Por Gloria Chávez Vásquez.
En las décadas finales de la República Romana (49-29 a. c), el río Rubicón fue decretado como límite entre la Galia Cisalpina e Italia. El senado prohibió y declaró un sacrilegio su cruce a las tropas del norte para prevenir un golpe de estado. Cuando Julio César cruzó el Rubicón con su ejército, provocó una guerra civil que duró cinco años, al final de la cual, fue nombrado dictador de por vida.
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A la acción desaforada del Departamento de Justicia (DOJ) y la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) contra un ciudadano expresidente, que culminó en un allanamiento armado a su casa de Mar-a-Lago, se le ha calificado como El Cruce del Rubicón.
Lo que ha formado el FBI en su servilismo para con la salvaje agenda demócrata, no tiene más nombre que abuso de autoridad. Estas tácticas de matoneo son solo comparables con las de la Gestapo, la Stasi, el KGB, la Mano Negra, y otras oscuras entidades criminales dedicadas a oprimir y eliminar a críticos y oponentes.
Todos estos años, el único propósito de los radicales demócratas y sus aliados de izquierda ha sido matar al mensajero que ha sido Donald Trump. Primero su credibilidad como candidato, luego su efectividad como presidente, declarándolo persona non grata y una amenaza para la seguridad de EE.UU. Como la difamación solo ha logrado probar lo contrario, el acoso se ha extendido a su familia, amigos y simpatizantes.
Cada día son más los cuestionamientos ante las obvias injusticias por parte de demócratas y republicanos contra un hombre que ha demostrado querer servir al país.
La maniobra más reciente suscitó la indignación de los medios y votantes conservadores, así como cientos de miles de protestas callejeras y en las plataformas sociales.
El abogado y defensor público, Kash Patel, señala el doble estándar con que los demócratas aplican la justicia hoy en día. Según el comentarista republicano, todos estos años, los gobiernos demócratas “han abandonado el debido proceso y se han dedicado a la aplicación selectiva de la ley”. Su fórmula es: a) seleccionar la jurisdicción federal que les sea conveniente; b) utilizar a un juez que odie al opositor tanto como ellos, c) emitir un juicio político en lugar de acatar el verdadero resultado de una investigación imparcial y apolítica.
Lo más alarmante es que los mismos individuos que manejaron la redada al hogar de Donald Trump, son los mismos que inventaron la farsa del Russiagate. Son los mismos que dicen que el contenido del computador de Hunter Biden es “desinformación rusa”. Y los mismos que falsificaron las autorizaciones del Acta de Vigilancia e Inteligencia Extranjera (FISA) que permitieron fabricar el dossier contra el entonces presidente republicano.
Y mientras los politiqueros y cómplices en los medios y agencias gubernamentales pasan por alto la corrupción de los Pelosi y de los Biden, emplean su energía en ayudar a fabricar casos, buscando una y mil maneras de destruir las organizaciones y ciudadanos que los cuestionan. Mientras tanto la nación se hunde en la inflación, la crisis energética, la destrucción urbana, el aumento exponencial del crimen y debacles como las causadas por la guerra en Ucrania, y la catastrófica salida de Afganistán.
La redada
La autora de ¿Quién está financiando la destrucción de América? Michelle Malkin, ve en la redada a Mar-a-Lago una maniobra conveniente, gestada en momentos en que la aprobación de Biden se hunde cada día más y las elecciones al congreso y el senado están a la vuelta de la esquina.
En cuanto a la redada, esta logró despertar a un pueblo cada vez más airado con la corrupción e injusticias perpetradas por las agencias oficiales. Tras el asalto y allanamiento a la morada de los Trump, los agentes del FBI ordenaron a los empleados de la familia, apagar las cámaras durante la redada. Estos no obedecieron y la redada fue filmada en su totalidad. La familia pudo ver a través de las cámaras como los federales revolcaban sus pertenencias, entre ellas el closet y la ropa de la ex primera dama, forzaban la caja fuerte y se llevaban los pasaportes de la pareja. Tras el escándalo, y con la cola entre el rabo, el arquitecto de la redada, dijo que los Trump podían ir a recogerlos en las oficinas de la agencia federal.
Los Trump han anunciado que harán público el video con las siniestras escenas de la requisa, a su debido tiempo.
