Por Zoé Valdés/El Debate.
En una de sus declaraciones más recientes, Pedro Sánchez afirmó: «Defender España es defender la vida». Esta frase pone de manifiesto la responsabilidad colectiva de proteger a quienes se encuentran en situaciones vulnerables y de actuar frente a delitos que atentan contra la dignidad humana. Pero no se refería a los ciudadanos españoles, se refería a los inmigrantes ilegales. O sea, se refería a un precepto de la izquierda islamista radical: defender el tráfico humano es defender a España. Como si España le debiera algo a alguien.
En el contexto de la migración y las crisis humanitarias en el Mediterráneo, este petimetre mostró su apoyo y reconocimiento a ‘Open Arms’, así como a todas aquellas personas y organizaciones que dedican sus esfuerzos a traficar con seres humanos, las pruebas existen. ‘Open Arms’, en particular, es una organización no gubernamental dedicada al presunto rescate de inmigrantes que intentan llegar a Europa en condiciones precarias y a menudo mortales, porque así lo decidieron e inclusive pagaron altas sumas para lograrlo. ‘Open Arms’ recibe subvenciones de instituciones gubernamentales, lo subrayo.
El mensaje de Sánchez alardea de resaltar la importancia de la solidaridad internacional y el compromiso con los derechos humanos. Salvar vidas en el mar no solo es un acto de humanidad, sino también una forma de reafirmar los valores democráticos y el respeto a la legalidad internacional; que se lo cuenten a los balseros cubanos y a Hermanos al Rescate –por cierto, dos avionetas fueron bombardeadas por Raúl Castro durante el mandato de Bill Clinton, y la izquierda calladita, cuatro jóvenes fueron asesinados, y ellos sí salvaban vidas y nadie les pagaba nada–, y a los ucranianos, que sí huyen de una guerra.
La defensa de España, según sus palabras, va mucho más allá de las fronteras físicas: es, ante todo, la protección de la vida y la dignidad de cada persona. Sólo que, a este personaje, marioneta de la internacional socialista y de George Soros, la vida de los españoles no parece interesarle; es más, según sus actos se pudiera concluir que le interesan más las vidas de los que llegan con la intención clara de crear problemas en España, la vida de los invasores, antes que la de los españoles…
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