Por Zoé Valdés.
Leo lo siguiente en un artículo publicado en Libertad Digital:
(…) en Varsovia y en Budapest tenían otros planes. Los gobiernos de Mateusz Morawiecki y Viktor Orbán llevaban meses criticando una cláusula con la que se pretendían vincular los fondos europeos al “respeto al Estado de Derecho”. Polacos y húngaros temen que la Comisión y el Parlamento Europeo aprovechen esta cláusula para interferir en asuntos de política nacional que, a su juicio, deben decidirse en el marco de la soberanía nacional.
Y muy cierto es. Porque tanto Mateusz Morawiecki como Viktor Orban saben de lo que hablan con relación a la Unión Europea y estos Estados pedigüeños en vías del comunismo y cuyo proyecto es el hueso coloraoatroz de la persecución, la intolerancia, la censura, el aniquilamiento humano.
No por gusto ambos líderes han demostrado coraje a la hora de prohibir cualquier símbolo comunista y cualquier tipo de loas al comunismo (más de 100 millones de víctimas) en sus países; porque conocieron en carne e historia propias es que perciben el peligro, sobre todo por parte de España, donde el Gobierno pacta con criminales terro-comunistas.