Política

Zohran Mamdani: el alcalde desnudo

Por Abel Santiago Francis Acea.

El inmigrante Zohran Mamdani se ha convertido en el nuevo alcalde de Nueva York tras su victoria el pasado martes 4 de noviembre, derrotando al exgobernador Andrew Cuomo por nueve puntos. A sus 34 años, este asambleísta de Queens será el alcalde más joven de la ciudad en más de un siglo, el primer musulmán y el primer sudasiático en ocupar el cargo. Su meteórico ascenso —de un desconocido legislador que apenas registraba en las encuestas hace un año a líder de la mayor ciudad de Estados Unidos— se ha cimentado en el cargo con  un discurso populista de corte socialista democrático que promete “transformar fundamentalmente” la ciudad de Nueva York a través de una agenda centrada en la dependencia del estado, expansión de servicios sociales y controles radicales de alquileres. Sin embargo, este programa ambicioso enfrentará obstáculos que podrían no solo impedir su implementación efectiva, sino producir consecuencias nefastas para la economía local a largo plazo.

Miembro de los Socialistas Democráticos de América (DSA) y respaldado por figuras de establecida trayectoria política como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, el candidato ganó finalmente el apoyo de la jerarquía del Partido Demócrata como la gobernadora Kathy Hochul y el líder minoritario de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries. Entre sus promesas más destacadas figuran medidas que buscan convertir a Nueva York en una “ciudad santuario” enfocada en beneficios para sus habitantes más vulnerables, madres solteras, inmigrantes y en especial la comunidad transgénero. Durante su campaña, Mamdani anunció compromisos por decenas de millones de dólares para programas de atención médica especializada de transición de género, además de propuestas como autobuses gratuitos, guarderías universales sin costo, tiendas de comestibles operadas por la ciudad y una congelación de alquileres en unidades de facto ya estabilizadas. Para financiar este paquete, ha prometido aumentar impuestos corporativos y un gravamen adicional del 2 % sobre quienes ganan más de un millón de dólares anuales.

Este enfoque orientado a la ampliación de servicios sociales plantea un costo fiscal considerable para las finanzas locales. Según datos del contralor del Estado de Nueva York, publicados en abril de 2025, la ciudad requiere 7 400 millones de dólares en fondos federales para el año fiscal 2026, lo que representa el 6,4 % del total de su presupuesto. La magnitud del gasto proyectado por Mamdani y la presión fiscal para financiarlo generarían incentivos claros para que empresas y contribuyentes de altos ingresos trasladen su capital y sus operaciones a estados con menores tasas fiscales. Estudios de economía demuestran que los altos niveles impositivos inducen a residentes y empresas a reubicarse, debilitando así la generación de empleos y reduciendo la base tributaria. Un análisis de la Comisión de Presupuesto Ciudadano, de agosto de 2025, reveló que la participación de Nueva York en la base de millonarios del país cayó del 12,7 % al 8,7 %, llevándose consigo 1 000 millones de dólares en ingresos fiscales estatales y municipales. Simultáneamente, el número de millonarios en Florida aumentó 2,8 puntos porcentuales, confirmando la migración de riqueza que el propio secretario del Tesoro, Scott Bessent, describió como “la mayor transferencia de riqueza en la historia de Estados Unidos desde el condado de Manhattan al condado de Palm Beach”.

Un factor crítico que limita la viabilidad económica de su agenda es el bajo impacto real de su base electoral en la economía local. La mayoría de sus votantes —jóvenes progresistas— tiene una participación limitada en la fuerza laboral, inversión empresarial o en la creación de empleos. Esto significa que, aunque su energía movilizadora incrementa votos y visibilidad política, no genera una economía que respalde la expansión de programas sociales ni el mantenimiento de la infraestructura urbana. La ciudad se vería obligada a depender de recursos externos o ajustes fiscales que pueden poner en crisis la economía local.

