Por Gloria Chavez Vasquez.
Tras el ataque terrorista musulmán a las oficinas de la revista Charlie Hebdo en París en 2005, el líder del partido independiente británico Nigel Farage, declaró que Europa tenía “una quinta columna viviendo dentro de nuestros propios países”. Esa opinión fue compartida por el entonces líder holandés de Liveable Neatherlands, Pim Fortuyn, quien se refirió a la inmigración musulmana como a una quinta columna que buscaba desestabilizar la identidad y los valores occidentales para beneficio del movimiento internacional que quería establecer un califato.
Técnicamente, la quinta columna es un término militar que se refiere al grupo de soldados cuyo objetivo es penetrar territorio enemigo y sabotear las defensas con la ayuda de civiles y otras columnas o fuerzas externas. La táctica es tan efectiva, que es utilizada por las disidencias en tiempo de guerra y de paz. Tal característica hace que se vea a la quinta columna como un conjunto de individuos desleales a la comunidad en la que viven y susceptibles de colaborar de distintas formas con el enemigo. La frase cobró popularidad a mediados del siglo XX. Ya a comienzos de la segunda guerra mundial se utilizó en una novela radial muy exitosa en EE.UU. y en Australia titulada “El enemigo interno” (1940). En “Sabotaje” (1942), la película de Alfred Hitchcock, el personaje interpretado por Robert Cummings, pide ayuda contra una quinta columna que sabotea el esfuerzo de su país en la guerra.
El origen de la frase sin embargo, es misterioso y elusivo. Algunos autores consideran que las actividades y el nombre, fueron inventados por la propaganda comunista en los albores del siglo, para justificar el terror y la represión durante la revolución rusa (1917). El historiador Christopher Clark prueba que el término ya se conocía en 1906, citando la carta de un agregado militar austriaco: “la quinta columna de los serbios radicales en tiempos de paz, envenena sistemáticamente la actitud de la población eslava y podría crear serias dificultades a nuestro ejército”.
La historia de la guerra civil española (1936-1939), abunda en capítulos dedicados a la quinta columna. Su primera referencia es el supuesto comunicado secreto del General Francisco Franco anunciando la llegada de cuatro columnas del ejército nacionalista a Madrid (1936). La quinta columna esperaría dentro para alzarse. Ese mismo octubre, en un artículo en el diario comunista madrileño Mundo Obrero, la propagandista del partido, Dolores Ibarruri, atribuyó el comunicado al general Emilio Mola. De ahí en adelante los periódicos republicanos repitieron la anécdota, atribuyendo el comunicado a otros personajes. Para mediados de mes ya se había vuelto tan popular el término que los miembros de la quinta columna pasaron a ser oficialmente quintacolumnistas. Los simpatizantes de todo el mundo (muchos de ellos parte de la Internacional comunista), que se unieron a los disidentes españoles, pasaron a formar parte de la quinta columna republicana.
Los QC que realizan actividades subversivas a favor del enemigo en un país en guerra, operan secretamente, como espías y contraespías. Informan, desinforman a través de sus publicaciones, plantan rumores con el fin de desmoralizar a la ciudadanía; sus actividades tienen como fin debilitar la resistencia nacional y atraer la buena voluntad hacia el enemigo. Durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes residentes en varios países, formaron grupos “de autodefensa” que en realidad eran de ayuda al Tercer Reich. En Checoeslovaquia repitieron el patrón con el nombre de Heilen Free Corps. En 1945 un documento producido por el Departamento de Estado norteamericano, comparó los esfuerzos de la Alemania Nazi para movilizar el apoyo de simpatizantes en naciones extranjeras a los esfuerzos del movimiento de la Internacional Comunista a fines de la II Guerra. “Un partido comunista es en efecto una quinta columna tanto como cualquier grupo Bund (alemán) excepto que este último es crudo e inefectivo en comparación con los comunistas”, decía el reporte.
