Por Zoé Valdés/El Debate.
No hay nada más denigrante que tener que arrastrarse frente al poder pese a que alguna obra importante se haya hecho; lo más triste es cuando se cree que se deba poner el prestigio de esa obra a los pies de quien ostenta el mando onerosamente, mediante el fraude, la mentira, y la corrupción. Aunque, fiel al refrán: cada cual hace de su trasero un tambor, y se lo da a quien se lo toque mejor; nada más verdadero, que además considero de la elección de cada cual, a pesar de la indignidad conferida.
Agradezco a Samovar su actitud pasada en contra de las tiranías y totalitarismos, incluida la castrista; es la razón por la que no alcanzo a entender ahora su rendición tan abyecta frente a la que le ha tocado por la carta de racionamiento. Pero, oigan, allá Samovar con su condena.
Es probable que tal como estamos viendo que evoluciona el mundo, al dictador ‘Míster Handsome Man’ le ronde la idea de irse asegurando una carrera cinematográfica, y que al mismo tiempo, tal como involuciona la cinematografía actual, Samovar, que siempre ha tenido olfato y dominio para sacar actores de numerosas piedras, esté elucubrando escribir un drama para cuando ‘Míster Handsome Man’ se aburra de gestionar como dictador totalitario entonces dedique su maravillosa existencia a la actuación en una de sus películas, o sea, en una de las películas que se montará ‘Míster Handsome Man’, para que otros se ilusionen con que lo dirigen; en ese caso, Samovar.
De modo que el talentoso Samovar seguramente ha pensado ya en la actriz que le daría la réplica a Míster Seboruco Handsome Man, y no podría ser otra que la apóstata Anne Hathaway. De modo que, a esta actriz desertora de ‘Míster Seboruco Handsome Man’ en su primer encuentro, pero fiel al encuentro con la causa de su esposo, que es la causa israelí y también occidental, Samovar pensaría que le estaría dando una segunda oportunidad de realizarse como estrella junto a su amado dictador hispano-norcoreano. O sea, como mismo ha creído que le ha dado la oportunidad de sus vidas a unas presuntamente desconocidas Tilda Swinton y Julianne Moore en la interpretación, cuya historia original no escribió Samovar, sino Susan Sontag, y con su propia vida.
A veces leer tiene sus inconvenientes, uno descubre todo primero que el resto y destruye ilusiones. Porque el resto, al no leer, siempre estará enterándose con retraso y mediante las copias de las copias. Es como cuando Reinaldo Arenas declaró aquello tan monumental que les cito debajo tomado de su artículo ‘La insoportable fealdad de García Márquez’: (…)