EDITO, Sociedad

Causas, consecuencias y control de la ansiedad

Imagen Elisa Riva. Pixabay

Por Lucimey Lima Pérez.

La ansiedad es una emoción universal dentro de los límites de lo funcional, no hay ningún ser humano, y me atrevo a aseverar que ningún ser vivo, que no pueda sentir “ansiedad”. El miedo es distinto, es la respuesta ante una amenaza verdadera e inminente. La ansiedad es la anticipación a una amenaza futura que en ocasiones no puede ser identificada en forma consciente.

De acuerdo con la sabiduría Tolteca (Mesoamérica X y XII) los miedos que pueden desencadenar ansiedad son: la escasez, la soledad, la enfermedad y la muerte. Varios clínicos modernos añaden: las catástrofes, la pérdida del control, la incertidumbre, la locura y el temor a Dios o a dioses. Cada uno de los mencionados aspectos puede ampliarse en sentido general o enriquecerse con el toque individual que nos hace ser únicos.

Los trastornos de ansiedad suceden cuando la misma es excesiva (puede ser evaluada clínicamente y por escalas de gravedad) y persistente. Esto es, un trastorno depende del nivel (intensidad) y del curso (tiempo). La ansiedad es un problema si las amenazas exceden la capacidad de autocontrol o las manifestaciones son alarmantes y excesivas. Pareciera complicado, puede que lo sea para algunos, pero es claro y preciso.

El sistema límbico, parte del cerebro más antigua evolutivamente, es el centro de las emociones y puede desbocarse en ocasiones, especialmente si no existe el aprendizaje sobre el uso del llamado neo-cerebro, fundamentalmente la corteza prefrontal, con capacidad regulatoria para la negatividad y la angustia, entre otros aspectos de nuestro vivir.

El sistema nervioso autónomo funciona sin control voluntario y puede dispararse en la ansiedad, es extenso y su centro es el tallo cerebral. Como se encarga de “alimentar” muchos órganos periféricos, pues se manifiesta en sistemas como el cardiovascular, el gastrointestinal, y el genitourinario entre otros. Luego no es nada extraño que durante la ansiedad se presenten palpitaciones, elevaciones de la presión arterial, urgencia urinaria, diarrea. Toda una turbulencia de síntomas que son muy alarmantes. También existe desequilibrio neuro-endocrino con la consecuente elevación de los corticosteroides por desenfreno del control por retroalimentación. Luego hablamos de tres niveles, simplemente, uno que dispara la ansiedad, otro que hace evidentes los síntomas y el tercero que tiene la fuerza de controlar.

Los trastornos de ansiedad de acuerdo con las clasificaciones vigentes tienen una prevalencia (número de casos en un tiempo determinado) variable. Los tres más frecuentes son: la ansiedad social, antes llamada fobia social (7%), la ansiedad generalizada (3.6%), y las crisis de pánico (3%). La ansiedad social se caracteriza por manifestaciones en presencia de grupos o en sitios públicos. La ansiedad generalizada consiste en un estado de preocupación continua y persistente, aun ante eventos no amenazantes. Las crisis de pánico son la verdadera tormenta de la ansiedad con un disparo de síntomas que amerita descarte de patologías médicas de otra índole. Las consecuencias de los trastornos de ansiedad no controlados son muy deletéreas, incluyen enfermedades múltiples, adicciones, incapacidad, relaciones interpersonales disfuncionales y suicidio.

Si se desea el bienestar individual y del entorno ¿cuáles son los pasos que seguir?

1.Identificar la emoción que se siente. “Estoy consciente de mis sentimientos ansiosos”
2.Los pensamientos que producen ansiedad. “Reconozco que cuando pienso en X siento ansiedad”
3.Nivel de dominio de situaciones. “No puedo controlar la ansiedad que siento”
4.Curso temporal. “Vivo en los traumas de mi pasado y en las preocupaciones del futuro”

Obviamente, no se trata de una receta de cocina, la cual podría ser aún más complicada. Pero sí concierne a un compromiso mental para el cambio, el bienestar se obtiene por modificaciones internas y posibles, con ayuda profesional, me atrevo a añadir porque son aspectos técnicos que se transmiten cuando hay un desbalance. La persona que tenga la estupenda facultad de poder canalizar sus ansiedades, pues adelante, pero no es lo común.

Los aspectos expuestos invitan a una evaluación de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones que nos llevan o no a un adecuado nivel de bienestar. La realidad actual destaca que necesitamos un refuerzo para enfrentar eventos ansiogénicos personales y los inevitables embates ambientales.

¡Buenos deseos!

Lucimey Lima Pérez es Psiquiatra, Psicoterapeuta, Máster y PhD en Neuroquímica. Investigador Emérito del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC).

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