Por Oliet Rodríguez Moreno.
Era invierno en el internado y eso le aportaba a mi sueño de retozo con Madonna un encanto especial, pero el friecito sabrosón que nos acurrucaba desnudos uno frente al otro se truncó por el grito brutal de una mujer.
–¡Arriba de pie, a levantarse todos, de pie, de pie, de pieeeeeeeeeeee! –El vozarrón de la profesora de Biología en el pasillo central del albergue de varones de noveno grado metía miedo.
Siempre pensé que la maestra había confundido su talento y que la cultura cubana no merecía perder a tan buena cantante de Soul. Con el escándalo la pobre Madonna se pegó un susto de leyenda y quiso marcharse sin importarle que andaba como Dios la trajo al mundo, pero yo hice acopio de paciencia y con la voz más sensual que logré le hablé al oído.
–Madi, –porque así le decía yo a Madonna de cariño–, no le hagas caso a esa loca que nosotros estamos muy bien aquí.
Madonna, que no tenía defensas contra mi voz de galán de 15 años se dejó convencer. Yo me alegré mucho porque cuando ella se esfuerza en lo que mejor sabe hacer, que no es cantar, hay que quitarse el sombrero. Como buen oyente selectivo obvié los gritos despertadores y sin ropas quedé boca arriba mientras la Reina del Pop demostraba su talento. De pronto ¡zas!, la profesora demente había levantado mis sábanas de un tirón.
–Profe, ahora que Madonna no está, me imagino que podría terminar usted el trabajo. –le dije, pero la Aretha Franklin en potencia por suerte no me escuchó al convertirse en observadora selectiva.
–¡Jesús, niño por tu madre, que dios te bendiga! –exclamó la apenada profesora antes de huir y renunciar, por tanto, a su labor de levantar dormilones.
Que el despertador humano se esfumase no me afectaba, pero que Madi desapareciera ya era un castigo excesivo. Voceé su nombre con lágrimas en los ojos, supliqué e imploré miles de veces su regreso hasta que resignado, insatisfecho y despabilado comencé a vestirme.
Salía del albergue para el desayuno cuando mi corazón dio un salto de alegría al descubrir que en los bajos de la escalera me esperaba Madonna sonriente. Le quise robar un beso para entrar en calor mientras caminábamos por el pasillo, pero con los ojos inyectados de deseo me empujó con una fuerza tal que me tumbó de espaldas encima de una mesa dentro de un cuarto vacío. Lo último que le pedí antes de perder la conciencia fue que cerrase bien la puerta por dentro. No quería que la voz diabólica que todavía se escuchaba afuera, nos volviera a molestar.
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Walfrido Hau Ferrer es un pintor cubano.
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gueno pues.. y la cosa fraguo o no? me he quedado esperando el epilogo pero mientras tanto espere de ser acusado de que se echo al pico fulanita y sutanita recordandole siempre que no ha sido el unico existen sus predecesores ….hahaha
Pues claro que sí, pero los detalles los pone el lector y así se disfruta más, gracias por leerlo.
Él es un escritor maravilloso, esa tercera vida creo que está desde la primera, espero siga deleitándonos con su peculiar forma de contar las cosas, yo lo quiero y lo sigo, lo sigo y más lo quiero.
Quisiera que todo el mundo disfrutara de todo lo que ha hecho y lo que le queda por hacer👍😚❤️
Gracias Silvia, siempre es un placer que me leas.
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Era demasiado viejo para Madonna y demasiado joven para la Bardot, pero con Catherine Deneuve, entre suenos y pajas, tengo varios nietos.
Gato viejo estas acabando, no es un caso que mas sabe un gato por viejo que por gato siga sus correderas por los tejaos para que se mantenga en forma jijiji