de «I Picari» (Los Pícaros)

  • Título original: I Picari
  • Año: 1987
  • Duración: 120 minutos aprox.
  • País: Italia / España
  • Dirección: Mario Monicelli
  • Guion: Agenore Incrocci, Furio Scarpelli, Mario Monicelli
  • Música: Giancarlo Chiaramello
  • Fotografía: Tonino Delli Colli
  • Reparto:

o   Giancarlo Giannini (Guzmán de Alfarache)

o   Enrico Montesano (Lazarillo de Tormes)

o   Vittorio Gassman, Bernard Blier, Clio Goldsmith, Leopoldo Trieste, entre otros.

Carlos M. Estefanía es un disidente cubano radicado en Suecia.

”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”

Redacción de Cuba Nuestra
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