EDITO

Sacrificado

Por Zoé Valdés/La Gaceta de la Iberosfera.

¿Asesinó Vladimir Putin al opositor Alexéi Navalni? No son pocos los que todavía dudan, pese a que el promedio de muertes de opositores y personajes incómodos en el camino de tirano ruso así lo demuestran. Lo cierto es que desde que Navalni fue condenado a 19 años de cárcel se preveía su fin. Final que se acortó en cuanto lo trasladaron a la «Polar Wolf Prison», la cárcel IK-3 del Ártico, una de las más severas del mundo, según cuentan.

No es menos cierto que el reo también podía suponer él mismo su trágico destino no sólo cuando lo detuvieron a su regreso del último exilio, sino además desde que trataron de envenenarlo en un avión, e inclusive desde que decidió enfrentar a Putin. Su lucha, como la de tantos otros, es otro sacrificio en nombre de la libertad.

No es el primero ni el único Premio Sajarov fuera de Rusia sacrificado por un tirano. Recordemos a Oswaldo Payá y a Laura Pollán en Cuba, ambos Premios Sajarov; ella líder de las Damas de Blanco, él líder del Movimiento Cristiano Liberación, cuya muerte junto al joven Harold Cepero fue enmascarada en un accidente automovilístico. Después de reunir pruebas acerca del asesinato de Oswaldo y Harold, ningún gobierno ha querido unirse a la demanda de la familia de Payá, de intentar una investigación a nivel internacional. Ni siquiera el Gobierno de Mariano Rajoy, según tengo entendido, siendo Payá ciudadano español. Laura entró en el hospital con una gripe, no salió viva de allí. Semanas antes, durante una protesta pacífica, una represora la había pinchado con una aguja en el brazo mientras las turbas la acorralaban contra una pared; la familia no pudo hacer lo debido para que una investigación se produjera.

Orlando Zapata Tamayo, también cubano, negro, fue asesinado durante una huelga de hambre en una cárcel cubana. Su madre mostró al mundo pruebas de las torturas que habían contribuido a ultimarlo. Son numerosos los sacrificados cubanos por la libertad, aunque muy pocos levantan su voz por ellos.

Sin ir más lejos, el viernes, tras el anuncio de la muerte de Navalni se precipitaron los pésames tanto el de Úrsula von der Leyen como el de Roberta Metsola, ambas hacían referencia a que Navalni era Premio Sajarov. A ambas les tuve que recordar que también lo eran Oswaldo Payá y Laura Poyán, y que todavía Michel Céspedes (miembro del MCL) y yo esperamos desde hace más de un año que Metsola nos reciba para hablar del tema de los presos políticos cubanos y los crímenes de la tiranía castrista tras el 11J del 2021, y después de haberle enviado una carta donde exponíamos los puntos de lo que sería un breve encuentro. Su ayudante se puso en contacto conmigo, prometió que nos veríamos, pero el silencio de su parte determinó cualquier posibilidad.

Peor ha sido Barack Obama, Michel Céspedes le recordó en X, tras leer su mensaje por la muerte del opositor ruso, que cuando asesinaron a Payá y a Harold el único comentario del presidente norteamericano fue «¡¿Qué bolá!», que en argot cubano significa un saludo bastante chusma, como un qué tal hueco. ¿Curioso no? Sí, algo parecido al otro comentario de aquel chivato, que a la misma hora en la que asesinaron a Harold y a Oswaldo tecleaba en las redes sociales: «Hasta la vista, baby». Prometo que un día le devolveremos la frase, pero al pie de Kilo7 (prisión en la isla)…

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Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.
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