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La cruzada al revés

Por Gloria Chávez Vásquez.

No entendéis, no queréis entender, que para los musulmanes Occidente es un mundo que hay que conquistar, castigar, someter al islam.

                                                                           Oriana Fallaci

Armada de cámara y pluma, la periodista Oriana Fallaci (1929-2006), radiografió en su momento, dictadores y revoluciones, denunciando un nuevo tipo de guerra, que se libra no solo en campos lejanos, sino en las mismas calles europeas. Con su teoría de “Eurabia” se refirió a la invasión silenciosa y conquista cultural que amenaza con subyugar la identidad, no solo europea sino del mundo occidental, bajo el peso de un influjo masivo de inmigrantes musulmanes.

Mas recientemente, el cardenal subsahariano, Robert Sarah (1945), portando la antorcha legada por Fallaci, predice un futuro aciago para Europa, en el que en su corrección política y temor a que se le considere xenófoba, pierde su identidad ante lo que la periodista italiana describía como una “Cruzada al Revés.” *

Entrevista con la Historia. Oriana Fallaci

El suicidio de Occidente 

La política actual de globalizar al mundo suprimiendo las naciones, las costumbres y las tradiciones regionales “es una locura total” afirma el Cardenal Sarah, al tiempo que condena la complicidad de la Iglesia para imponer la inmigración masiva, cavando así su propia tumba.

El prelado, nativo de la Guinea Francesa, ha lanzado la voz de alarma en múltiples ocasiones contra un fenómeno que él califica de esclavitud moderna: “En Europa, todos los inmigrantes que llegan están hacinados, no tienen trabajo, ni dignidad”.

“¿Es esto lo que quiere la Iglesia?” pregunta el prelado. “La Iglesia no puede colaborar en esta nueva forma de esclavitud en que se ha convertido la inmigración en masa”. Según el líder católico, muchos religiosos están utilizando la Palabra de Dios para promover la inmigración basándose en un “falsa interpretación del evangelio” y añade que “Dios nunca ha querido estos desatinos”.

El cardenal africano denuncia que tanto la Curia romana como muchas de las conferencias episcopales de Occidente, “están convirtiendo la defensa de la inmigración masiva e indiscriminada en un caballo de batalla, acompañándola de citas evangélicas y la insinuación (o declaración explícita) de que quien piensa lo contrario no es cristiano”.

“Eso mismo que se aplaude desde tantos púlpitos, -dice el religioso- no solo es negativo para el país de acogida, sino una forma de esclavitud para los supuestos beneficiados. La Iglesia debería estar ayudando a las personas a crecer en su [propia] cultura en lugar de animarlas a abandonar sus países.

Prelado Robert Sarah

El dilema del inmigrante

Las razones del Cardenal Sarah son muy evidentes. Mientras algunos pastores eclesiásticos ven en la inmigración una manera de atraer en número a los feligreses en países como Estado Unidos donde la religión católica es minoría, en Europa el temor es que desaparezca el catolicismo en beneficio del islam.

La dinámica de la inmigración conlleva al desarraigo: el inmigrante es un ser vulnerable que ha sacrificado su estabilidad emocional, dejando atrás su hogar, las relaciones familiares y la comunidad en busca de un sueño. La falta de oportunidades en su país de origen lo convierten en presa fácil de promesas falsas, ilusiones o esquemas ajenos. Muchos terminan prisioneros de una deuda o de redes de traficantes humanos a quienes deben pagar con labores mezquinas o con su propio cuerpo. Otros se acomodan a la ayuda y beneficios mínimos provenientes del gobierno de turno o de organizaciones “humanitarias” en detrimento de su desarrollo personal.

El que los inmigrantes logren sus propósitos depende de una voluntad y disciplina férreas y el apoyo emocional y espiritual, en muchos casos provenientes de la iglesia. En los países industrializados, la iglesia los acoge a cambio de donaciones y ayudas gubernamentales, convirtiéndose así en un mediador social y descuidando muchas veces su misión espiritual.

