Por Zoé Valdés.
Hasta la semana pasada usar la palabra ‘intervención’ era pecado entre los pacatos ‘supositores’. A mi, que vengo usándola desde la noche de los tiempos, esos que hoy se llenan la boca para mentarla, me tildaban de loca. Ahora la usan, pero como con un pendej0 trabado en la lengua, aunque añaden el champucito de “humanitaria”, intentando suavizarla.
Por supuesto, no me citan, no existo, igual que hace la tiranía.
Si la cosa sigue como va, no se apuren, que pronto oiremos en sus bocas lo que vengo pidiendo desde hace años, no, perdón, décadas: “intervención militar” con “drones, drones, drones”.
Sin embargo, sospecho que eso no sucederá hasta que los muertos se acumulen en las aceras y en las calles (falta poco) y la isla no sea más que un cadáver podrido a la deriva.
Con alguna poca de suerte -para ellos- lo único que podrán salvar será a los que sobrevivirán a unos cuantos: sus asesinos.
Estoy aquí sumamente tranquila, observo París a través de la ventana, es una ciudad azul; y tendría tantas cosas que decir; y sí, aunque no quiera y me resista, el dolor me embarga. Pero. Lo que merecen es un silencio eterno y aplastante.
Zoé Valdés es escritora y artista. Fundadora y Directora general de ZoePost y Libertad Prensa Foundation. Fundadora del Movimiento Republicano Libertario Martiano.
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Un texto glorioso… con la exactitud Y la eficacia de un Drone.
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