Cultura/Educación

La Habana que duele

Por Esteban Álvarez-Buylla.

Acabo de ver una reel en las redes sobre La Calzada del Cerro y es tanto lo que desgarra la condición depauperada en la que día a día y cada vez toda Cuba se hunde, ese raro equilibrio de todas esas viejas construcciones que se caen por pedazos y en innumerables casos resistiendo el no perecer del todo, como nuestra nacionalidad y tradiciones.

En el año 1989 intenté participar en el salón anual de la Asociación Hermanos Saiz en una cede que tenía cerca de La Avenida del Puerto, siempre fui ese «tronco de gusano» que le gustaba buscar la confrontación y venía alebrestado por haber sido elegido a participar en el Segundo Salón Nacional de Pequeño Formato en el mismo año 89 con el tema «El Poder Plástico de la Ciudad», la pintura para este salón era un óleo sobre lienzo de alrededor de 6 pies por casi 36 pulgadas y representaba una esquina habanera de barrio donde un intrincado apuntalamiento sostenía a duras penas un balcón y en uno de los palos del apuntalamiento despuntada una ramita verde, el nombre del cuadro es «Renacimiento» a pesar de que los censuradores de esta exposición rechazaron el cuadro «por motivos políticos» en privado y a sotto voce me celebraron mucho la pieza.

Recuerdo que cerca del antiguo Sears y casi frente a la oficina de la la telefónica se había desplomado un ala entera de un edificio como de 5 pisos y la visión de las distintas paredes de los diferentes pisos y habitaciones con sus colores diversos hubieran deslumbrado por su poder visual a Mondrian, por ejemplo.

En aquel Segundo Salón Nacional de Pequeño Formato me eligieron como 5 piezas con el tema de fuerza de la visión plástica de una ciudad destruida que se aferraba a permanecer, recuerdo que una de las piezas se llamaba «Fuente, Fontana, Apellido» donde se veía en una plazoleta de La Habana Vieja una fuente hecha pedazos. Adelaida de Juan, quien presidia este salón, me sorprendió eligiendo mis pequeñas pinturas, parece que también era sensible a la destrucción de la Isla.

Al tiempo de haber sido rechazado aquel lienzo en aquel salón de la Hermanos Saiz, expuse la pieza en una peña que teníamos un grupo de amigos en «La Casa de Escritores y Artistas» y un niño que casualmente estaba ahí, un negrito como de 10 años, gritó señalando a la pintura: «Esa es mi casa» el niño venía con un hermano mayor y me miraban sonriendo y sorprendidos y me invitaron a su casa, a la mañana siguiente fui y tuve que contener la expresión ante la imagen desgarradora y para ellos familiar de apuntalamientos adentro de su pequeña sala comedor donde los palos horizontales, a manera de repisa exhibían latas vacías de cerveza y sodas.

Estoy seguro que alrededor del mundo hay indigencias mucho peores pero me duele tanto la mía, la de mi Patria, porque despiadados estafadores la timaron asquerosamente prometiendo prosperidad y solo trajeron miseria y familias destruidas, como hacen los comunistas donde agarran el poder.

Esteban Álvarez-Buylla es pintor y poeta, exiliado en Miami.

Foto del autor.

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