Por Lucimey Lima Pérez.
Las estadísticas en el mundo indican que una de cada cuatro personas experimenta alteraciones mentales en algún momento de su vida. De esta realidad en base a estudios controlados y a evidencias, surge el concepto de trastorno mental y no de enfermedad. Por ejemplo, hablamos de trastorno depresivo mayor y de trastorno de ansiedad generalizada. Esto obedece a que la salud mental es un proceso bio-psico-social. Existen fundamentos que documentan disfunciones estructurales, eléctricas y químicas que ocurren en el cerebro, las cuales repercuten en todo el organismo. Además, para los aspectos psicológicos no se halla una razón biológica directa, aunque pueden provocarla, como en el caso de los traumas que hemos mencionado. El entorno familiar, comunitario y mucho más amplio, influye o determina en ocasiones las alteraciones mentales. De manera que no toda persona con una disfunción mental califica para un trastorno, sin embargo, ignorar la dolencia, como sería un duelo por pérdida de alguna naturaleza, podría desencadenar un trastorno.
Es curioso que en español hablemos de trastorno mental. Es ¨disorder¨ en inglés, ¨désorder¨ en francés, ¨distúrbio en portugués y ¨disordine¨ en italiano. En todos los casos se refiere a falta de orden, perturbación, alteración.
En conocimiento de las evidencias biológicas concentraré el tema en dos sistemas involucrados. Los aspectos biológicos del trauma son materia de investigación constante, los cuales cada vez resultan más y más complejos. Nos centraremos en la agitada función del sistema límbico y en la disminución de la regulación por parte de la corteza pre-frontal.
El sistema límbico
Este sistema está constituido por varias estructuras evolutivamente antiguas, es el paleo cerebro, se encuentra cubierto por la corteza cerebral más desarrollada. Es como una indómita ostra (molusco) atrapada en su concha (valvas). La ostra dispara sin límites y la concha contiene, sostiene, controla. Obviamente, la ostra no está herméticamente encarcelada, debe asomarse fuera de su protectora guarida, pero con cautela antes de ser devorada por el inhóspito ambiente o secarse por sí misma. El conjunto de estructuras que conforman al sistema límbico se relaciona con las emociones, entre otras funciones de naturaleza hormonal. Dentro del campo emocional incluye: tristeza, angustia, miedo, ira, pasión, alegría, memorias y más. El estrés desencadenado por traumas, favorece la huella de este particular tipo de memoria cargada de sentimientos y entorpece el proceso a nivel de centros más evolucionados, llamados superiores, como la neo corteza.
La corteza pre-frontal
Goldberg (2001) señala que el lóbulo frontal del cerebro es la parte ¨más humana¨ del mismo, ya que es un centro de control cognitivo de las emociones (Miller, 2000). Lo cognitivo implica conocimiento, saber, y se relaciona con el aprendizaje y la experiencia.
Esta región es crucial en el manejo de los sentimientos y en el control de la conducta, siempre en comunicación dinámica con las emociones asociadas, pero no necesariamente en forma efectiva, ya que los sentimientos podrían embargarla y dificultar su función. He ahí la necesidad del aprendizaje temprano, oportuno y efectivo. No me refiero a todo o nada, sino a un funcionamiento que lleve al equilibrio y al bienestar.
De manera simple, nuestro cerebro se intercomunica para alcanzar la estabilidad o se desconecta para mantener el desequilibrio.
Los traumas marcan con fuerza sus pasos en la memoria límbica (primitiva, pero esencial), por otro lado, el cerebro cognitivo propiamente dicho establece el orden en base al aprendizaje de una nueva forma de pensar, de sentir y de actuar. Llamaría ambivalencia, lo cual se observa mucho en situaciones conflictivas: una parte del yo quiere estar bien y otra parte desea mantenerse en el daño. Un ejemplo tangible es la persona que abusa del alcohol porque está triste, puede que deprimido, el tomar la saca del hueco de la dolencia, pero el rebote es un incremento de la tristeza. Como disfruta de lo primero así ocurra por tiempo limitado, pues se resiste a lo segundo que llevaría al equilibrio.
Si permitimos que el sistema límbico comande, el desborde es grande. Si aprendemos a que la corteza pre frontal regule, el bienestar se alcanza. Las valvas se abren y se cierran, el molusco sale pero permanece con su pie adherido. El cierre contiene al habitante para que no sea atrapado por la corriente voraz.