Tratando de cubrir sus pasos de animal feroz, el FBI entregó la versión higienizada a sus amigos del Washington Post: estaban buscando documentos relacionados con secretos nucleares. El izquierdoso New York Times se apresuró a justificar la redada. Los federales buscaban 15 cajas de documentos “clasificados” traídos desde la Casa Blanca en enero 2021 cuando Trump terminó su mandato. No mencionó sin embargo que esa revisión ya había tenido lugar y nada comprometedor se había hallado. Su meta y la del gobierno Biden era ahora ponerle la etiqueta a Trump de “espía” aunque se apresuró a negar, a través de su oficina de prensa, que hubiese sido informado de la redada.
Los expertos legales, entre ellos el demócrata Alan Dershowitz, aclararon de inmediato que Trump tenía la autoridad de desclasificar documentos para luego conservarlos en su biblioteca presidencial. Cosa que han hecho todos los presidentes, incluyendo Barack Obama, que llevó consigo 30 millones de documentos (¿en cuantas cajas?) al dejar la presidencia.
La representante republicana por el estado de Illinois, Mary Miller lanzó un mensaje por twitter enfatizando que “Si el FBI no hace una redada en los hogares de la familia Biden que cogieron pagos de oficiales chinos comunistas, de oficiales rusos, y de oficiales ucranianos mientras se guardaba el 10% para el Big Guy,’ entonces tenemos pruebas de un sistema doble de justicia.”
Hay que recordar que El FBI ha guardado bajo custodia por varios años el computador de Hunter Biden, pero a pesar de la evidencia de los delitos cometidos por el hijo del presidente, este no ha sido arrestado o sujeto a redadas intimidantes, sin anunciar, en horas de la madrugada, por docenas de agentes armados del FBI como lo han hecho con lideres republicanos como Roger Stone, Dinesh D’Souza, Rudy Giuliani y ahora Trump y su familia.
El computador de Hunter
Según reportajes del New York Post, el computador de Hunter Biden “fue incautado por el FBI en 2019 como parte de una investigación federal relacionada con fraude en el pago de impuestos, lavado de dinero y la violación de leyes extranjeras”. El hijo de Joe Biden recibió sumas cuantiosas en tratos y negocios con, entre otros, los gobiernos de la China y Ucrania, cuando su padre era vicepresidente en el gobierno de Barack Obama.
A pesar de tener posesión de toda esa información en el computador, El FBI volcó las investigaciones y sus tácticas de matoneo en el técnico que descubrió y entregó el computador a los federales. ¿Qué piensan hacer el DOJ y el FBI con las fotografías y videos de de Hunter Biden ampliamente diseminadas por las redes sociales y algunos periódicos con posesión ilegal de drogas, fotos comprometedoras con menores de edad que indican la posible violación de leyes de tráfico sexual y negociaciones sinuosas con entidades extranjeras que ponen en peligro la seguridad nacional? Tres años más tarde, el FBI guarda silencio.
A Hillary Clinton nunca se le responsabilizó por su papel en crear la Farsa Rusa o por guardar en su casa, sin autorización, el servidor que contenía información clasificada, cuando era secretaria de estado del presidente Barack Obama. Tampoco se juzgó al Equipo Hillary por la destrucción de más de 30.000 mensajes de correo electrónico y aparatos de computación en su oficina destruidos con martillos, químicos y otros métodos.
Como bien dijo Trump, un asalto de este tamaño “solo puede tener lugar en los quebrantados países del Tercer Mundo. Desafortunadamente Los Estados Unidos se ha convertido en uno de esos países, corrupto a niveles nunca vistos”.
En realidad, son los capítulos finales de un novelón de Pulp Fiction, escrito por un Maquiavelo zurdo o disléxico para quien su metida de pata más reciente ha tenido un efecto bumerang.
El de Biden solo sería un gobierno inservible, de no ser por el daño que inflige a los derechos y libertades de sus conciudadanos. Un gobierno tedioso si no fuera porque ya ha cruzado la raya de lo que es justo, moral y ético. Las acciones del FBI, el DOJ y sus oficiales los colocan en el banquillo de los acusados.
Gloria Chávez Vásquez escritora, periodista, educadora, residen en EE.UU.