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EN. El fin de la polarización

La maquinaria de la polarización se puso en movimiento con fuerza inusitada a partir del 4 de febrero de 1992, cuando cinco tenientes coroneles, Hugo Chávez Frías, Jesús Urdaneta Hernández, Francisco Arias Cárdenas, Yoel Acosta Chirinos y Jesús Ortiz Contreras, al mando de unos 2.400 a 2.500 uniformados, intentaron derrocar al poder democrático que detentaba entonces Carlos Andrés Pérez.
Mucho se ha dicho: la intentona falló estrepitosamente en lo militar, pero no en el espacio político democrático. A pesar del fracaso de la operación, que fue derrotada sin mayores contratiempos; a pesar de la documentada cobardía de Chávez durante aquellas horas fatales; a pesar del asesinato injustificado de más de 100 ciudadanos venezolanos; a pesar de la venalidad y el absurdo de la acción, muy pronto comenzaron a producirse en el país expresiones de apoyo a los violentos, a los golpistas. Políticos que formaban parte de la estructura civil del golpe se encargaron de propagar la idea de que los alzados eran héroes que habían insurgido para salvar la República. Inevitablemente, esos apoyos generaron las reacciones más adversas.

Así, comenzó a abrirse la brecha de polarización política que había existido durante el ciclo democrático de 1958 a 1998, pero en un ambiente general donde había ciertos límites que ninguna de las dos partes en pugna se atrevía a romper. Tanto Acción Democrática, partido de raigambre socialdemócrata, como Copei, orientado hacia las tesis del socialcristianismo, compartían una hipótesis general: que el marco constitucional y el pacto democrático que se había establecido en 1958 mantenía su vigencia y perfectibilidad, por lo que la confrontación política entre las fuerzas discrepantes era necesaria, pero sin romper nunca el fundamento de que las diferencias no debían nunca destruir el mecanismo del diálogo como vehículo de los acuerdos de convivencia. Esto quiere decir que las pugnas no podrían poner nunca en riesgo al sistema democrático.

En cuanto Chávez accedió al poder, en el núcleo de su acción política dio prioridad a la polarización. Se propuso dividir al país. Pero esa polaridad no se correspondía con la división histórica de la democracia venezolana, según la cual o eras “adeco” o eras “copeyano”, pero sin alcanzar un rompimiento de la convivencia. La polarización promovida por Chávez tenía cuatro características, que quiero enunciar aquí, porque ellas son reveladoras del peligro profundo y real del “guerracivilismo” que escondía el discurso de Chávez, experto en alentar odios y victimizarse a un mismo tiempo…

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