Pingback: Trauma y “conversaciones” en el cerebro – – Zoé Valdés
Si no he comprendido mal, y a raíz de lo que usted plantea en su artículo sobre el “trauma y las respuestas emocionales”, hay otra teoría, sobre el “Cerebro Triúnico planteada por Paul McLean, que dice que: “la idea del cerebro triple se fundamenta en la idea de que , con sus propias lógicas de funcionamiento, y que ‘siguiendo una jerarquía dependiente de su antigüedad, cada uno de ellos ‘prioriza su funcionamiento sobre otro dependiendo de la importancia de sus funciones de cara a nuestra supervivencia” y todo esto conllevaría al “cerebro triúnico”, permitiendo que cada zona y función cerebral “tome el mando” según la “circunstancia” que lo “impulse” en cada momento específico, no dejando excesivo “margen de maniobrabilidad” al ser humano para “detener el proceso de toma de mando ante el estímulo específico”.
En un estudio realizado sobre “marketing” estos parámetros resultan de gran interés, porque, a través de la publicidad, se puede lograr que un grupo poblacional “decida” comprar un producto, en el que la campaña publicitaria establecería múltiples “disparaderos de funcionalidad” para “crear la ‘necesidad’ de un producto”.
Si esto es así (y parece verosímil dado el creciente consumismo que llevamos padeciendo desde hace algunas décadas) , ¿cómo funcionaría la terapia conductual racional-emocional de Robert Ellis ante estos ‘estímulos’ para detener un estado de “compulsión” “dirigido de modo subliminal”? ¿Cómo evitar el desorden?
Por otra parte, existen otras teorías basadas en experimentos empleados ampliamente durante más de la mitad del siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI que indican una creciente actividad de “bombardeo” de luces estroboscópicas “invisibles al ojo humano” y cargadas con ondas electromagnéticas que “impactan” en la función cerebral (Experimento “Spectre-1963”) donde las personas que abusan de la tecnología (móviles, televisión, microondas, etc) son bombardeadas constantemente con dichas tecnologías y cada vez grandes núcleos poblacionales son menos “despiertos” o “receptivos” a la realidad por una carencia de “discernimiento” inducido por estas tecnologías.
Me gustaría mucho conocer su opinión experta al respecto, como psicóloga clínica.
Muchas gracias. Un saludo cordial.
Le incluyo un link con una noticia sobre este tema, aunque solamente habla de personas “fotosensibles y que padecen de epilepsia”, me consta que también ha afectado a otras personas que no sufre de epilepsia y se han visto afectadas por la misma causa.
El perverso hackeo con luces estroboscópicas contra la cuenta de Twitter que denunció la Fundación de Epilepsia de EE.UU. – BBC News Mundo
Muchas gracias por su interesante comentario Fonseca. Cierto que el cerebro posee una zona mucho más arcaica que el sistema límbico y se encarga de funciones automáticas relacionadas con la supervivencia más que con las emociones. Mi intención ha sido confrontar amigablemente y en plan de negociación lo relacionado con las emociones, el sistema límbico complejo y ¨ansiogénico¨, y la corteza, fundamentalmente pre-frontal, en relación con el control de emociones, pensamientos y conductas. Obviamente no señalé el tallo, lo que completaría la tríada, porque no era la intención.
Por otro lado, la terapia propuesta por Robert Ellis, la cual es un tipo de Terapia Cognitivo-Conductual, está basada más en el pensamiento que en la determinación de los acontecimientos. Así se podría relacionar con el punto tratado por usted sobre las influencias de los medios, los mensajes subliminales y el consumismo, entre otros aspectos.
Considero que en forma sencilla sustento el dilema entre lo parcialmente incontrolable y la brillantez de la propia decisión, con ubicaciones más o menos delimitadas en regiones del cerebro.
Mi enfoque terapéutico es integral y utilizo técnicas, luego de estudiadas y comprendidas, de varios enfoques basados en las evidencias para que exista la primacía de la neo-corteza y la relevancia del individuo ante un ambiente que bombardea y que oprime. Para ser libres, posible hasta cierto grado, las regiones del cerebro más recientemente desarrolladas deberían tomar el comando.
Le comento que existen varios tipos de psicoterapia, mucho de común entre ellas, y poco acuerdo en el número preciso.
Estoy a su disposición para comentar otros temas relacionados.
Saludo.