El análisis de la financiación de su campaña ya anticipa una dinámica preocupante al respecto. Registros del New York City Campaign Finance Board confirman un patrón inusual: más de la mitad del millón de dólares que Mamdani recaudó durante el verano provino de fuera del estado de Nueva York —específicamente, el 53,5 %, o 562 422 dólares—. Con 4 494 contribuciones de fuera del estado, Mamdani superó por una relación de cuatro a uno a sus rivales Cuomo (1 030 donaciones) y Brad Lander (933). Más problemático aún resulta que al menos 170 de las casi 54 000 contribuciones a su campaña procedieron de donantes con direcciones postsles  fuera de Estados Unidos, ascendiendo a casi 13 000 dólares, lo que potencialmente constituye una violación de las leyes de financiamiento electoral que prohíben donaciones extranjeras en la política nacional. Entre estos donantes se encontraban su suegra en Dubái y contribuyentes de Australia, Alemania y el Reino Unido. Aunque la campaña ha devuelto aproximadamente 9 000 dólares de estas contribuciones tras el escrutinio público al que fué sometido, restan aún 7 190 sin retornar, según registros recientes. La Fundación Coolidge Reagan presentó dos denuncias penales contra la campaña de Mamdani por aceptación de donaciones extranjeras, describiendo “un patrón sostenido de dinero extranjero fluyendo a una carrera a la alcaldía de Nueva York, lo cual es una clara violación tanto de la ley federal como de las reglas de financiamiento de campaña de la ciudad”.

En contraste, el sector empresarial se ha organizado masivamente contra Mamdani. Unos 62 multimillonarios y miembros de familias acaudaladas —incluyendo Bill Ackman, Ronald Lauder, Dan Loeb, Barry Diller y Joe Gebbia, cofundador de Airbnb— han volcado más de 32 millones de dólares en comités de gasto independiente (PAC) anti-Mamdani, como Fix the City y Defend NYC. El exalcalde Michael Bloomberg aportó 9,5 millones al esfuerzo para respaldar a Cuomo. Notablemente, algunos de estos donantes no tienen vínculos aparentes con Nueva York: Steve Wynn, listando su dirección en Las Vegas, donó 500 000 dólares. Como observó un análisis de Americans for Tax Fairness Action Fund, “los aproximadamente sesenta multimillonarios han volcado más dinero a la elección a través de super PACs que los 60 000 donantes individuales que han contribuido directamente a las campañas de los candidatos”.

El componente político añade otra capa de tensión estructural. Mamdani ha adoptado una postura de confrontación abierta con el gobierno federal. En su discurso de victoria, citando al socialista Eugene Debs, declaró: “En este momento de oscuridad política, Nueva York será la luz”. Y dirigiéndose directamente al presidente Trump, añadió desafiante: “Donald Trump, dado que sé que estás mirando, tengo cuatro palabras para ti: suba el volumen”. Esta retórica desafiante respondía a meses de amenazas presidenciales. En junio, Trump escribió en Truth Social: “Si el candidato comunista Zohran Mamdani gana la elección para alcalde de la ciudad de Nueva York, es muy poco probable que contribuya con fondos federales, aparte del mínimo requerido, a mi querido primer hogar… No quiero enviar, como presidente, dinero bueno seguido del dinero malo”.

Las amenazas fueron más allá del dinero. Trump insinuó que arrestaría a Mamdani si bloqueaba las redadas de ICE en la ciudad. El alcalde electo denunció: “El presidente de Estados Unidos acaba de amenazar con arrestarme… no porque haya violado ninguna ley, sino porque me negaré a dejar que ICE aterrorice nuestra ciudad”, lo que sería en efecto una violación de la ley. En su primer día como alcalde electo, Mamdani redobló su posición: “Mi mensaje a los agentes de ICE y a todos en esta ciudad es que todos serán sometidos al mismo estándar. Si violas la ley, debes rendir cuentas”. La respuesta de Washington fue contundente. Scott Bessent, secretario del Tesoro, advirtió en Fox Business: “Garantizo que la ciudad de Nueva York vendrá al gobierno federal pidiendo un rescate si se implementan los planes de Mamdani”. Cuando se le preguntó si otorgaría ese rescate, Bessent invocó el legendario titular del New York Daily News de 1975: “Será lo mismo que dijo Gerald Ford: ‘Muérete’”. Añadió categórico: “No puedes implementar políticas como esta y esperar ser rescatado”. Trump, por su parte, reforzó el mensaje el miércoles en el Foro Empresarial de América en Miami: “Perdimos un poco de soberanía anoche en Nueva York, pero nos encargaremos de eso. No se preocupen”.

