Por José Campos (Chamby).
Después de cacarear la unidad que existía en el primer conjunto de pelota, (léase artículo de propaganda), bajo la nueva nomenclatura Díaz-Canel, cuando aún no habían llegado al hotel que los esperaba, se asiló el jugador Cesar Prieto. Interesantemente lo hizo el mismo día que lo hiciera René Arocha 30 años atrás.
Recordemos el daño que hizo el lanzador reglano, cuando le demostró a los peloteros cubanos que contrario a lo que le habían predicado toda la vida, la pelota “rentada”(frase favorita de los comunistas) era la cúspide del deporte y que aquello de “los aplausos de un pueblo valen mas que un millón de dólares” era una soberana mentira.
Continuando con la “mala racha” del equipo de las “cuatro letras”, a diferencia de otras épocas cuando eran recibidos como los super gladiadores; en esta oportunidad la comunidad cubana exiliada estuvo presente en todo momento demostrándole al mundo, el repudio a la tiranía castro-comunista. No le dieron oportunidad alguna para que los camajanes clamaran las grandezas y los logros de la ‘robolución’.
Todo lo de arriba era básicamente un entremés de lo que ocurriría cuando declararan “Play Ball”. Ya en el campo de juego, la escuadra caribeña recibió la clásica “dos galletas y pa’la casa” cuando fueron derrotados por Venezuela primero y más tarde por Canadá. Con estas actuaciones Cuba quedaba fuera del béisbol olímpico.
Después de todos estos bochornos y cuando Carlos Martí y su camarilla se preparaban para regresar a casa todavía había tiempo para recibir otro duro golpe.
Según el comunicador cubano Francys Romero, antes de que el equipo tomara el avión, el sicólogo del equipo, Jorge Sile Figueroa se las dejó en la manos y pidió asilo en el “Norte brutal y revuelto”.
Señores, el hombre que prepara mentalmente al conjunto para que no abandone la patria hizo todo lo contrario. Ni a Pedro Almodóvar se le hubiera ocurrido ese guión.
José Campos (Chamby) es periodista.
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