EDITO, Mundo

Crisis en Oriente Medio: El Bombardeo de Irán que Cambió las Reglas del Juego

Por Carlos Manuel Estefanía.

El 21 de junio de 2025, Estados Unidos, en colaboración con Israel, llevó a cabo un bombardeo de instalaciones nucleares en Irán, marcando un capítulo crucial en el conflicto de Oriente Medio. Presentada como una acción militar preventiva, esta intervención ha intensificado las tensiones en una región caracterizada por la inestabilidad. Este análisis examina los eventos, reacciones y repercusiones estratégicas, humanitarias y geopolíticas que emergen de esta escalada.

La operación del 21 de junio, que atacó las instalaciones nucleares de Fordow, Natanz e Isfahán, fue anunciada por el presidente Donald Trump como un éxito militar. Utilizando bombarderos B-2 Spirit y misiles de crucero Tomahawk, la acción se justificó como un medio para frenar la proliferación nuclear. Desde una perspectiva realista, se interpreta como una medida preventiva en un entorno internacional anárquico, mientras que un enfoque constructivista sugiere una construcción discursiva de amenaza que busca legitimación política.

Israel desempeñó un rol crucial en la operación, con líderes como Benjamín Netanyahu respaldando el ataque como parte de su doctrina de disuasión. La estrategia israelí, que prioriza la presión militar, se evidenció en ataques previos a instalaciones iraníes, debilitando capacidades defensivas y preparando el terreno para la ofensiva estadounidense.

Irán minimizó los daños y reafirmó su derecho a desarrollar un programa nuclear pacífico. En respuesta, lanzó misiles balísticos hacia Israel y activó a aliados regionales como los hutíes en Yemen. Este enfoque refleja una estrategia de guerra asimétrica diseñada para proyectar fuerza sin llevar el conflicto al territorio iraní.

La comunidad internacional reaccionó con preocupación, con la ONU abogando por la desescalada. Potencias como Rusia y China denunciaron la violación de la soberanía iraní, destacando un cambio hacia un orden multipolar donde EE. UU. enfrenta resistencia a sus acciones unilaterales.

El ataque dejó más de 400 muertos, incluidos civiles, y causó miles de heridos. La infraestructura médica y educativa también se vio afectada, exacerbando una crisis humanitaria ya presente debido a sanciones internacionales. Esto plantea serias preocupaciones sobre las violaciones del derecho internacional humanitario.

La intervención extranjera ha sido condenada por la sociedad civil iraní, la misma que bajo la consigna de “esta no es nuestra guerra”, se opone a las aventuras del régimen en apoyo a los grupos armados antisionistas que operan en el entorno de Israel. Buena parte de las protestas civiles en Irán van encaminadas a condenar la guerra que involucra al país, particularmente en el contexto de las tensiones y enfrentamientos con Israel y la implicación de Estados Unidos. Esto refleja el descontento de una parte de la población iraní que no se siente representada por la política exterior y las acciones militares del régimen, y que teme las consecuencias de una escalada de conflicto para el país y sus ciudadanos. Consideran que la guerra es una aventura del gobierno que no beneficia al pueblo, sino que más bien lo expone a peligros y dificultades. En resumen, la frase «no es nuestra guerra» expresa una oposición a la política belicista del régimen iraní y un deseo de evitar que Irán se vea arrastrado a conflictos de gran escala con repercusiones devastadoras. Desgraciadamente en lo que acaba de ocurrir.

Dentro de la ospición iraní se teme que el bombardeo fortalezca al régimen teocrático y ahogue los movimientos prodemocráticos. Este fenómeno se alinea con la teoría del “rally ‘round the flag”, donde las amenazas externas consolidan el poder interno de los gobiernos autoritarios.

La escalada en el conflicto provocó un aumento significativo en los precios del petróleo y temores sobre el cierre del estrecho de Ormuz, crucial para el suministro mundial. Esto resalta cómo los conflictos regionales pueden tener repercusiones económicas globales.

A pesar del bombardeo, Irán mantiene una capacidad nuclear avanzada. El ataque podría, en lugar de desmantelar su programa, justificar su aceleración como medida de disuasión. La situación se convierte en un dilema de seguridad donde cada acción defensiva se percibe como ofensiva.

El bombardeo del 21 de junio de 2025 representa una transformación crítica en el conflicto entre Irán e Israel, con implicaciones globales. Aunque busca frenar las capacidades nucleares de Irán, sus efectos políticos, humanitarios y económicos podrían ser contraproducentes. La comunidad internacional debe considerar los límites del uso de la fuerza como herramienta diplomática y buscar soluciones sostenibles mediante negociaciones multilaterales que integren seguridad, derechos humanos y justicia económica.

 

Carlos M. Estefanía es un disidente cubano radicado en Suecia.

”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”

Redacción de Cuba Nuestra
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