El núcleo de la dificultad de Mamdani radica en la confrontación con las estructuras económicas consolidadas de Nueva York. Su propuesta central —controles de alquileres y una congelación de las unidades de renta estabilizada— choca frontalmente con décadas de investigación económica que documenta los efectos contraproducentes de tales medidas. Un estudio de 2019 de Rebecca Diamond, Tim McQuade y Franklin Qian en el American Economic Review examinó la expansión del control de rentas en San Francisco y encontró que redujo la oferta de viviendas de alquiler en un 15 %, lo que a largo plazo condujo a aumentos de la renta, el efecto opuesto al esperado. El estudio concluyó que “el control de rentas operó como una transferencia de los futuros inquilinos de San Francisco (que pagarían estas rentas más altas debido a la menor oferta) a los inquilinos que vivían en San Francisco en 1994”. Más alarmante aún, muchas propiedades de alquiler se convirtieron en condominios de lujo ocupados por propietarios, atrayendo residentes con ingresos al menos 18 % más altos. Los investigadores concluyeron que “el control de rentas ha contribuido realmente a la gentrificación de San Francisco, exactamente lo opuesto al objetivo de la política desarrollada”.

Una investigación más reciente, publicada en ScienceDirect en abril de 2025, analizó reformas de control de rentas en 27 áreas metropolitanas de Estados Unidos entre 2000 y 2021, encontrando que “reformas más restrictivas de control de rentas están asociadas con una reducción del 10 % en el número total de unidades de alquiler en una ciudad”. La Brookings Institution sintetizó la evidencia en 2022: “En una encuesta de economistas de la Asociación Económica Americana, el 93 % estuvo de acuerdo en que un techo en las rentas reduce la calidad y cantidad de vivienda disponible”. Los estudios de Cambridge, Massachusetts, mostraron también que el inventario de alquiler cayó un 8 % en Cambridge y un 12 % en Brookline durante los años 80 tras la imposición de controles estrictos, mientras que los inventarios en comunidades cercanas aumentaron significativamente. En California, la oferta total de unidades de alquiler cayó un 14 % en Berkeley y un 8 % en Santa Mónica entre 1978 y 1990.

La presión fiscal adicional, los aumentos de impuestos a sectores empresariales y la incertidumbre regulatoria inducen a empresas con movilidad de capital a trasladar operaciones. Investigaciones del National Bureau of Economic Research demuestran que tasas impositivas corporativas más altas reducen la entrada de nuevas empresas, deprimen la demanda laboral local y pueden conducir a menores salarios. A medida que la inversión privada se reduce, la ciudad se ve forzada a ampliar transferencias y programas asistenciales para compensar la pérdida de ingresos, aumentando la dependencia de recursos públicos y generando tensiones adicionales en el presupuesto. Estas dinámicas conducirían a efectos contrapuestos a los prometidos por la retórica de campaña: la fuga de capital, el aumento del desempleo, la reducción de la oferta en el mercado laboral y la presión sobre el sector privado que es quién realmente sostiene la oferta residencial. En los primeros seis meses de 2025, Nueva York agregó menos de 1 000 empleos, comparados con 66 000 durante el mismo período del año anterior, mientras que el sector privado nacional mostró signos de enfriamiento con solo 54 000 empleos agregados en agosto, casi la mitad del mes anterior.

La agenda de Mamdani enfrenta además obstáculos legales y administrativos que no pueden ignorarse. Sus críticas públicas al gobierno federal crean fricciones que pueden traducirse en menor cooperación intergubernamental y en dificultades para acceder a fondos federales en momentos de crisis. La administración de Trump ya ha buscado presionar a la ciudad este año como parte de un patrón más amplio de ejercer poder contra funcionarios demócratas electos que han desafiado sus mandatos, suspendiendo fondos para algunos proyectos de infraestructura durante el cierre del gobierno e intentando recortar subsidios destinados a cubrir los costos de los inmigrantes ilegales. La Casa Blanca también ha amenazado con desplegar la Guardia Nacional en Nueva York, como ya lo ha hecho en Los Ángeles, Chicago y Washington D. C. La complejidad de la administración local de Nueva York —con sus múltiples agencias, contratos sindicales y marcos regulatorios— exige una negociación cuidadosa; no basta con la movilización electoral para cambiar normas, contratos y estructuras económicas ancladas durante décadas.

