Por H.A. Martínez
Si algo han demostrado las elecciones en EE.UU. es que no son un fenómeno de interés solo nacional. Y para ello basta una pequeña repasada por los principales periódicos en Europa o América Latina hoy, cuyos titulares no pasan por alto el primer debate de los candidatos presidenciales este martes.
Y es el presidente Donald Trump, quien busca la reelección como candidato republicano, y el ex vicepresidente Joe Biden, nominado por los demócratas, serán protagonistas de unos de los momentos televisivos de mayor “raiting” no solo en la Unión: el primer cara a cara como aspirantes al Despacho Oval.
Serán 90 minutos en televisión nacional e internacional, en directo y sin cortes comerciales, con los contendientes detrás de un podio respondiendo cada ronda de preguntas, divididas en seis segmentos de 15 minutos cada uno, con el ya reconocido periodista de Fox News, Chris Wallace, como moderador.
¿Los temas elegidos? Historial de Trump y Biden, Tribunal Supremo, coronavirus, economía y tensiones raciales, además de la violencia en las ciudades y el proceso electoral; sin embargo, de seguro no faltará el informe del The New York Times sobre los impuestos del presidente Trump.
La Universidad Case Western Reserve en Cleveland, Ohio, será sede del debate, el primero de tres pautados antes de las elecciones el 3 de noviembre. Los restantes serán el 15 de octubre en el Adrienne Arsht Center en Miami, Florida y el 22 de octubre en la Universidad Belmont en Nashville, Tennessee.
Entretanto, los candidatos a la vicepresidencia: el republicano Mike Pence (incumbente) y la demócrata Kamala Harris, tendrán su propio debate, una sola vez, el próximo 7 de octubre, también televisado y seguido por millones de personas desde la Universidad de Utah, en Salt Lake City.
Pero, mas allá del fenómeno mediático -solo comparado con el Super Bowl- y de exposición de los candidatos -momentos ridículos incluidos-, ¿cómo influyen los debates en la decisión del electorado? Estudios aseguran que el 90 por ciento de los espectadores ya tienen su candidato antes del debate.
Entonces, por qué tan altas expectativas sobre esos 90 minutos, que en sí no influyen en el resultado de la elección, si bien pudo ayudar a un candidato en el primer debate, allá por 1960, cuando un joven John F. Kennedy le arrebataba la presidencia a un experimentado Richard Nixon por estrecho margen.
Y la respuesta lleva un poco del morbo político de quienes siguen con pasión el proceso desde los anuncios de aspirantes, los debates partidistas y las elecciones primarias: les gusta ver a su candidato atacar con argumentos, defenderse con grandilocuencia, comportarse como el “hombre fuerte”.
Es una suerte de espacio para reafirmar ante la opinión pública lo que bien vale su candidato, pero también para ver cómo cae sin vehemencia su oponente, cómo es ridiculizado y expuesto, aunque sus seguidores, como él, lo defiendan a ultranza pase lo que pase en el debate.
Porque como ya sabemos pocos cambiarán de parecer luego de esta noche. No ahora, mucho menos en una elección como esta, donde para muchos se estará eligiendo una ideología, que definirá la economía y la sociedad del futuro de una nación, que es -con defensores y detractores- referencia para el mundo.
Por lo pronto la invitación está hecha. Este martes, a las 9 de la noche en el este de Estados Unidos, en cuanto canal de noticias en inglés y español pueda tener en su hogar, los candidatos Donald Trump y Joe Biden serán protagonistas de los 90 minutos del “juego más emocionante del mundo”.
H. A. Martínez es periodista. Jefe de Redacción de ZoéPost.