Por Irene González/VozPópuli.
La candidata del Partido Popular en Extremadura promete ser la estrella petulante de este verano de elecciones tras negarse a negociar con Vox un Gobierno de cambio y abocar la región a una repetición electoral. Ya despuntó en la campaña electoral por su virulento discurso de animadversión hacia los de Abascal. “No voy a permitir un paso atrás en la defensa de los derechos de la mujer”, afirmó colérica en referencia al aborto. Entonces marcó cuatro líneas rojas por las que no pactaría nunca con VOX por «cuestiones éticas»: ideología de género, aborto, LGTBI e inmigración. Ya saben que quien no cree en valores verdaderos cualquier panfleto le sirve como moral. No planteó un acuerdo para exigir un tren, ni infraestructuras del agua, ni industriales, ni reformas educativas en la región más empobrecida por el socialismo. El Partido Popular pidió género, inmigración, aborto y LGTBI.
Sólo alguien del PP podía defender con tanta vehemencia las políticas del PSOE. La razón no es sólo el complejo de la derecha que desprecia a su votante y coloca en puestos a los progres…
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