Política

Crónicas I y II

Jacobo Otero Moraña

Por Jacobo Otero Moraña.

 

CRÓNICA I.

Un mes desde que las tropas rusas cruzaron al asalto la frontera ucraniana iniciando la agresión al país vecino. Ni “operación especial”, ni “desnazificación” ni ningún otro eufemismo surgido de las lenguas viperinas del Kremlin y sus palmeros tiene la más mínima justificación. Esto es un crimen contra una nación soberana que en ningún momento suponía la menor amenaza para Moscú. Es más, hasta poco antes de producirse la invasión, y más allá de algún que otro pique dialéctico, se consideraban países hermanos. Buena muestra de ello es la cantidad de matrimonios mixtos que sólo sirven para poner de manifiesto esa identidad común, tan parecida a la que tenemos aquí con los nacionales de estados hispanoamericanos y con nuestros vecinos portugueses.

¿Se nos ocurriría emprender un movimiento agresivo hacia cualquiera de ellos? Bien sabemos que no. Entonces, ¿por qué Rusia ha optado por esa vía? La razón es obvia. Un dirigente con ínfulas dictatoriales, incapaz de superar sus traumas. Esos que han llevado el espíritu revanchista al límite del absurdo. Alsacia-Lorena son hoy Lugansk-Donest,y el acta de disolución de la URSS, aquel Tratado de Versalles que encendió el verbo del cabo austríaco.

En la mente de Vladimiro el Terrible, todo son humillaciones que él está llamado a revertir. Se está conmigo o contra mi. Y pobre del que no me siga. Citando esa Biblia que últimamente tiene constantemente en la boca: “Más le valiera atarse una rueda de molino al cuello y tirarse al mar”…y si no, no pasa nada. Sus chicos del VKR ya lo hacen por el “suicida poco decidido”.

Véase Aleksey Navalny. Envenenado primero, y en vista de que no se murió y tuvo arrestos de volver a la “Rodina”, condenado ahora a nueve años de prisión.

Eso es Rusia hoy. Por desgracia, lo mismo que fue siempre. Un gigantesco campo de concentración donde opinar libremente es lo más peligroso que uno puede hacer.

Ignoro si Navalny saldrá vivo de su encierro, pero de inmediato piensa uno en Imre Nagy. De poco le valió al dirigente húngaro ser de izquierda, marxista y hasta miembro de aquella efímera República de Bela Kun. Tan pronto quiso explorar su propia vía, Andropov y el Ejército Rojo tomaron el país colocando al frente a su bufón Kadar (otro Lukasenko).

Nangy fue enviado a una prisión rumana, y allí, cuando sus carceleros se aburrieron de torturarlo, le pegaron un tiro.

Lo dicho. Eso de pensar con criterio propio le sienta muy mal a los dictadores, y el zarito pecholata es la quintaesencia del maníaco sanguinario que aparece en los manuales.

No me extraña que con tales precedentes, Zelensky tenga claro el futuro que le espera. Muchos están criticando al presidente ucraniano por sus últimas declaraciones, pero yo les pregunto: ¿Serían ustedes capaces de mantener la cabeza fría sabiendo que estás en la línea de fuego de un maníaco que te puso la diana sobre la frente?

 

CRÓNICA II.

Sigo con las crónicas sobre esta invasión ilegal. Ayer, cierto que les dejé un artículo visceral, pero si les soy sincero (y siempre lo he sido), estoy más que harto de los trolls. Tanto, que en breve haré limpieza entre aquellos contactos que aún se sienten atraídos por zarito pecholata, su horda y la sarta de milongas conspiranoicas que nos regalan a diario.

Dicho lo cual, vamos con cifras objetivas.

Tras un mes de combate, Rusia ha perdido entre 10.000 y 20.000 soldados. Los heridos, según qué fuente se consulte, varían entre 16.000 y 20.000.

Si tenemos en cuenta que el contingente original se cuantifica en 190.000/ 200.000 efectivos, el número de bajas resulta una auténtica barbaridad.

Por ponerles una comparativa que seguro gustará a los detractores del imperialismo anglosajón (nótese mi deje de sarcasmo), el Ejército de EEUU perdió 60.000 combatientes durante su intervención en Vietnam… en diez años. De seguir en esta proporción, y aun admitiendo como buena la cifra más baja, Rusia los iguala en seis meses.

Si nos vamos al número más elevado, serían 120.000, una cantidad muy similar al de caídos en los ocho meses en que combatieron los chicos del Tío Sam durante la IGM.

Así que ya ven. Los números hablan por sí solos. No hay país, por grande y “potencia” que sea o diga ser, capaz de asumir tamaño desgaste.

Es más. Rusia puede verse en un problema brutal de cara a defender sus fronteras, y no precisamente de una agresión por parte de la OTAN. El Cáucaso no ha dejado de ser una bomba de relojería, pero hay algo más duro.

China. Y es que en Beijing no olvidan aquella guerra fronteriza de marzo del 69. Entonces el lío comenzó a ambos lados del Amur-Ussuri, cuyas aguas estaban congeladas. Hubo unos cuantos centenares de muertos, y cuando llegó la hora de intercambiar prisioneros, algunos fueron devueltos “en fascículos”. Pues bien. Aunque ahora parezca que Moscú y Beijing se quieren tanto, o más, que en 1950, la cosa puede cambiar en cualquier momento.

Los “Dragones” siempre tuvieron muy claro que esa frontera de 6800 km puede moverse hacia el norte en varios puntos, tanto en el ya citado Amur como en Kazajistán. Los rusos también lo saben. La cuestión es : ¿Tienen efectivos para mantener dos frentes?

Desde que empezó todo esto, China no se ha metido. Se dice siempre que lo suyo no son guerras ni invasiones, sino seguir siendo el Gran Bazar del mundo, pero de la misma manera, no se les escapa el más mínimo detalle. No tienen prisa ni cuentan el tiempo como nosotros. Quizá en ese detalle radique su éxito, y de la misma manera, su peligro.

En la corte de Vladimiro el Terrible, que pueden ser tan malos como él pero de tontos tienen poco, debieron caer en cuenta de todo esto. Ejemplo palmario de ello es que hoy el perverso Lavrov ha cambiado su discurso. Ellos no están en guerra, sino que es el “malvado e imperialista occidente” quien se la ha declarado. Ellos solo quieren implantar su hegemonía en el Dombass, cosa que suena a repliegue. Lo que no sabemos es si se trata de un movimiento real o táctico. Si se están quedando realmente sin efectivos u optan por volver a zona segura como paso previo a un ataque ” no convencional”.

Aunque en la cumbre de la OTAN ya dejaron claro que no van a consentir el traspaso de esa línea roja, veremos si no salta la banca por ir a por el “Black Jack”.

 

Jacobo Otero Moraña, es contador de historias, navegante, condotiero fuera de siglo…

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2 Comments

  1. Edmme Baguer

    Excelentes crónicas.

  2. Pingback: Crónicas de una invasión ilícita (III, IV, V, VI) -

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