Política

Sobre la Libertad de Expresión y la interpretación de Eliecer Ávila.

Por Roberto Pedreiturria.

No soy abogado, mi formación es básicamente científica. Con la ayuda del tiempo, «me refiero a la edad», y un apetito exasperado por aprender novedades, a veces me siento medianamente apto para ofrecer una opinión. Quienes me conocen, saben que no soy de los que disfrutan otorgando o recibiendo likes, más bien pertenezco a esas personas que prefieren pasar inadvertidas. Si les parece mejor, digamos que a mi me agrada deambular en las sombras. Sin embargo, yo sé que no tendría caso dar una opinión como la que pretendo ofrecer ahora, si me escondiera en alguna forma de anonimato. Por esa razón, pongo por delante mi nombre, con el mismo valor con que suelen hacerlo personas más o menos afines a como pienso – Una opinión siempre vale más cuando das la cara –.

¿Libertad de expresión? Quien entre a Wikipedia, plataforma informativa, cuya valoración no es para nada positiva, saldría con más dudas. Para mi es una plataforma diseñada para wikilerdos. Bueno, ahí se puede encontrar toda una gama de nuevas teorías y variantes que surgieron a principios de la segunda década de este siglo y que se fueron acomodando y reacomodando, según las circunstancias, hasta convertirse en un laberinto incomprensible que nunca ofrece un análisis del todo asimilable. Hubo una profesora de la universidad de Yale, – lástima que ahora no me venga el nombre a la cabeza –, – y lo intenté –, que llegó a decir que «la libertad de expresión no era un derecho universal porque no todos sabrían como hacer un buen uso de ella». Cualquiera pensaría que ella si lo sabría. Por supuesto, esto ya viene preconfigurado desde 1976, en la resolución 2200A, durante el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, llevado a cabo por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. En fin, esta fue una enmienda destinada a aclarar que los derechos conllevan a deberes, y por ello el propio derecho se tiene que someter a ciertas restricciones, con la finalidad de respetar el derecho de terceros, como es la reputación de un individuo, o cuando se trata de garantizar la seguridad nacional, el orden público o la salud de la moral pública. Supongo que los acomplejados e intocables se sentirán eufóricos, porque eso de respetar los derechos de terceros, como es la «reputación de un individuo», lo verán como el anillo al dedo que nunca pudieron comprarse.

Tengo una mala noticia para aquellos que ya se ven con el anillo, – pueden preguntarle a un abogado –, en la mayoría de los países, digamos normales, eso no se aplica cuando el medio de expresión está comprendido dentro de alguna disciplina artística. Puedes pintar a la esposa del Presidente X, desnuda y fornicando con un burro, y es, además de libertad de expresión, arte. Recuerdo que aquí, en Alemania, en los carnavales, toda figura pública puede ser insultada y desprestigiada. Muy a mi pesar, Donald Trump es una de las caricaturas más recurrentes y, como es de esperar, la canciller Ángela Merkel no se salva jamás de esa cacería.

 

Imágenes como estas abundan en los carnavales de Colonia y de Dusseldorf, una cultura que se ha creado sobre la parodia, donde las grandes figuras están expuestas a la crítica y a la burla, está muy por encima de estos sinsabores. Nunca hay demandas por estas causas. Todo el mundo sabe, incluyendo los presidentes de dos grandes naciones, como Alemania y los Estados Unidos, donde pueden ganar o perder. Cuando la crítica, sea cual fuera, se realiza utilizando una disciplina artística, ningún juez en su sano juicio, iría en contra de ello, porque estaría prevaricando. En el periodismo, no se «puede» (debería) mentir, los presentadores de televisión tampoco «pueden» (deben) mentir, porque entran en la misma categoría del periodismo, y esto, incluso, cuando se trata de la prensa del corazón. Por el contrario, alguien que se monte una obra teatral, – es un ejemplo –, digamos que en una escena aparece cierto Sargento Malanga lamiéndole los pies descalzos y mugrientos a Canel, pues tendría que tragar en seco y continuar hacia adelante.

