Política

La negación de Trump a conceder la victoria como necesidad para revelar la corrupción institucional estadounidense

 

Por Carlos Carballido.

 

La noche del 3 de noviembre del 2020 ya se podía ver en los reportes electorales que, con más del 50 por ciento escrutado, Donald Trump tenía una marcada tendencia a ganar su reelección.

 

Históricamente, un candidato que mantiene una tendencia creciente, al llegar al 45 por ciento a la hora del cierre de los recintos era declarado virtual ganador porque matemáticamente esa perspectiva fácilmente superaría el punto de victoria en las horas subsiguientes.

 

Sabemos lo que sucedió entre la medianoche y las 4 de la madrugada del siguiente día. Una ecuación improbable en grupos y comunidades humanas. Entonces se abrió la caja de Pandora.

 

Desde que esto ocurrió, Trump se ha negado, con toda legitimidad, a reconocer la victoria de su oponente Joe Biden porque la manera en que ha ocurrido además de ser atípica desde el punto de vista científico, ha sido chapucera, apresurada, llena de irregularidades, ilegalidades y con una marcada tendencia ideológica y dominante tanto en instituciones como en el Poder Judicial.

 

Quienes critican a Trump por su actitud, no acaban de entender que el hombre es un luchador nato. Que viene de un mundo empresarial donde las prácticas mafiosas y fraudulentas están al orden del día. Trump, en una palabra, puede oler a distancia dónde está el fraude y la trampa. Y es lo que está tratando de que el pueblo norteamericano entienda porque aquí lo que se juega es la INTEGRIDAD de un proceso electoral que definirá o sepultará el futuro de EEUU. Si estas irregularidades se aceptan, el Partido Demócrata gobernará por los siglos de los siglos de manera monolítica y ese escenario es lo más parecido a una tiranía de las que ya conocemos. Las instituciones dejarán de ser autónomas para seguir las indicaciones ideológicas de un solo extremo político.

 

Pese a las críticas, desde el punto de vista moral y sociológico, la «terquedad» del presidente ha tenido el mejor de los efectos, exhibir la corrupción que está socavando las bases libres y civilizadas que definieron al país ante los ojos del mundo. Y, nos guste o no, lo está logrando con la valentía que no tuvieron otros presidentes que también fueron afectados por estas prácticas engañosas.

 

Sabemos que el próximo 6 de Enero todo puede suceder cuando sean aceptados u objetados los votos electorales enviados a ambas Cámaras. Incluso que finalmente Trump sea el perdedor porque deciden que no es una buena imagen para el mundo. Aunque esto suceda ya se ha creado un movimiento nacional en su base política (unos 75 millones de electores) que está decidido a continuar la lucha en los tribunales. Observen que ya los escépticos del fraude han cambiado el discurso de que «allí no hubo fraude ”a“ bueno, tal vez lo hubo, pero no lo suficiente como para cambiar la elección” y esto es un buen comienzo.

 

El movimiento impulsado por la negativa de Trump a reconocer a Biden como ganador, está debilitando la moralidad del propio contrincante, no sólo al exponer su corrupción personal sino que además una concurrida parte de americanos lo considerará un presidente ilegítimo y esto dificultará  que pueda  seguir adelante con los elementos más desagradables de su agenda. Y mejor no hablar de la capacidad física y cognitiva de alguien como Biden que ha demostrado debilidad y colapso para reaccionar en público ante una pregunta incómoda.

 

A mi juicio, la  lucha de Trump ha exhibido al establishment republicano por lo que es: pusilánime, cobarde, buscando siempre una salida servil y amigos de abandonar a su candidato en el momento de lucha más álgida. La actuación del Partido Republicano en esta batalla por la integridad Electoral ha sido el último clavo para el ataúd dónde ya han sido colocados. Son cadáveres que apestan y que les costará credibilidad y una deserción masiva de sus filas que al final siempre se necesitan para ganar elecciones.

 

Desde el punto de vista institucional los efectos han sido demoledores porque la mayoría han erosionado profundamente la credibilidad.  Peor aún es la Corte Suprema, que durante años nos han asegurado que era el gran baluarte de la Justicia. Dos de los jueces nominados por Trump le han dado la espalda sin darle siquiera a su equipo legal de demostrar la validez de las acusaciones.  Es una traición a un orden bíblico, como si los magistrados estuvieran mirando a través de la ventana a una jauría de leones que despedaza a un Gladiador.

 

Sea cuál sea el veredicto el próximo 6 de enero, la negativa de Trump de reconocer la derrota ya está rindiendo frutos en una legión de patriotas americanos. Porque ya no son aquellos deplorables de los que se burló Hillary Clinton. Ahora son millones que ya no confían en la honorabilidad del Partido Demócrata, ni en su propio partido, ni las Instituciones estadounidenses. Y desde el punto de vista social es evidente que las consecuencias no serán buenas, pero si muy necesarias. Sobre todo, si Biden es declarado ganador oficial en un gobierno que no tendrá pies ni cabeza y que hundirá como primer paso a lo que mantiene a EEUU en la hegemonía mundial: su economía. Para ese entonces, lamentarse no servirá de absolutamente nada porque con tanta institucionalidad prostituida ninguna queja será escuchada. Trump lo sabe y por eso mantendrá su postura hasta el minuto final. A Dios Gracias que lo está haciendo.

 

Carlos Carballido es periodista, productor de televisión y Vicedirector de ZoePost.

 

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2 Comments

  1. Maria Enriquez

    Excelente Carlos, ya no hay tanta gente dormida, se estan enterando muchos patriotas y hay que hacerse sonar. 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

  2. El partido republicano se durmió ANTES de la elección noviembre 3 cuando ciertos estados inconstitucionalment cambiaron las reglas electorales ese era el momento de luchar y ahora no está dispuesto defender La Casa Blanca. Yo diría que lo que tenemos es un sistema “ uni partido “. Se negocian el poder entre ellos, esto lo ha dejado claro el presidente Donald Trump. Washington no hay quien rayo lo arregle. La única forma de que este país se componga es limites de plazo para políticos y seguir la constitución al pie de la letra. Bochornoso, el país que ha empezado guerras y perdido miles de vidas en nombre de la democracia se convierte en republica bananera a lo Venezuela sin elecciones con resultados confiables.

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