Por Carmen Postigo Silva.
En mi pueblo se estila, no sé si en otros, dejar a la víctima de lado, abandonar al más vulnerable para refugiarse en el grupo, sin piedad, misericordia, ni justas razones.
También hay gente buena, pero tira mucho más la tribu a pesar de la inocencia del chivo expiatorio. El “algo habrá hecho “; “es lo que hay”, son las frases odiosas que se repiten una y otra vez.
Por eso, los señalados con el dedo acusador, en su mayoría familiares de asesinados, han tenido que abandonar pueblos y ciudades donde han vivido toda la vida, porque les han dado la espalda en lugar de abrazarlos y confortarlos.
Son numerosos los que no quieren volver. “Ha cambiado mucho”, les animan algunos . ¡Mentira! La sociedad continúa siendo igual de insolidaria, igual de cobarde que siempre.
Ahora, estos asesinos vuelven en loor de multitud o en olor de santidad pues son considerados “héroes” por casi todos.
En este caso tampoco nadie dice nada porque en el fondo, “son de los nuestros”.
Deberían estudiarse este fenómeno social en términos psiquiátricos, los otros ya los conocemos y no tienen pase ni ante Dios ni ante los hombres.
Carmen Postigo Silva es periodista española. Corresponsal EFE en varios países.
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Qué dolorosa verdad. Antes de glorificar a Floyd ya se le llamaba hombre de paz a Ottegui. Muy bueno tu artículo.
Contundente y ¡magnífico!