Muchas personas entre las que me encuentro le tienen una gran aversión a la fama. No les afecta ni la soledad ni la falta de reconocimiento; firmar autógrafos y cobrar de likes, no les satisface. En cambio, respecto a numerosos personajes públicos, el silencio ante una burla de naturaleza artística, debería tomarla como una aliada. De hecho, el que se burlen puede ofrecer cierta notoriedad, una que quizás se esté buscando. Yo considero que todo aquel que acepte una cuota de popularidad, debería estar dispuesto a aceptar la burla, el descrédito e incluso la difamación. Insisto, para muchos eso es un precio muy elevado, pero existen otros que se la juegan el todo por el todo, con la esperanza de lograr con ello una mínima presencia mediática. – Ese es el precio de la fama –.

Además de todo esto, no sé cómo Eliecer y su seguidora se han atrevido a comparar una política de descrédito, diseñada y ejecutada desde una posición desmesurada de poder. ¿Cómo se atreven a comparar a un gobierno que ataca a mansalva a un ciudadano en particular, o a un grupo de ciudadanos en particular, con una asociación artística que vive de eso? Sí, viven de burlarse de la gente y de darle un poco del pan de la alegría a aquellos que no son famosos y que languidecen frente a una pantalla de televisión. Esto es tan viejo como la propia civilización occidental. Los teatreros de la edad media se burlaban de los Papas y Reyes, y no pasaba nada. ¿Qué es lo que no les agrada? Bienvenidos a Occidente. La otra opción que les quedaría, sería la de regresar al totalitarismo, donde unos «comisarios de la cultura», tienen el poder de censurar partes de la letra de una canción, o la canción entera. Me sorprende que hayan salido de Cuba, – a pesar de esas cafeteras entrañables, que tienen la capacidad de otorgar un extra de dignidad a quienes las conservan –.

En fin, todo ciudadano libre que resida en un país donde las leyes funcionan, es libre de hacer lo que le plazca según su consciencia y las limitaciones de la ley, recordando siempre que los derechos vienen acompañados de responsabilidades. Igualmente, estos ciudadanos deberían estar dispuestos a reconocer que incluso muchas leyes, en este caso resoluciones, contienen hálitos de malicia perfectamente detectables. En la resolución de las Naciones Unidas, que presenté al inicio y que vuelvo a citar ahora, se lee: «… ciertas restricciones, … cuando se trata de garantizar la “seguridad nacional”, el “orden público” o la “salud de la moral pública”». Esto, sí se analiza a conciencia, es como una golosina para dictadores. ¿Quién determina lo que es Seguridad Nacional? ¿Un tipo como Kim Jong-un? ¿Quién determina lo que es Salud Moral Pública? ¿Alguien como Recep Tayyip Erdoğan, que prohibió por ley que en Turquía se hablase del Genocidio Armenio, exactamente en aras de proteger la moral del pueblo turco?

Recuerdo aquel día en que el espacio aéreo se congestionó porque el planeta entero había decidido irse de vacaciones. En ese momento pensé, que un joven acababa de despertar de su letargo y que tarde o temprano entendería la realidad cubana y el problema real en el que deberíamos centrarnos. Yo veo aquí dos opciones, o para algunos esto es como un sueño eterno del cual es muy difícil despertarse o simplemente son unos malos actores que, cada cierto tiempo, olvidan el guión con el que fueron entrenados.

Saludos a ese consejero legal, que tuvo el valor de hacerle la vida muy difícil, desde Miami, a Antonio Rodiles, que sobrevive a duras penas en esa Isla que todos nosotros dejamos atrás y que enfrenta, con mucho valor y un intelecto admirable, la tiranía de «quien tú sabes».

Esta es mi opinión, aun en el caso en que ZoePost no la comparta.

Roberto Pedreiturria es Bioquímico cubano, doctor en Ciencias y Filosofía. Escritor. Residente en Alemania. Autor de Parlamento 350.

