Por Dita Sullivan.
Que descanse en paz RYAN O’NEAL
Hace tiempo, cuando tenía veintitantos años, tuve el privilegio de conocerlo, a través de mi amistad con su hermano Kevin, actor y escritor.
Ryan O’Neal era la estrella de cine por excelencia: un retroceso a la Edad de Oro del Hollywood, cuando los actores de cine eran como seres sobrenaturales. En persona era radiantemente bello, como una estatua de Apolo traída a la vida: el hombre más increíblemente hermoso que he visto en mi vida. Pero su apariencia era superada por su ingenio: era endiabladamente, brillantemente divertido. Nada como el personaje sentimental de Love Story.
Su desgracia fue habitar una era en la que Hollywood estaba dominado por comedias superficiales y el lúgubre político agitprop de “El método”. Su talento – sui generis, natural, estaba destinado a amplias epopeyas de aventuras y romances, como las de Errol Flynn y Tyrone Power, o la sofisticada comedia protagonizada por John Barrymore – rara vez tuvo una salida adecuada. Era como una especie de maldición extraña tener una carrera mantenida por películas exitosas, pero en su mayor parte no muy memorables.
Veo el pináculo de su carrera como su actuación magistral en Barry Lyndon de Kubrick: fue la joya en su corona de espinas doradas.
Dita Sullivan es escritora y crítica de artes. Productora musical.
Agradezco a la infatigable Zoe Valdés por la oportunidad de participar en su foro.
Yo te agradezco.
Si mal no recuerdo se va 14 años despues que partió su esposa y también increiblemente hermosa Farrah Fawcett. https://youtu.be/DBRD3rskyTM