El componente de seguridad ciudadana constituye otro desafío crítico. Mamdani ha tenido que retractarse de declaraciones pasadas donde llamó a la policía de Nueva York “racista” y sugirió reducir su financiamiento, posiciones que cobran especial relevancia tras el tiroteo en Midtown Manhattan en julio que costó la vida al oficial Didarul Islam y a otras tres personas. Durante su campaña, Mamdani se disculpó públicamente por describir al NYPD como racista y enfatizó que trabajaría con la policía en lugar de retírale fondos. Sin embargo, su historial genera desconfianza entre las fuerzas del orden. La promoción de políticas que reducirían recursos policiales ha suscitado rechazo entre agentes y analistas de seguridad. Reformas profundas requieren simultáneamente inversiones en capacitación, tecnología y personal; cuando estas inversiones no acompañan a cambios organizacionales, la experiencia comparada sugiere un aumento de la percepción de riesgo.

A esto se suma un riesgo derivado del crimen organizado, que ejerce control sobre numerosos sectores de la economía local. La implementación de políticas que debiliten la capacidad de intervención del NYPD puede abrir espacios para que estas organizaciones expandan sus radios de operaciones. En escenarios urbanos comparables, la combinación de fuerzas policiales debilitadas y vacíos regulatorios ha permitido que grupos criminales aumenten su influencia, generando delitos visibles que complican la gobernanza municipal.

Políticamente, la victoria de Mamdani ha intensificado la polarización política al nivel de toda la nación. La noche de las elecciones, el portavoz del Comité Nacional del Congreso Republicano, Mike Marinella, declaró: “El Partido Demócrata se ha rendido al socialista radical Zohran Mamdani y a las turbas de extrema izquierda que ahora dominan el espectáculo mediático de la política nacional tras su triunfo. Han abrazado con orgullo el desfinanciamiento de la policía, la abolición de ICE, fiscalizar  hasta la muerte a los estadounidenses trabajadores y reemplazar el sentido común con el caos. Cada demócrata de la Cámara es tontamente cómplice del colapso de su partido, y los votantes los harán pagar en 2026”. Este fenómeno no solo transforma el paisaje ideológico local, sino que complica la gobernanza: un alcalde que depende de la movilización ideológica, sin puentes amplios con moderados y sectores empresariales, encontrará dificultades crecientes para aprobar reformas estructurales.

La posición de Mamdani sobre Israel y Palestina ha sido especialmente provocadora. Su descripción de la guerra en Gaza como “genocidio” y su negativa a apoyar el derecho de Israel a existir como Estado judío —declarando “no reconocería el derecho de ningún Estado a existir con un sistema de jerarquía basado en raza o religión”— alienó a muchos votantes. Las encuestas de salida de NBC News revelaron que los votantes judíos favorecieron a Cuomo sobre Mamdani por 29 puntos porcentuales, 60 % a 31 %. Durante un debate, cuando un presentador de radio sugirió en tono jocoso que Mamdani celebraría otro ataque al estilo 11 de septiembre, Cuomo rió, generando acusaciones de que estaba jugando con la islamofobia. En su discurso de victoria, Mamdani, quién es nacido en Uganda y de padres indios, declaró con firmeza: “Ya no más será Nueva York una ciudad donde puedas traficar con islamofobia y ganar una elección… Nueva York seguirá siendo una ciudad de inmigrantes, una ciudad impulsada por inmigrantes, y desde esta noche, liderada por un inmigrante”.

