Por Zoé Valdés/El Debate.
Escribo esta tribuna el 3 de mayo, el contexto es importante: es el día de la libertad de prensa, el día de la cruz, y el día después de mi nacimiento. Por el contrario, el día del caradura, o más bien del cara, supongo que a partir de muy poco se celebrará el 29 de febrero, con perdón de los grandes hombres que nacieron ese día, salvo Pedro Navaja, «con ese tumbao que tienen los guapos al caminar». En donde dice los guapos yo pondría los caras, o sea, los descarados; que me disculpe Rubén Blades por alterarle la letra de la canción.
De cualquier modo, imaginen ustedes que lanzo una moneda, en su trayecto de subida al aire y caída al suelo la única pregunta posible es ¿cara o cruz? La cruz me tocó de nacimiento. Y, siendo hoy día de la
Cruz debo aclarar que de cruces sé bastante. Las llevo con dolor y paradójicamente también con placer de servirlas. Seguramente por haber nacido bajo el signo del dolor de unos fusilamientos, pero también marcada por el clamor valiente de un pueblo. He pasado toda mi vida agradecida a aquellos que han reconocido la cruz que me protege y alivia. De los descarados aferrados al poder conozco también mucho, así como de totalitarismo y tiranías comunistas. Nací bajo una de ellas, esclava del comunismo, y aunque creí que me liberaba yéndome al exilio, sólo dejé de vivir en el infierno, para continuar escribiendo acerca del infierno e investigando, con la intención de que no volviera a suceder.
Ha vuelto a suceder, y en el país que me liberó, que me transformó de ser una No persona para por fin devenir un ser humano con sus derechos y deberes —gracias a José Manuel Lara, y al Rey Don Juan Carlos—. España es ya un estado totalitario, de corte socialcomunista con tintes fuertes de islamismo radical, como en Francia. España dejó hace tiempo de parecerse a Venezuela en épocas de Zapatero para asemejarse cada vez más a Cuba con Sánchez. Algunos ejemplos:
Fidel Castro se enfrentó a Israel para amigarse con Yasser Arafat, aconsejado y teledirigido siempre por el antisemitismo comunista soviético. Es lo mismo que hace ahora Pedro Chacumbele en España. Chacumbele porque como en otra canción, él solito, él mismito, se está matando; él y la Suya con su ambición desmedida. Pero francamente, ni él ni ella ya no importan. Nos importa España. Y, a los que nos importa España debemos entender que en esta hora definitiva no se pueden hacer alianzas con gente tibia y mediocre, que no se logra absolutamente nada con la oposición de pacotilla que le hace la pelota al dictador.
También lo advertí hace tiempo, que la caída de España iba a la misma velocidad que fue Cuba en su estruendosa caída, a dos velas y viento en popa. Pues, siento anunciarles que su rapidez se ha multiplicado tanto que ya aventaja a la isla del espanto (la del encanto es Puerto Rico), y siendo Cuba y Puerto Rico como se cantaba, de un pájaro las dos alas, podrán fácilmente adivinar cuál es la del espanto. Quedamos empatados en eso de poseer una falsa oposición a lo Félix Dzerzhinski, creador de las checas, en tiempos de Lenin, que se inventó la oposición leal antes que la verdadera los tumbara de un golpe…
Pulse aquí para continuar leyendo en la fuente.
