Por Víctor A. Fernández Calzadilla.
El comunismo/socialismo es un decorado como esos pueblos de cartón del Oeste hollywoodense, detrás del cual no hay nada parecido a la fachada, solo miseria y desastre. Recuerdo durante mi vida en Cuba que la dictadura cada vez que un líder internacional visitaba la isla, pintaba las fachadas de los edificios en las calles por las que la comitiva haría el recorrido oficial. Con ese golpe de efecto engañaban no solo al visitante, sino al mundo entero con las imágenes de unas ciudades limpias y cuidadas que en realidad no existían. Sesenta y dos años después va quedando cada vez más a la vista el derrumbe, que no solo es físico, también incluye los tres pilares fundamentales del engaño comunista cubano: educación, deporte, y salud pública.
La dictadura comunista cubana, ayudada desde siempre por la izquierda internacional, ha basado su prestigio en esos tres pilares propagandísticos fundamentales. No existe un izquierdista en el mundo que cuando se ufana en defender la más longeva de las dictaduras militares que ha conocido Occidente, la castrista, no los enarbole. En momentos como el actual, cuando el desastre va quedando al descubierto por un proceso natural imposible de ocultar, la izquierda internacional -siguiendo a pie juntillas el discurso oficial de la dictadura- culpa del hundimiento a algo que no existe: el bloqueo norteamericano.
¿Es realmente bueno el deporte cubano? Sí, solo que compite en la categoría equivocada, la amateur, o sea, es un fraude. En todo el mundo los deportistas amateurs que representan a sus países en Olimpiadas y Campeonatos, salen de las canteras de clubs privados, adonde llegan por la excelencia demostrada en su deporte. Son siempre jóvenes atletas que estudian, trabajan, y practican su deporte como actividad colateral. Muchos hasta se tienen que pagar los uniformes de sus equipos, incluso asisten a competencias pagando de su propio bolsillo los gastos de hospedaje y traslado. En Cuba son niños escogidos por su excelencia física y aptitudes que, desde muy temprana edad, son internados en colegios deportivos donde reciben entrenamiento y, casi como segunda actividad, estudian. En la edad adulta su única ocupación es el deporte. Es decir, el gobierno les paga por entrenar como hacen los clubes deportivos privados en el resto del mundo. Cuando compiten en escenarios internacionales lo hacen con una ventaja técnica absoluta sobre sus oponentes amateurs. De ahí que varios peloteros, y algunos boxeadores cubanos, hayan escapado de la isla e integren equipos profesionales en los EEUU. Resumiendo: el deporte cubano es un fraude, y es precisamente eso que tanto critica la izquierda internacional en sus países: profesional.
La educación. Antes que todo, en Cuba no se educa, se adoctrina. Toda la educación cubana sigue lineamientos políticos estrictos establecidos por el PCC; no existen escuelas, universidades, ni centros de enseñanza de ningún tipo que no sean estatales. La dictadura comunista castrista partió con ventaja desde el principio debido al alto nivel de alfabetización que tenía el país, comparable al de varios países europeos desarrollados en 1959, y muy superior al de toda Iberoamérica, incluyendo a España. Fulgencio Batista había comenzado una campaña de alfabetización muy potente años antes de la llegada de los Castro, y había construido alrededor de 3500 escuelas rurales, detalle nada nimio de la Historia Moderna de Cuba que se suele omitir. Es falso que los Castro hayan alfabetizado Cuba, que contaba con Universidades públicas desde el S XIX. En todo caso cuanto han hecho los comunistas ha sido -en palabras del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro- “Analfabetizar el país” (por supuesto, Maduro quería decir lo contrario, pero su cociente intelectual le jugó la mala pasada y se le escapó la verdad por error). Las nuevas generaciones de cubanos saben leer y escribir a duras penas, incluso los universitarios exponen una precariedad absoluta en su dominio del Español y la ortografía. Basta leerles en internet para constatarlo.
Cuba no cuenta con una sola universidad en el ranquin de Mejores Universidades de Iberoamérica. En esa lista aparece por primera vez a la altura del número 154 -si mal no recuerdo- una facultad de la Universidad de Santiago de Cuba, ni siquiera toda la institución. La producción de médicos de Cuba responde meramente a un interés comercial y propagandístico de la dictadura. Muchos de los estudiantes internacionales al regresar a sus países se topan con la realidad de que sus títulos de médico son precarios y deficientes, incluso en África. ¿Son malos todos los médicos cubanos? Seguramente no. Debe haberlos con verdadero talento que han sabido completar sus estudios más allá de lo que les imparte en la institución. La educación cubana, que no es gratis porque los ciudadanos pagan con sus bajos salarios su coste es, en resumen, otro de los más falsos mitos del castrismo.
