El vicepresidente Mike Pence como último recurso constitucional disponible

Por Carlos Carballido.

El tiempo se está agotando para el equipo legal del presidente Donald Trump que ha intentado infructuosamente demostrar  las serias irregularidades en estas elecciones ante un Poder Judicial cuestionado que está mirando hacia otro lado sin siquiera dar la posibilidad de defender y demostrar las acusaciones evidentes de fraude electoral.  A estas alturas del juego,  el único recurso constitucional disponible para revertir esta farsa que vive America se llama Mike Pence.

Este 6 de enero se abrirá una sesión conjunta del Congreso con el vicepresidente Pence presidiendo como presidente del Senado. En sus manos estará la decisión más importante de la historia moderna y lo que resuelva será pleno e inapelable, tal y como lo dicta la Constitución. Como presidente del Senado, cada objeción le llegará  directamente y tiene toda la autoridad legal para descartar cualquier objeción “fuera de orden” o “denegada“. Su tarea será cumplir con su juramento de cargo de proteger y defender la Constitución de los Estados Unidos y garantizar que las leyes se ejecuten fielmente. Por lo tanto, el  VP Pence tendrá dos opciones: puede descartar  a los electores “certificados” o puede defender la ley.

El Artículo II, Sección 1 de la Constitución es muy claro en este aspecto. Otorga a las legislaturas estatales “autoridad plenaria que NO están en discusión” como se enuncia en Bush vs Gore. Esto es clave, porque basados en esos antecedentes  el conteo de votos se discute tal y como especifica el Artículo II y además la 12ª Enmienda y  además el 3 USC 15. Ni la Cámara ni el Senado tienen autoridad sobre el Presidente del Senado cuando se trata de abrir los certificados, y el Congreso por estatuto no puede controlar el ejercicio de esta autoridad otorgada constitucionalmente más de lo que puede decirle al Presidente a quién perdonar. (énfasis añadido)

Lo que está sucediendo en este escenario creado por los medios y varios políticos es que han funcionado como cortinas de humo para que el pueblo americano gane confusión, desesperanza y sobre todo, olvido absoluto de cómo funciona la Constitución que nos legaron los padres fundadores. Edward B. Foley explica en un artículo de Loyola University Chicago Law Journal , 2018 lo siguiente y cito

El “Presidente del Senado” tiene la facultad constitucional exclusiva para determinar qué “certificados” “abrir” y por tanto qué votos electorales “ser contados “.

Esta interpretación puede derivar en apoyo de la observación de que el Presidente del Senado es el único funcionario o instrumento del gobierno que tiene un papel activo en el proceso de apertura de los certificados y escrutinio de los votos electorales de los estados. El Senado y la Cámara de Representantes, según este punto de vista, solo tienen un papel de observación. La apertura y el escrutinio se llevan a cabo en su “presencia”, en aras de la transparencia, pero estos dos cuerpos legislativos en realidad no toman ninguna acción propia en este proceso de apertura y escrutinio. No tienen una forma constitucional de actuar juntos. Esta interpretación de la Duodécima Enmienda se ve reforzada, además, por la observación adicional de que la responsabilidad de decidir definitivamente qué votos electorales de cada estado tienen derecho a ser contabilizados debe depositarse en última instancia en alguna autoridad singular del gobierno federal.

Dicho sin rodeos, la Ley es clara y al final habrá de seguirse sobre todo porque los estados en disputa de Arizona, Georgia, Michigan, Nuevo México, Nevada, Pensilvania y Wisconsin han enviado listas de electores en duelo o paralelas , lo cual significa que el Vicepresidente tiene que decidir cómo manejará la situación cuando los dos sobres sellados se le entregan ese día. La certificación de Biden que enviaron está basada en leyes que NO fueron aprobadas ni dictadas por las legislaturas estatales sino por tribunales y secretarias de Estado debido a la pandemia pero que no tienen basamento legal.

Esta elección no es la única que definirá la presidencia por esa vía. La más recordada en circuitos legales e históricos es la de 1800, incluso con deficiencias constitucionales en Georgia. Thomas Jefferson contó alegremente los votos electorales defectuosos de Georgia, votando él mismo para la presidencia. Esto demuestra que el presidente del Senado es la autoridad final sobre cualquier moción u objeción durante el conteo de votos. No hay apelación. Eso significa que cualquier decisión del vicepresidente levantará indignación de ambos partidos pero si es fiel a la Ley, entonces ya sabemos de qué parte estará la victoria, máxime cuando afuera de Capítol Hill habrá un mar de seguidores convocados por el presidente Trump.

La lógica que deberá seguir Pence está basada en hechos. Siete estados en disputa violaron claramente sus propias leyes. Una elección es un proceso de recuento de votos para candidatos. Solo se pueden contar los votos válidos y legales y para considerarlo de esa manera la Ley es clara y precisa:

• Deben ser emitidos por un elector elegible y debidamente registrado según lo prescrito por las leyes promulgadas por la Legislatura estatal.
• Deben ser emitidos de manera oportuna, según lo prescrito por las leyes promulgadas por la Legislatura estatal.
• Deben ser cuantificados en forma adecuada según lo prescrito por las leyes promulgadas por la Legislatura estatal.

Cualquier proceso que no siga estas reglas no es una elección. Todo lo que se derive de ella no puede considerarse que tenga una importancia legal. Cuando las personas encargadas de administrar las elecciones deciden ignorar la ley, cualquier proceso que supervisen no es el proceso definido como válido. Por tanto, no es una elección.

Esto deja al VP Pence con un dilema. Hasta este minuto ha sido un caballero que considera nuestras tradiciones gubernamentales con cierto grado de reverencia, por lo que será reacio a emprender acciones audaces e ilegítimas. Como hombre honorable, enfrentado a una ilegalidad masiva, deberá , y esperamos que asi sea,  actuar para proteger la ley.

Si los votos de los siete estados en disputa se registran como cero, el presidente Trump tendrá 232 votos y Joe Biden tendrá 222. La 12ª Enmienda dice: “[…] los votos se contarán La persona que tenga el mayor número de votos para Presidente, será el Presidente [.] “. Asi que, Donald Trump será reelegido, ya que tiene la mayoría de los votos electorales reales. No será necesario involucrar a la Cámara de Representantes para resolver una elección contingente.

Aquí la caja de sorpresa es si Pence decide finalmente lavarse las manos y certificar estas irregularidades contrarias a la Ley Electoral y a la propia Constitución. Él es la última ecuación en este dilema. Favorecer a Trump levantará incendios, sí. Pero se salvará La República. Si falla por Biden, entonces no hay manera de avizorar un futuro claro. Habrá muerto la Constitución y la Ley  y millones de americanos afuera de donde acontece este hecho histórico estarán tan enojados que lo peor ni siquiera podrá ser descrito. La lógica indica que el menor de los daños estará en fallar a favor del actual mandatario.

Carlos Carballido es periodista, productor de televisión y Vicedirector de ZoePost.