Para controlar las operaciones de las QC nazis, la Gran Bretaña detuvo a numerosos residentes alemanes, y los confinó en la Isla de Man hasta el fin de la guerra. En la Unión Soviética el régimen de Stalin arrestó y deportó a Siberia a la totalidad de soviéticos de origen alemán, temiendo que pudieran formar una quinta columna en apoyo del ejército invasor. El gobierno de Estados Unidos a su vez, detuvo a los alemanes e italianos sospechosos de sedición y creó campos para japoneses residentes, esperando neutralizar las actividades de la quinta columna japonesa en la costa occidental del país. Un periódico canadiense describe cómo, durante la invasión japonesa a Filipinas, la numerosa población de japoneses inmigrantes en Davao asistió a los invasores en el primer asalto. Tras el ataque japonés a Pearl Harbor, Frank Knox, secretario de estado estadounidense reportó que la operación de la QC en Hawái, había sido una de las más efectivas hasta entonces.
La rápida rendición de Francia (tres semanas) en 1940, se atribuyó a la simpatía de los franceses por los nazis, que generó la quinta columna a favor de Alemania. Las señales del “fenómeno nacional” en todos los rincones del país galo, demostradas por fotos y reportajes de la revista LIFE, hizo que Winston Churchill redoblara los esfuerzos bélicos de las tropas aliadas. En países mas maltratados por los nazis, como Polonia, Checoeslovaquia y Noruega, esta quinta columna produjo espasmos de miedo y de terror entre sus víctimas. En Noruega, el fascista Vidkun Quisling tomó control del gobierno como primer ministro durante todo el conflicto. Hasta el día de hoy la palabra quislin tiene connotación de colaborador o traidor.
Durante la Guerra Fría (1946-1991), la unión soviética impregnó al mundo occidental de quintas columnas, para mantener control de la información y poder llevar a cabo sus actos de adoctrinamiento y propaganda. Los norcoreanos que viven actualmente en Japón, y en particular los miembros de la organización Chongryun (afiliada con el gobierno norcoreano) son vistos como una quinta columna por los japoneses, que han sido víctimas de asaltos físicos y verbales en su propia tierra. Esto ocurre con mayor frecuencia desde que el gobierno de Kim Jong Il reconoció que había secuestrado ciudadanos japoneses y que estaba haciendo pruebas balísticas de misiles cerca de las aguas y sobre superficie Japonesa. De igual manera, en Israel, los judíos viven atemorizados por la presencia de los árabes que residen en ese país (más del 20% de la población) y ven en ellos una quinta columna del poder musulmán, ya que se identifican más con la causa palestina a pesar de gozar de todas las libertades y beneficios en la nación hebrea.
En países latinoamericanos como Cuba, Nicaragua y Venezuela, esas quintas columnas operan como comités de cuadras, vecinos que vigilan y transmiten sus sospechas a los diversos ministerios. En el resto de nuestros países, la existencia de los quintacolumnistas es cosa pública aunque no se les reconozca como tal. Son individuos obsesionados en desestabilizar la famélica democracia que se niega a morir a pesar de los ataques diarios.
Desafortunadamente en un mundo en el que las tiranías y regímenes ya han entrado por la puerta grande, sus cómplices y adoctrinados lo niegan y tratan de impedir la resistencia. Las actividades de QC infiltrados en los medios de comunicación cumplen con su labor de confundir a los ciudadanos que se refugian en su burbuja y que no quieren aceptar que el enemigo vive en su vecindario. Ese es el principio del control y la pérdida total de la libertad y el comienzo del miedo y del terror.
Cuando Harold Lavine publicó su libro “La Quinta Columna en América”, un estudio de los grupos comunistas y fascistas en los Estados Unidos (1940), Ralph Thompson, crítico literario del New York Times cuestionó el título diciendo que la frase había sido tan abusada que ya no tenía mucho significado. Como periodista, Thompson demostró carecer de la necesaria perspectiva a su profesión, para advertir que dos años más tarde su país se vería en la necesidad de intervenir para salvar a Europa del nazismo.
Gloria Chávez Vásquez es escritora y periodista colombiana.