Por Carlos Manuel Estefanía.
El humor y la sátira desempeñaron un papel fundamental en la vida cotidiana de la sociedad soviética durante la década de 1920, un período de transformación radical tras la Revolución de 1917. Sin embargo, este recurso cultural, a menudo disfrazado de ingenio ligero, también reflejó las profundas contradicciones y la represión inherente al sistema soviético. En este artículo, exploraremos cómo el humor se manifestó en dos niveles—oficial y no oficial—y cómo estas expresiones se entrelazaron con las complejas realidades del autoritarismo de la URSS.
Dualidad del Humor en la Sociedad Soviética
Humor Oficial: Una Herramienta del Estado
El humor oficial, cuidadosamente controlado por el Partido Comunista, se expresaba a través de publicaciones como la revista Krokodil, que servía como un instrumento propagandístico al servicio del régimen. Bajo una aparente capa de entretenimiento, estas publicaciones promovían los ideales socialistas, ridiculizaban a los enemigos del estado y reforzaban la narrativa oficial.
Tras el 11.º Congreso del Partido Comunista en 1922, se obligó a los miembros del partido a suscribirse y leer estas publicaciones. En este contexto, el humor oficial no solo buscaba entretener, sino también educar, consolidando una conciencia colectiva alineada con los valores del estado. Sin embargo, detrás de esta fachada optimista se escondía una maquinaria propagandística que legitimaba la creciente represión y deshumanización bajo el pretexto de la modernización.
Humor No Oficial: La Resistencia de la Risa
Por otro lado, el humor no oficial emergió como una válvula de escape y resistencia cultural. Los chistes, anécdotas y canciones populares se convirtieron en herramientas para expresar descontento con la realidad opresiva de la vida soviética. Estas expresiones, transmitidas oralmente y fuera del alcance de la censura, criticaban la burocracia, la escasez y las contradicciones del sistema.
El humor no oficial, aunque aparentemente inofensivo, desafiaba de manera indirecta la narrativa del estado. Los chistes sobre la ineficiencia gubernamental o la escasez de bienes no solo aliviaban tensiones, sino que también recordaban a los ciudadanos que no estaban solos en sus frustraciones.
Crítica Social y Contradicciones del Sistema
El humor en la década de 1920 no fue solo una herramienta para el entretenimiento; también actuó como un espejo que reflejaba las profundas contradicciones del sistema soviético. Mientras que el estado promovía una visión idealizada de progreso, el humor popular exponía la brecha entre esa utopía propagandística y la realidad cotidiana.
El absurdo y la crítica mordaz también se manifestaron en la literatura y el arte. Escritores como Daniil Kharms utilizaron el humor negro para retratar una sociedad deshumanizada y burocratizada. En su poema «Las viejas están volando», Kharms simbolizó el destino trágico de una sociedad que sacrificaba la curiosidad y la creatividad en aras de la conformidad.
La Sátira como Espada de Doble Filo
OBERIU y el Movimiento Avant-Garde
El grupo avant-garde OBERIU, del que formó parte Kharms, llevó el absurdo a nuevas alturas. A través de actuaciones y textos surrealistas, desafiaron las normas culturales y expusieron las hipocresías del sistema. Sin embargo, esta osadía tuvo un costo elevado: muchos de sus miembros enfrentaron represalias y censura, mostrando cómo la creatividad podía ser aplastada por el aparato estatal.
Ilf y Petrov: La Cara Amable del Humor
Ilf y Petrov, el célebre dúo de escritores, ofrecieron una visión más accesible y menos confrontacional del humor soviético. Obras como Las doce sillas y El becerro de oro abordaron la corrupción y las contradicciones del sistema con ingenio y calidez. Sin embargo, incluso en sus críticas más leves, se puede percibir un eco de las tensiones inherentes a una sociedad en constante vigilancia.
El Cine Soviético: Humor entre la Propaganda y la Creatividad
El cine soviético también se convirtió en un medio para explorar el humor. Películas como La cigarrera de Mosselprom y El proceso de los tres millones utilizaron la comedia para abordar temas serios como la corrupción y la ineficiencia burocrática. No obstante, estas producciones estaban cuidadosamente diseñadas para alinearse con los valores del estado, evitando una crítica directa al sistema.
En contraste, cineastas como Dziga Vértov incorporaron elementos cómicos en sus documentales, ofreciendo una visión más ingeniosa y compleja de la vida soviética. Sin embargo, incluso el humor en el cine estaba sujeto a las limitaciones de la censura, lo que refleja las tensiones entre creatividad y control estatal.
Reflexiones Finales: Risa bajo el Yugo
El humor en los primeros años de la URSS fue una herramienta poderosa tanto para la propaganda estatal como para la resistencia cultural. Mientras que el humor oficial buscaba consolidar el control del régimen, el humor no oficial permitía a los ciudadanos cuestionar y sobrellevar la opresión.
Sin embargo, no debemos idealizar el humor soviético. La censura, la vigilancia y las represalias limitaron enormemente la libertad de expresión, sofocando la creatividad y perpetuando un sistema que sacrificaba la individualidad en nombre del colectivismo. La risa, aunque vital, no pudo escapar del yugo del autoritarismo.
En última instancia, el humor en la URSS revela tanto la capacidad humana para encontrar consuelo en tiempos oscuros como las limitaciones impuestas por un estado que temía el poder de la crítica. Es un recordatorio de que incluso en los momentos más represivos, la risa puede ser una forma de resistencia y un eco de libertad.
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Carlos M. Estefanía es un disidente cubano radicado en Suecia.
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”La vida es una tragedia para los que sienten y una comedia para los que piensan”
Redacción de Cuba Nuestra
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