EDITO

A propósito del tiempo de Navidad

Por Padre Alberto Reyes.

A propósito del tiempo de Navidad.

Celebramos al que es la luz, al que viene como luz, para que vivamos en la luz.

Darse cuenta de lo que en nuestra vida es luz y es tiniebla es relativamente fácil. No así elegir la luz. No es tan fácil aprender a construir la vida desde el bien.

Porque el mal sabe hacerse “práctico”. El mal es fácil, expeditivo, rápido. Mucho puede lograrse a través de la violencia, del maltrato, de la mentira, de la manipulación… los costos son grandes e inevitablemente dañinos, pero nos “resuelven” la vida.

No nos enorgullecemos del mal, pero agradecemos lo que a través de él hemos conseguido, a la vez que se va instalando en nosotros, sin que nos demos cuenta, la experiencia del mal como mecanismo de logro, lo cual puede convertirse, como las adicciones, en un reclamo que se active espontáneamente ante el estímulo adecuado.

Y para empeorar esta situación, tenemos que reconocer que ha habido etapas en la vida donde, tal vez, precisamente gracias al mal, hemos logrado sobrevivir. Hay momentos, edades, situaciones complejas… donde el mal se ha presentado como el único asidero, porque en ese momento la persona no tenía recursos internos, o no tenía experiencia, o la luz del Evangelio no había aparecido todavía en su noche, y la conciencia, recinto universal de Dios, no era entonces suficientemente capaz de rechazar la seducción engañosa de las tinieblas.

La Navidad es la celebración del Cristo que viene a invitarnos a vivir en la luz. De hecho, la madurez humana verdadera está precisamente en el lento aprendizaje de abandonar los mecanismos del mal para atrevernos a construir la vida desde el bien.

Es un camino más lento, y muchas veces más difícil, pero inmensamente liberador. Es más, cuando aprendemos a transitar por la vida buscando las soluciones desde el bien y, poco a poco, aprendemos que es posible vivir desde allí, ya no queremos volver atrás, y empezamos a experimentar el mal como algo que nos es extraño y ajeno.

Pero para entrar en esta dinámica nueva, para entrar en el espíritu de la Navidad, es necesaria una decisión consciente. Es necesario, en primer lugar, el coraje de llamar bien a lo que está bien y mal a lo que está mal, y distinguir lo que, en tu vida cotidiana, es luz y es tiniebla. Luego puede venir el salto al vacío, encarar a las tinieblas y aprender a decirle: “no a tu modo, no desde ti”, aunque al decirlo desconfiemos de que el bien nos llevará a puerto de luz.

Porque sí, elegir construir la vida desde el bien es un salto al vacío, un salto que se hace agarrado a la mano frágil de un niño.

Audio:

Padre Alberto Reyes Pías nació en Florida, Camagüey. Estudió Psicología Pura en España, antes de entrar al Seminario estudió 3 años de Medicina (en Cuba), lo dejó para entrar en el Seminario. Párroco en Esmeralda, Camagüey.

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