Así, comenzó a abrirse la brecha de polarización política que había existido durante el ciclo democrático de 1958 a 1998, pero en un ambiente general donde había ciertos límites que ninguna de las dos partes en pugna se atrevía a romper. Tanto Acción Democrática, partido de raigambre socialdemócrata, como Copei, orientado hacia las tesis del socialcristianismo, compartían una hipótesis general: que el marco constitucional y el pacto democrático que se había establecido en 1958 mantenía su vigencia y perfectibilidad, por lo que la confrontación política entre las fuerzas discrepantes era necesaria, pero sin romper nunca el fundamento de que las diferencias no debían nunca destruir el mecanismo del diálogo como vehículo de los acuerdos de convivencia. Esto quiere decir que las pugnas no podrían poner nunca en riesgo al sistema democrático.
En cuanto Chávez accedió al poder, en el núcleo de su acción política dio prioridad a la polarización. Se propuso dividir al país. Pero esa polaridad no se correspondía con la división histórica de la democracia venezolana, según la cual o eras “adeco” o eras “copeyano”, pero sin alcanzar un rompimiento de la convivencia. La polarización promovida por Chávez tenía cuatro características, que quiero enunciar aquí, porque ellas son reveladoras del peligro profundo y real del “guerracivilismo” que escondía el discurso de Chávez, experto en alentar odios y victimizarse a un mismo tiempo…