Por Gloria Chávez Vásquez
”La belleza no puede definirse científica o estéticamente. Habiendo dedicado una larga vida al arte de la caricatura, rara vez he convencido a nadie de que caricatura y belleza son sinónimas. Una escultura griega puede ser bella, pero no tiene que serlo. También puede ser bello un cenicero”.
Al Hirshfeld
Imagínese a un joven en una clase de arte en la que se dibuja un modelo. En su mente concibe imágenes y con su lápiz sobre el papel juega con las líneas. Como un duende bromista, dibuja una figura cómica que refleja su visión del modelo. El resultado es inesperado, pero aun así, una obra de arte: una caricatura genial. Su autor, original y creativo, vivió una larga vida durante la cual llegó a ser The Line King, y por décadas un fenómeno del dibujo teatral.
Al Hirschfeld (1903–2003) uno de tres hijos de Isaac y Rebeca, nacido en St. Louis, está considerado uno de los artistas más influyentes en la ilustración contemporánea. Comenzó sus estudios de arte a los 12 años, cuando su familia se trasladó a la ciudad de New York y matriculó a Al en el Art Students League. A los 18, obtuvo su primer trabajo en los estudios de Selznick Pictures donde, en menos de dos años, llegó a ser director de arte. A los 21 años viajó a Paris y luego a Londres y allí estudió dibujo, pintura y escultura. De regreso a los Estados Unidos, un amigo suyo que era agente de prensa lo conectó con el editor del New York Herald Tribune quien de inmediato lo comisionó para el periódico. Poco después realizaba trabajos para el New York Times y otras publicaciones, como artista independiente.
Su singular estilo lo convirtió en el perfecto icono de Broadway, como Miguel Ángel lo es de la Capilla Sixtina. Su arte es como el musical perfecto, pues sintetiza, en un dibujo, al actor, la música, la danza. Sus trazos minimalistas, generalmente en blanco y negro, son líneas puras, estilizadas, fluidas, juguetonas, que revelan una versión del protagonista, plasmado por la auténtica pluma de cuervo de su autor. Haber sido caricaturizado por Hirschfeld, para los actores del teatro o el cine, era haber obtenido la fama, el reconocimiento y por tanto equivalente a ganar un Tony o un Oscar.
De mente jocosa y traviesa, Hirshfeld añadió misterio a la caricatura, creando el enigma, o mensaje secreto dentro del dibujo en el que luego se inspiró Martin Handford, el autor británico de Where’s Wally? (1987) y que después se integró en los crucigramas.
La idea surgió cuando Hirschfeld celebró el nacimiento de su única hija Nina en 1945, camuflando su nombre en uno de sus dibujos. Desde entonces lo convirtió en un juego en el que participaron sus seguidores, quienes localizaban el número de veces que aparecía el nombre en un dibujo. Para facilitar la búsqueda, Hirschfeld colocaba el número de Ninas al lado de su firma. El día que dejó de hacerlo, sus fanáticos se quejaron de modo que tuvo que continuar a regañadientes.
En su antología El mundo de Hirschfeld (1966), Al incluyó un dibujo de su hija titulado, La venganza de Nina: el dibujo no contenía el nombre de Nina sino el de Al y Dolly, su esposa. En 1991 el Servicio Postal estadounidense emitió una serie de estampillas honrando a duetos comediantes como Stan Laurel y Oliver Hardy – dibujados por Hirsfeld; haciendo una excepción a la regla que prohíbe marcas secretas en las estampillas, al artista se le permitió insertar la de Nina en los dibujos.
El documental producido por Susan Dryfoos en 1996, “The Line King” en el que numerosas personalidades del mundo del espectáculo con quienes trabajó o a quienes dibujó, le rinden homenaje, fue nominado para el premio Oscar. Ese mismo año el New York Landmarks Conservancy nombró a Hirschfeld, Figura Histórica o Tesoro Nacional.
Hirschfeld estuvo casado tres veces. Tras divorciarse de Florence Ruth Hobby, su primera esposa, contrajo matrimonio con Dolly Hass, una actriz escandinava que murió de cáncer, y en 1996 se casó con Louise Kerz, una historiadora de teatro con quien vivió hasta el final de sus días. Hirschfeld murió el 20 de enero, 2003, de causas naturales en su apartamento de Manhattan.
En el artículo con motivo de su fallecimiento, el New York Times cita las múltiples ocasiones en que sus caricaturas provocaron controversia. En esos momentos explicaba Hirschfeld: ”Nunca ha sido mi objetivo, destruir una obra o un actor, ridiculizándolo. Mi contribución es tomar el personaje, creado por el escritor e interpretado por el actor y reinventarlos para el lector”.
En la actualidad, las colecciones permanentes del trabajo artístico de Hirschfeld se conservan en el Museo de Arte Metropolitano y el Museo de Arte Moderno en Nueva York. La Galería de Margo Feiden conserva 75 años de dibujos originales y ediciones limitadas de litografías y demás archivos. Su trabajo artístico está influenciado, en su época adulta, por la estética y técnicas artísticas adquiridas en sus viajes a las islas del Pacifico y el Japón.
Al Hirschfeld recibió la Medalla Nacional de las Artes en 2002 y el 21 de junio, 2003, el día en que hubiera celebrado sus cien años, el Martin Beck Theatre, inaugurado en 1924 en el 302 West 45th Street, cambió su nombre por el de Al Hirschfeld Theatre. El artista fue honrado en vida con una estrella en el St. Louis Walk of Fame. El Salmagundi Club, la institución que acoge a los mejores caricaturistas del mundo, lo declaró miembro honorario a perpetuidad.
Gloria Chávez Vásquez es escritora y periodista.