Sociedad

Vayan y comuniquen el mensaje de esta nueva vida (Hch 5, 20)

Por Sor Nadieska Almeida, HC.
7 de mayo de 2025.

En el libro de los Hechos de los apóstoles se nos va contando con mucho detalle todo lo que aconteció desde la Resurrección de Jesús y la comunidad de discípulos. Seguir al Maestro era todo un riesgo, una manera de jugarse la vida. Se daba una situación difícil entre las autoridades judías y estos hombres, también judíos, que encontraron el sentido de su existencia en ese nazareno que fue fiel hasta sus últimas consecuencias.

Al releer este texto en este contexto Pascual por supuesto que me cuestiona el seguimiento a Jesús y todo lo que su vida va diciendo a la mía. Igual creo que le sucede a todos los que también han creído en su palabra.

Hay un modo de vida diferente, y es posible. Hay una manera de restaurar al ser humano. Tenemos una dignidad que nos ha sido dada y nadie nos la puede quitar. Hay una manera esencial desde la que podemos vivir sin ser aplastados porque nadie debería tener ese derecho. Por el simple hecho de ser personas, de ser criaturas creadas a imagen y semejanza de Dios, por el regalo tan grande de ser seres pensantes, tenemos todos la posibilidad de vivir siendo respetados y respetando.

¿Dónde nos hemos perdido los seres humanos?
¿Dónde nos hemos perdido los cubanos?
¿Cuándo fue que negociamos todos nuestros derechos?
¿Quién ha dicho que no podemos exigir que nos sean reconocidos y respetados todos y de una buena vez?

Cuando me surgen todas estas preguntas para las que aún no tengo respuestas, vienen de golpe todos los acontecimientos por los que vamos atravesando: muere el Papa y se incumple con la promesa del Jubileo y encarcelan nuevamente a dos hombres dignos que son testimonio de amor y entrega a nuestra tierra: José Daniel Ferrer y Félix Navarro. Al mismo tiempo, arbitrariamente se le impide a un recluso ver a su madre que agonizaba, y que terminó muriendo sin ver a su hijo. Se le negó un derecho que tiene cualquier preso, sobre todo si el familiar es de línea directa. Esta injusticia es muy grave, esto es un crimen de pueblo, y aunque la expresión es muy dura, y pido perdón si alguien se siente ofendido, sigo creyendo que no podemos dejarlos solos, cada quien sabrá el modo de estar cerca.

Seguimos viviendo en medio de tantas mentiras. Un desfile marcado por el chantaje, por la amenaza, un abuso de poder que se impone ante un pueblo que languidece de hambre, de cansancio. Aunque nos cueste admitirlo, la potencia médica dejó de existir y estamos muriendo por falta de recursos. Este pueblo está siendo llevado a la desesperación por tanta oscuridad impuesta por un sistema que no responde a ningún interés del pueblo sino que cada día lo hunde más en la desesperanza.

Nosotros lo sabemos, y lo más doloroso es que nos dejamos manipular. El gobierno sabe bien que no los queremos en el poder, que este sistema quizás en algún tiempo le dio esperanza a algunos, pero muchos se han decepcionado y otros no les hemos creído, y aspiramos como cualquier nación a una libertad plena. Necesitamos volver a descubrir el regalo de la vida y no temer al deseo de vivir dignamente. Sabemos que la solución es con todos y entre todos, porque todos formamos parte de este hermoso mosaico que es nuestra isla. Con todos los cubanos que, estén donde estén, tienen sus raíces en su tierra. Todos, sin exclusión, podemos hacer de nuestra patria un regalo para las nuevas generaciones que solo han conocido la destrucción, la queja, el sinsentido, la amargura por no contar con lo necesario para su crecimiento… Lo sabemos, un modo de vida distinto es posible, basta que cada uno de nosotros apueste por este deseo y juntos decidamos la Cuba que anhelamos. Es súplica, es sueño, es intento desde el gesto más pequeño que podamos realizar desde donde estemos. Que la fuerza del Resucitado sea nuestra fuerza.

Sor Nadieska Almeida, HC. Cuba.

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