La salud. Este es el más virulento y falso de los mitos castristas porque en estos momentos está costando la vida a miles de cubanos. La salud se fundamenta en la alimentación. Durante sesenta y dos años la dictadura castrista ha sometido a los cubanos a un control férreo de su dieta basándose en el principio político de sometimiento por hambre. Con relativa periodicidad la dictadura ha permitido a los campesinos vender de manera directa sus productos en mercados estatales. En cuanto ha florecido el comercio, inmediatamente la dictadura ha prohibido comerciar a los campesinos porque: “no quiere que se creen picos de riqueza que conllevarían a diferencias sociales”. La carencia de alimentos en Cuba tiene un objetivo meramente político. El Embargo, que no bloqueo, norteamericano no afecta a los productos agrícolas. Tan es así, que prácticamente todo el pollo que se comercia en Cuba se compra en los EEUU, además de varios millones de dólares anuales en maquinaria agrícola y nitratos para las cosechas.
Los cubanos llevan 62 años víctimas de una Libreta de Racionamiento, a través de la cual la dictadura vende productos de canasta básica a bajo precio, que siempre están en carencia. En estos momentos la dictadura ha dado una vuelta de tuerca más a su infamia: las tiendas donde se venden alimentos en pesos cubanos están radicalmente desabastecidas, mientras que los mercados donde estos se venden en dólares, no. El objetivo según la dictadura es “recaudar divisas”, pero en realidad no las recauda, las confisca. La única manera en que los cubanos pueden recibir divisas es mediante transferencias desde el exterior a su cuenta, que no es privada, es del banco, que es del estado. El banco da una tarjeta al cubano, y este solo puede consumir el importe de lo depositado en las tiendas de alimentos en dólares, que también son del estado.
Los estragos que está haciendo la pandemia de Covid en Cuba se deben a una fatal combinación de varios factores: una población mal e infra alimentada, carencia de medicamentos e insumos médicos, y los focos de contagio que constituyen las multitudinarias colas que se forman cuando aparece algún alimento.
Actualmente Cuba está en situación de Crisis Humanitaria. El depauperado Sistema de Salud no da abasto. Los destartalados hospitales donde atienden al pueblo llano (la alta dirigencia militar y política tiene centros médicos exclusivos solo para ellos), no tienen camas para ingresos, los médicos no tienen siquiera guantes para atender a los pacientes, no hay oxígeno, medicamentos, ambulancias, y, por si fuera poco, en un acto de soberbia publicitaria absoluto, Cuba ha producido su propia vacuna que, a pesar de que el equipo de científicos que la desarrolló advirtió al gobierno que aún no estaba lista para ser aplicada, está directamente asesinando a muchos cubanos de todas las edades.
El orgullo asesino de la dictadura se está cebando cual guadaña en el pueblo porque esta se niega a hacer un llamado de auxilio a la comunidad internacional, y ha rechazado el ofrecimiento del gobierno de los EEUU de enviarles millones de vacunas. ¿Por qué? Porque si la dictadura castrista acepta ayuda humanitaria internacional estaría explícitamente reconociendo que su sistema de salud es solo una escenografía, un falso, un mito más. Miles de cubanos están muriendo víctimas del Covid19 -y de la vacuna cubana-, cada día a lo largo y ancho del país, pero la dictadura continúa manteniendo el tipo sin importarle como hasta ahora, a lo largo de 62 años, la suerte del pueblo.
Revolcándose en la vileza que les caracteriza, la izquierda internacional, sobre todo la española -por lo que me toca ya que aquí vivo- está en pie de guerra defendiendo a la dictadura cubana en los parlamentos, repitiendo el infame discurso oficial castrista, loando que hayan creado su propia vacuna, y alabando que un país como Cuba haya enviado “ayuda humanitaria a Europa, a raíz de la eclosión del Covid”. Una mentira tan grande como la desvergüenza de quienes la repiten pues Cuba no envió, ni nunca ha enviado ayuda médica a ningún país. Los médicos que Cuba envía -en calidad de semiesclavitud- son empleados, mediante contrato monetario con el país que los solicita. La dictadura cubana cobra ingentes cantidades de dinero por sus servicios, y les paga a los médicos menos del 75% del salario devengado, además de quitarles los pasaportes cuando llegan al destino, para que no escapen.
A todo esto se suma que, mientras el Covid ha creado una crisis humanitaria en Cuba de dimensiones bíblicas, la dictadura continúa arrestando a los ciudadanos que participaron en las protestas del 11 de julio pasado buscándolos casa por casa, mantiene cientos de detenidos, no ha rebelado el paradero de docenas de desaparecidos, y, por si fuera poco, acaba de crear una ley llamada Artículo Ley Nº 35, que condena fuertemente hasta con prisión, cualquier crítica, comentario, o referencia negativa que haga cualquier cubano contra el gobierno castrista en las redes, tanto dentro como fuera de Cuba. En esto vamos incluidos los que residimos en el exterior que podemos, según esa ley, ser condenados “in absentia”.
El silencio informativo internacional sobre la grave crisis humanitaria que está teniendo lugar en Cuba es sepulcral. Cuanto sabemos se debe a imágenes, vídeos, y comentarios de cubanos valientes quienes, desafiando el Artículo Ley 35, se atreven a publicar en las redes su realidad, y a llamadas personales con familiares y amigos residentes en Cuba.
Víctor Fernández es escenógrafo y director de escena, historiador de la ópera, y galerista.
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Excelente escrito donde mas le duele han destruido un pais entero y han dejado moribundo a muchas generaciones
Nos abres los ojos