Por Zoé Valdés/Diario Las Américas.
En la actualidad, Pedro Sánchez se enfrenta a una situación política especialmente delicada. El presidente español está siendo interrogado en el Senado de su país debido a los numerosos casos de corrupción por los que se investigan a varios ministros, a miembros de su partido, a su partido, el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), a su hermano, a su mujer, y por los que ahora él mismo debe responder, y debiera contestar si tal como han denunciado varios testigos recibió dinero en metálico por pagos más que sospechosos. La cara de cemento de este personaje es tan dura como la de la del tirano Fidel Castro cuando se presentaba en la ONU a hablar de los niños que en el mundo no tienen un trozo de pan, mientras los niños en Cuba no tenían entonces y sesenta y seis años después tampoco tienen pan, ni leche, y se mueren a puñados aquejados por virus desconocidos por la OMS.
Eso tienen los comunistas, que en juegos magistrales de teatro no hay quien les gane. Pedro Sánchez en su primer viaje como presidente, adonde primero se le ocurrió ir fue a Cuba, a pedir instrucciones al régimen castrista -para saber cómo destruir España, seguramente-, dirigido por un títere, movidas y manipuladas sus cuerdas por los tiranos Castro II y su hijo Castro III, dado que Castro I ya había fallecido cómodamente en su cama con el ano reventado por la maldad.
Durante los interrogatorios en el Senado hemos podido percibir, además de las mentiras, una tras otras, el nivel de cinismo de Sánchez, y cómo sigue inventándose un personaje -según él para la historia-, un personaje que no le corresponde, ni le corresponderá nunca, porque ¡líbrenos la historia de gentuza como esta! Pues más miserable que este tipo sólo Fidel Castro; bien, Sánchez ha manifestado, con una sonrisa amplia y haciendo el payaso, que esa Comisión del Senado, con su presidente respectivo, son la Inquisición, y ha replicado en más de una ocasión que esa convocación a su persona –“mi persona”, ha dicho- es inquisitorial. No entiendo cómo es posible que el presidente lo haya permitido tan amablemente.
España va por el mismo camino que Cuba, y a la misma velocidad, de nada le ha valido a los españoles haber experimentado una república comunista que tantos crímenes cometió en el pasado, de nada les valió sobrevivir a un gobierno como el de José Luis Rodríguez Zapatero, investigado ahora por el gobierno de Estados Unidos debido a su relación con el régimen de Nicolás Maduro y con China, quien llegó al poder bajo el soporte de los actos terroristas del 11M. España se va por el mismo vertedero que Cuba, hacia el abismo y aplaudiendo; y los únicos resistentes son los de VOX. La oposición del Partido Popular todo lo pacta con el PSOE en la Unión Europea, pese a los enormes escándalos de corrupción que hemos presenciado.
Lo último que vimos antes de este interrogatorio en el Senado es que el gobierno de Pedro Sánchez ha iniciado la prohibición y censura de palabras del diccionario y su libre uso por los hispanohablantes; por ejemplo, ya no se podría decir que “el comunismo es el cáncer de la humanidad”, tal como aparece en la letra de la Marcha anticomunista de los músicos de Miami, Frankie Marcos & Clouds. Desde luego, mi respuesta no se hizo esperar, aclaré en la red social de X que voy a hablar como me dé la gana y que ya pueden encarcelarme cuando quieran. Los cubanos recordarán que en Cuba se prohibieron palabras, y fueron sustituidas por otras, como en el caso de “Señora” y “Señor” que fueron reemplazadas a la fuerza por “Compañero y “Compañera”, y el que no lo hiciera era señalado como burgués, pequeño burgués o anticubano, imperialista, yanqui, y etcétera, el resto de epítetos insultantes propios de los totalitarismos. Imitando así la transformación del lenguaje, tal como se produjo bajo la Alemania nazi, existe un estudio llevado a documental sobre cómo el nazismo se impuso mediante doblegamiento del uso del idioma y por hambre, en los primeros tiempos…
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