EDITO

ED. Si el fango hablara

Por Zoé Valdés/El Debate.

El victimista Sánchez ha descargado en una de esas entrevistas de la televisión sanchista, palabras tan lastimosas, con las que sostiene que lleva años aguantando la máquina del fango en contra suya, de su familia, de su esposa –como si no existieran las pruebas… Va y se compara, sin ningún tipo de consideración ni vergüenza, con el presidente conservador de Eslovaquia, Robert Fico, al que un supuesto escritor de ultraizquierda, un anciano pleno de odio (nadie mata por bondad), intentó asesinar a balazo limpio. No viajaré a la Antigüedad con la intención de evocar muertes clásicas, como la de Sócrates y la cicuta, me remitiré a citar casos no tan lejanos en el tiempo y también más recientes de intentos de asesinatos políticos, cuyas balas y cuchillos no eran de fango, y mucho menos ninguna máquina intermedia, como no sea la del terror, en numerosos casos de la ultra-islamo-izquierda-comunista, la hizo accionar. Tampoco citaré los asesinatos de la izquierda española, notablemente los del PSOE; existen libros acerca del tema.
En 1979, Javier Rupérez, ex secretario de relaciones exteriores del Gobierno de Adolfo Suárez, fue secuestrado en un zulo en Trasmoz, por el comando etarra que dirigía el socio de Sánchez, Arnaldo Otegui. Ahí también fue secuestrado el padre de Julio Iglesias. En 1995, ETA, o sea, los que hoy gobiernan con Sánchez, intentó acabar con la vida del presidente José María Aznar mediante una bomba lapa debajo del coche. José Antonio Ortega Lara, fundador posteriormente de Vox, funcionario entonces, fue secuestrado por ETA entre 1996 y 1997. En 1997 fue asesinado de un tiro en la nuca el joven político del PP, Miguel Ángel Blanco, por los que pertenecían a la banda con la que Sánchez ha pactado su continuidad en el poder. Sin contar Ernest Lluch, socialista, acribillado por ETA, en el año 2000, y… un largo etcétera. No eran balas ni bombas de fango, eran puro plomo y municiones, con ellas intentaron asesinar a inocentes, o los asesinaron.
En el 2002, el alcalde socialista de París, Bertrand Delanöe, fue apuñalado en el vientre por un islamista homófobo; ah, mire usted… En el 2016, murió tiroteada en el Reino Unido la diputada laborista de 41 años, Jo Cox. En el 2018, el candidato conservador a la presidencia de Brasil, que luego fue presidente, Jair Bolsonaro, sufrió en plena campaña presidencial una agresión grave a navajazos en el vientre, ha sido operado en diversas ocasiones, como consecuencia del ataque todavía sufre secuelas del acuchillamiento. En 2023, el candidato a la presidencia de Ecuador, Fernando Villavicencio, cayó tiroteado tras salir de un acto de campaña, días antes había denunciado a la narco-izquierda en su país.
La cantidad de políticos, escritores, periodistas, que han sido envenenados, tiroteados, asesinados por la izquierda y por oligarcas procedentes de la izquierda, resulta notoria. Sin embargo, Sánchez, en su inmensa fatuidad, anda preocupado por el fango que –con esa cobardía que lo embarga– según comenta, lo agrede a él y a su clan. Un fango que comparado con lo que él, su gobierno, y su prensa, han tirado contra los que no están en su bando y piensan diferente, resulta irrisorio, grotesco por ínfimo…

3 Comments

  1. Félix Antonio Rojas G

    Grande Zoé

  2. Esteban

    ¡¡¡Ovasion!!!
    ¡¡EXTRAORDINARIO ARTÍCULO
    , SIN TREGUA NI TAPUJOS!!

  3. UN DEMENTE jeta trepador de los EGOs del FIN CIVILIZATIO spain… y verán lo que acontecerá PRONTO, SIC….

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