La Europa decadente

Es muy obvio que la inmigración masiva es un experimento de ingeniería social, un invento de la elite globalista. Pero mientras los inmigrantes, cegados por el espejismo materialista, se someten a altos riesgos, el de Europa supone un riesgo existencial.

En el proceso se ha venido reemplazando la población cristiana por la musulmana. Los efectos ya se ven en la rápida proliferación de mezquitas y las multitudinarias demostraciones en el Reino Unido, en Francia, Italia y otros países donde el islam crece exponencialmente. Si Occidente continúa por este funesto camino, advierte el cardenal africano, Europa entera se convertirá en un imperio islámico,

El mundo occidental está sumido actualmente en el materialismo y se ha olvidado de Dios, dice el cardenal, quien está convencido de que la ideología del individualismo liberal promueve una ideología diseñada para erosionar no solo las fronteras naturales de las patrias y las culturas, sino que apunta a la fe cristiana. “Si Europa desaparece, y con ella los valores inestimables del viejo continente, el islam invadirá el mundo y nuestra cultura, nuestra antropología y nuestra visión moral cambiarán totalmente” es su advertencia. Para el cardenal Sarah, Europa y su civilización tienen una misión sagrada encomendada por Dios y su desaparición sería un desastre para el mundo entero.

Extinción de una cultura

En 1989, tras el colapso de la Unión Soviética, cuando muchas naciones recuperaron su libertad y democracia, parecía que había comenzado un nuevo período positivo para Europa. Sin embargo, la Unión Europea decidió ignorar las raíces cristianas del continente, y construir sus instituciones sobre abstracciones materialistas como el mercado libre, la diversidad de géneros y la reinterpretación de los derechos humanos.

Citando las palabras del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, (1844-1900) Dios está muerto, y lo hemos matado, el cardenal Sarah lamenta la secularización de Europa, asegurando que el continente ha estado en una crisis de civilización sin precedentes durante los últimos dos siglos. Desde entonces, el continente entero vive en una crisis continua, causada, entre otras cosas, por las ideologías ateas. Hoy en día, Europa se hunde en el nihilismo.

Durante el Congreso Europa Christi, celebrado en Polonia en 2018, Robert Cardenal Sarah apoyó al país eslavo en su decisión de no a aceptar la “redistribución de migrantes”. Defendía así el derecho de las naciones, a distinguir entre un refugiado político o religioso, perseguidos en su propia tierra, y los inmigrantes económicos que no comparten ni se adaptan a la cultura del país que los acoge. “Si bien cada inmigrante es un ser humano que debe ser respetado, la situación se vuelve más compleja si [su comportamiento] pone en peligro el bien común de una nación”.

Habría que cuestionar el papel de la UE en la involución ética, moral y espiritual del continente y de si es realmente “Eurabia” el futuro, o solo la lucha de un continente por equilibrar sus ideales de libertad y diversidad con la realidad de un mundo globalizado y en constante cambio. El prelado concluye que “todas las leyes deberían basarse en el concepto de la dignidad humana, que solo puede provenir de Dios”. La inmigración indiscriminada es un arma de doble filo ya que el islam terminaría dominando al cristianismo. Y muchos gobiernos antirreligiosos estarían contribuyendo precisamente a esa agenda con tal de eliminar a la Iglesia Católica.

«03 – Oriana Fallaci (ph. GianAngelo Pistoia)» by GianAngelo Pistoia is licensed under CC BY-SA 4.0

*Las Cruzadas (1095-1291) fueron 9 expediciones organizadas por la Iglesia Católica y los ejércitos cristianos de Europa en la Edad Media con el propósito de recuperar Jerusalén y otros lugares de Tierra Santa bajo dominio musulmán. Las luchas dieron pie al Imperio o sultanato otomano (1299-1922), En su época de máximo esplendor, ocupó extensos territorios de Europa, África y Asia.

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Gloria Chávez Vasquez escritora, periodista, educadora reside en Estados Unidos.

 

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