 

5 Comments

  1. Carmelo Gutiérrez Pinares

    Elicer Avila es un tipo mas o menos inteligente que se ha dado cuenta de algunas cosas, pero el guajiro lo lleva tan clavao que le impide ver las luces de la ciudad. Yo lo sigo desde hace años, unas veces habla cascara de piña, probablemente nunca acepte que el Che fue un gran asesino y no otra cosa. Ha estos chamacos los inyectaron con todo y este no viene de una familia intelectual ni nada de eso, que lo pueda haber ayudado por debajo de la manga. A escondida como decíamos. Todo lo tuvo que rebobinar desde cero. Bastante ha hecho el muchacho. Hay otros que no salen del hueco. Denle diez años más y verán como se va integrando a la lógica de lo que lo único que hay que cambiar en Cuba es el Socialismo de mierda por una Economía de Mercado. Pero no me lo soqueteen tanto ahora, que para él esto fue más difícil: Caballero más empatía.

    • Zoe Valdes

      Diez años más es demasiado tiempo para una tiranía y para los que nacimos con ella u antes, que ya lleva 62 años en el poder. No sólo es siniestro, es indecente proponer entregar tiempo a un mequetrefe de esa estirpe y no pensar en los demás.

      • Un amigo

        A las personas no se les juzga por “lo que podrían ser” o “por las razones por las que son”, se les juzga por “lo que son” o “lo que fueron”. Eliecer fue un cachorro de la tiranía por mucho tiempo, y por su juventud se le toleró en cuanto aparentemente “rectificó”. ¿Pero qué es lo que es? Siendo honesto, eso no está muy claro, pero el dice ser de izquierda, el dice abogar por una democracia, el dice conversar (¿con quien?), el dice que la libertad de expresión tiene un límite con su nombre grabado con fuego, parece demostrar una inadaptación al mundo alternativo y circunstancial que es contrario al que él dejó atrás y además él es extremadamente retrogrado. En base a eso se le juzga porque es legítimo hacerlo. No son acusaciones a la ligera, ni calumnias, es que es real, es lo que se le nota. Quien lo juzga no es quien debe otorgarle tiempo, esa es su decisión personal. Como dice Zoe, yo solo lo aclaro un poco más, el tiempo es un bien demasiado preciado como para regalarlo a la ligera. Tiempo es lo único que no podemos comprar en esta vida. Nuestro tiempo es oro, lo cuidamos y administramos a nuestra manera.

  2. Yosmil Hernandez

    Es cabo Malanga, no sargento, que lo has ascendido compadre. Mira, esto es para Carmelo. La mayoría de todos estos muchachos ya están jodidos, no tienen arreglo. Como preguntaba el Serrano segundo, ya se habrá hecho la foto en la tumba del Che? Mira compadre, puede que haya entendido algo, pero la gente que no tuvo un papi y una mami que le dijera, esto no lo puedes decir porque te joden, y que por el contrario le dijeran, tu siempre del lado de la revolución, después crecen, tienen un problemita con el sistema, lo marginan y salen estos tipos de comemierda. Qué además se creen grandes líderes como todo megalómano que ha parido esa tierra. Los cogen en un debate a tiempo controlado con un opositor inteligente que también los tenemos y salen arrastrando el culo. No me vengas con empatía ni nada de eso que como mismo me la pides para el me la puedes pedir para cualquier tirano. De empatía nada. Eso es lo que hay y eso ese lo que se ve y de acuerdo a todo eso así lo trataremos.

  3. Mire sr Carmelo hay que compay le voy a decir algo los guajiritos orientales son bien avispados y eso no los salva de la critica ok? es mas le voy a decir una cosita, quien se ocupa de poltica tiene que saber dos cosas fundamentales aguantar la satira y aceptar la soledad contrariamente que se retire espero en su maxima inteligencia sepa a que me refiero con satira y soledad luego de que aprovecharlas para mejorar y reflexionar , pero eso de esperar 10 años creo que se le fulminò una bujia este pionerito actua como un cabo o mejor aun como un casquito(sabe lo que eran?) y luego de declararse de izquierda y que ud lo defienda …si tanto me da tanto la matematica no es una opinion

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*