Por Armando de Armas.
Tras la Revolución francesa de 1789 se inicia en Occidente un nuevo ciclo histórico contrapuesto en esencia a los valores propiamente occidentales que ya en la Antigüedad facilitaron a los griegos, tan sabios, la creación del concepto de amnistía o amnestia, que significa olvido y perdón, como estrategia política para logar la paz tras cada contienda.
Luego ese concepto de hidalguía a la hora de tratar al vencido se perfecciona con el concepto cristiano y medieval del caballero y sus subsiguientes normas de caballería que, entre otras obras, diera lugar a la paradigmática novela Amadís de Gaula, de autor anónimo y publicada por primera vez en Zaragoza en el año 1508.
Pero a partir de 1789 el espíritu de odio y venganza se impone como mesianismo satanista que va no ya contra la más mínima piedad sino contra el más mínimo pragmatismo, al punto que al enemigo vencido se le mata o encarcela sin medir las consecuencias políticas, y no es que se le mata sino que se execra su memoria y se irrespetan sus restos, y no es que se le encarcela sino que cada hora y cada día y cada año de su condena se lo convierten en un sempiterno suplicio, mas, el ensañamiento no para en el enemigo antes beligerante, sino que además tanto la familia del muerto como la del prisionero estarán marcadas por el estigma de Caín, es decir, la marginación y el padecer absolutos, excepto, claro, que canten ditirambos al vencedor y condenen al ejecutado o al reo en cuestión.
El colofón del odio y la venganza contra el vencido se alcanza posteriormente con el comunismo (el caso de los prisioneros anticastristas ejemplifica bien lo que apunto), que es quien viene a crear el conveniente concepto de “criminales de guerra”.
Salvador Díaz-Versón, periodista y escritor cubano que fuera jefe de los Servicios de Inteligencia Militar durante los gobiernos republicanos de Carlos Prío y Fulgencio Batista, asegura en un artículo para Diario Las Américas de Miami, del 19 de agosto de 1968, que cuando ya se vislumbraba el final de la Segunda Guerra Mundial se convoca a la Conferencia de Yalta, y que allí, “la Unión Soviética, plena de odio, de maldad y de venganza, logró el acuerdo de que al terminar la contienda bélica se juzgará a los vencidos como criminales de guerra, dando ello origen al Proceso de Nuremberg, donde el 21 de noviembre de 1945 se condenó a muerte a un grupo de oficiales del ejército vencido”.
Pero ya en 1963 Díaz-Versón alertaba, en su libro El quinto jinete del Apocalipsis, de lo contraproducente que resultaría para la lucha contra el marxismo el hecho de mantener un concepto jurídico basado en el odio y la venganza con objeto de considerar y juzgar a los prisioneros como criminales de guerra pues, agregamos nosotros, es una medida que dado el control izquierdista sobre los medios de prensa y la instituciones occidentales, sería muy raro que sirva o haya servido para condenar a los comunistas como criminales de guerra y sí, al seguro, para condenar a los luchadores anticomunista.
Nota: Cual clásica excepción a la regla, casi 40 años después de la caída del régimen de los jemeres rojos, las Cámaras Extraordinarias en la Corte de Camboya, condenaron a cadena perpetua como criminales de guerra a dos de sus máximos jerarcas.
Armando de Armas: Escritor cubano exiliado, autor en los géneros de periodismo investigativo, ensayo, narraciones y novelas. Entre sus libros destacan La tabla, una abarcadora novela sobre la sociedad isleña, y Los naipes en el espejo, un ensayo sobre la historia de los partidos políticos estadounidenses que augura además el triunfo electoral de Donald Trump en 2016 y un profundo cambio de época en el mundo occidental. Editor Educación/Cultura ZoePost.