La interacción entre política, economía y seguridad ciudadana constituye un tablero complejo en el que la implementación de la agenda de Mamdani enfrentará resistencias múltiples y probados límites institucionales. Sectores empresariales y sindicales organizados poseen multitud de recursos para frenar medidas que consideren amenazantes. La gobernabilidad exige, además, conciliación entre comunidades diversas y mecanismos de supervisión que hoy no se evidencian con suficiente detalle en su propuesta de gestión. La diversidad étnica y religiosa en Nueva York —la ciudad con la mayor comunidad judía fuera de Israel— añade otra capa de complejidad. Políticas que privilegian grupos identitarios sin mecanismos amplios de inclusión generarían tensiones que requerían tiempo y recursos considerables para solucionarse.

En su discurso de victoria en Brooklyn, ante una multitud eufórica, Mamdani citó al ex primer ministro indio Jawaharlal Nehru y prometió “la agenda más ambiciosa” para abordar los costos en la ciudad de Nueva York desde la administración del alcalde Fiorello LaGuardia hace casi 100 años. Declaró: “Juntos, impulsaremos una generación de cambio, y si abrazamos este nuevo rumbo, en lugar de huir de él, podemos responder a la oligarquía y el autoritarismo”. Al día siguiente, en una conferencia de prensa en Queens, anunció que cinco mujeres liderarán su equipo de transición, incluyendo a la ex presidenta de la Comisión Federal de Comercio Lina Khan y a ex funcionarias de las administraciones de Eric Adams, Michael Bloomberg y Bill de Blasio.

La magnitud de la agenda y la fragmentación del poder real en la ciudad convertiría cada promesa en un proceso de negociación largo y costoso. Para implementar sus aumentos de impuestos corporativos y sobre altos ingresos, Mamdani necesita la aprobación de la Asamblea Estatal y de la gobernadora Hochul. Para sus controles de rentas, enfrentará la oposición férrea de la industria inmobiliaria, uno de los lobbies más poderosos del estado. Para sus servicios sociales expandidos, requerirá fondos federales que el presidente ha prometido negar. Para sus reformas policiales, deberá navegar contratos sindicales complejos y una moral policial ya erosionada. Y para todo ello, tendrá que operar a la sombra de amenazas de intervención federal sin precedentes en la historia del estado.

La historia demuestra que el desequilibrio entre ambición política y viabilidad económica resulta, con frecuencia, en ajustes, recortes y retrocesos para el cumplimiento de las promesas de campaña. Como observó el contralor de la ciudad, Brad Lander —quien compitió contra Mamdani en las primarias pero se alió con él bajo el sistema de votación por clasificación—: “No creo que la línea esté tanto entre progresistas y moderados. Está entre luchadores y farsantes. Lo que Zohran está mostrando es que vale la pena presentar ideas audaces y grandes para el cambio, pararse y luchar por ellas, y eso es bastante esperanzador”. Queda por ver si esas ideas audaces sobrevivirán la realidad fiscal, económica y política que implica la gobernabilidad de la ciudad más compleja de Estados Unidos. En su discurso de concesión en el Ziegfeld Ballroom, Cuomo advirtió sombríamente: “Nos adentramos en un camino peligroso, muy peligroso”. Y añadió: “Necesitamos a la policía para mantener segura a la sociedad. No haremos del NYPD el enemigo”. Por su parte Trump respondió con su propio mensaje en Truth Social: “Perdimos un poco de soberanía anoche en Nueva York, pero nos encargaremos. No se preocupen”. Mientras Mamdani promete que “el futuro está en nuestras manos”, la historia demuestra que las transformaciones prometidas en campaña rara vez sobreviven intactas al peso de las instituciones, los intereses establecidos y las realidades económicas.

El novísimo alcalde electo asumirá el cargo el próximo 1 de enero de 2026, cuando la ciudad —y la nación entera— observarán si su victoria realmente representa el comienzo de una nueva era de política progresista o, como preveen sus oponentes, el preludio de una crisis fiscal y de gobernabilidad que podría resonar mucho más allá de los límites de los cinco distritos que componen la ciudad de Nueva York. Hoy, Mamdani se pavonea investido en las sedas y laureles de su reciente triunfo mientras el resto de la nación le contempla con asombro y justa indignación en su plena desnudez política.

 

Abel Santiago Francis Acea/Opinión Cubana.

Compartir

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*